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La ejecución pública por un crimen pasional que dividió a los habitantes de Murcia

En 1896 era ejecutada públicamente, mediante el garrote vil, Josefa Gómez Pardo (conocida como ‘la Perla’) quien tres años atrás había envenenado a su marido y sin pretenderlo a su joven criada. Muchos fueron los murcianos que expresaron su queja por tal ejecución e incluso el alcalde llegó a enviar una carta al papa León XIII pidiendo su intermediación ante el Estado Español

Fotografía tomada por Francisco Viñes del instante en que fue ejecutada Josefa Gómez en Murcia (laverdad.es)
Fotografía tomada por Francisco Viñes del instante en que fue ejecutada Josefa Gómez en Murcia (laverdad.es)

El 8 de diciembre de 1893, Francisca Griéguez, de 13 años de edad, apuró una taza de café que había quedado a medias y que no se había terminado de beber Tomás Huertas, el propietario de la fonda ‘La Perla Murciana’ donde trabajaba como criada. Pocos minutos después de ingerirlo la muchacha empezó a encontrarse mal, dirigiéndose hasta su habitación donde fallecería súbitamente.

Coincidiendo con el momento de la muerte de la joven criada, un grupo de vecinos llegaba hasta la fonda llevando consigo a un moribundo Tomás, quien se había desplomado en plena calle tras salir para dirigirse al teatro.

Estos dos repentinos y misteriosos fallecimientos hicieron que se personara un juez y un forense que ordenaron el inmediato traslado de los cuerpos para que se les practicara la autopsia y donde se determinó que habían ingerido estricnina (potente y mortífero veneno utilizado comúnmente como pesticida).

Todas las sospechas sobre la autoría de ambos crímenes recayeron en Josefa Gómez Pardo, la esposa del fallecido.

Anuncio en la prensa de la casa de huéspedes La Perla (academiasdeljardin)
Anuncio en la prensa de la casa de huéspedes La Perla (academiasdeljardin)

Josefa era apodada como ‘la Perla’ (de ahí el nombre de la fonda que regentaba) y desde hacía un tiempo mantenía una relación adúltera con Vicente del Castillo, un albaceteño que había vivido como huésped en la fonda cuando llegó a Murcia y que desde un tiempo residía en una casa de alquiler junto a su esposa e hijos.

A pesar de estar ambos casados, una pasional relación amorosa nació entre ellos siendo tan evidente que incluso el propio Tomás se percató y montó una violenta escena de celos a su esposa. Por tal motivo, los amantes decidieron poner fin a la vida del esposo y para ello utilizaron el mencionado veneno conseguido por Vicente y que Josefa diluyó en un poco de café.

Con lo que no contaban era que se dejaría parte de la bebida en la taza y que la joven Francisca se lo terminaría, por lo que sin pretenderlo también envenenaron a la criada.

La Perla declaró que había administrado el veneno a su marido no con intención de matarlo sino para aminorar sus excesivos ataques de celos, así como su afición al juego.

Los amantes fueron detenidos, puestos a disposición judicial y tras la celebración de un juicio en el que un tribunal popular los encontró culpables de los hechos, se condenó a Vicente a cadena perpetua y a Josefa a la pena de muerte.

El juez dictaminó que la ejecución de ‘la Perla’, mediante el garrote vil, debía ser ejemplarizante, motivo por el que se realizaría en una plaza pública. Esto enfureció a muchos habitantes de la localidad que encontraron aberrante la decisión del magistrado.

La población se dividió en dos grupos, habiendo un gran número de personas que esperaba con ansias poder asistir a la ejecución pública y al mismo tiempo otro numerosísimo con todos aquellos que se oponían tanto a la pena capital como a que ésta se hiciera de un modo público y morboso.

Varios fueron los periódicos que a través de extensos artículos criticaban la decisión judicial haciendo llegar una petición al alcalde para que éste intercediera ante el gobierno de la nación para que se le concediera el indulto o conmutación de la pena de muerte por el de cadena perpetua. Incluso desde el ayuntamiento se remitió una carta al Vaticano para que el papa León XIII intercediera ante el Estado Español.

Pero todas las peticiones populares fueron desoídas y a las 8:25 horas de la mañana del 29 de octubre de 1896 Josefa Gómez Pardo fallecía tras ser ejecutada por el verdugo Pascual Ten Molina.

Cabe destacar que algunas crónicas explican que era tal la belleza de ‘la Perla’ que el propio verdugo se enamoró repentina y perdidamente de ella cuando la visitó en la celda e incluso su nombre era uno de los que aparecían en la petición de indulto.

La de Josefa Gómez Pardo ‘la Perla’ consta como la de la última mujer ejecutada públicamente en España. Algunas fuentes indican que fue la última ejecución pública en general, pero en realidad el último ejecutado púbico fue Rafael Gancedo González en 1899 en Tineo (Asturias).

Fuentes de consulta e imágenes: laverdad (1) / laverdad (2) / Insólita Murcia por Ismael Galiana / Garrote vil por Eladio Romero / academiasdeljardin / laopiniondemurcia