¿Conoces el origen de este símbolo que utilizas a diario?

POR: Silvia Betti-. Muchos piensan que el término arroba es una creación reciente debido a Internet, sin embargo su historia se remonta al Medioevo español.

En árabe hispánico 'arrúb‘ significaba una cuarta parte (1/4). Se trata de una medida de peso y a veces también de volumen que los árabes usaban hace siglos -utilizada todavía en algunas partes de la Península ibérica y de Iberoamérica- y que es nada menos que la cuarta parte de un quintal.

A la famosa @ los italianos y otros pueblos la denominan "caracol", y en determinadas zonas del mundo se define como "cola de mono" o "trompa".

La historia de la arroba se remonta al Medioevo español.
La historia de la arroba se remonta al Medioevo español.

El símbolo @ no es nuevo, porque nació hace siglos como abreviatura del latín “ad” y, luego, del inglés “at”. ¿Y por qué era necesario acortar las palabras? Para ahorrar el pergamino donde se escribía.

Según algunos estudiosos parece cierto que @, introducido en el ámbito comercial con toda probabilidad por mercaderes italianos, representaba originalmente el “ánfora” como unidad de transporte y peso y, por eso, se piensa que este símbolo era seguido muy a menudo por un valor numérico.

Ray Tomlinson, el creador del primer software de correo electrónico, en 1971 tuvo la necesidad de adoptar un caracter gráfico para separar el nombre de la persona del lugar donde estaba. Tomlinson eligió para tal fin este signo nacido a finales del Medioevo. La primera dirección electrónica de la historia fue: tomlinson@bbn-tenexa

Actualmente, debido al uso de un lenguaje políticamente correcto, se está difundiendo la costumbre de indicar ambos sexos cuando se usan sustantivos o adjetivos animados. Así, se ha empezado a usar el símbolo @ como recurso gráfico que indique en una sola forma los dos géneros. Pero ¡cuidado! ¡La arroba no es un signo lingüístico! Y por eso el Diccionario Panhispánico de Dudas dice que su uso en la lengua es “inadmisible desde el punto de vista normativo”.

Editor: Jorge Ignacio Covarrubias, secretario de la ANLE.