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Hudson o la búsqueda de la ruta del norte

La más grande bahía de América, un largo estrecho —que se extiende entre la isla de Baffin y la península de Labrador— y el caudaloso río en cuyo estuario se levanta la ciudad de Nueva York tienen en común el nombre de Hudson, en memoria de Henry Hudson, el marino inglés que exploró la costa oriental de Norteamérica, en los primeros años del siglo XVII, en busca de un pasaje que lo llevara al Asia.

Nacido alrededor de 1565, Hudson era aún un hombre joven cuando obtuvo su primera comisión importante al frente de una expedición que se proponía llegar a la China por la ruta  más corta del Círculo Polar Ártico. La compañía, llamada en inglés Muscovy Company, intentaba evadir el largo trayecto del Océano Índico, luego de bordear el continente africano, o el aún más largo que sumaba los océanos Atlántico y Pacífico, más ambas costas de América del Sur, a través del estrecho de Magallanes. Dada la esfericidad de la tierra, una ruta por el norte resultaba inmensamente más breve. La empresa presentaba un solo obstáculo de importancia: el hielo.

El 1 de mayo de 1607, Hudson zarpó de Inglaterra, capitaneando el Hopewell, un barco de 80 toneladas, y al frente de una tripulación de diez hombres y un niño. Creyendo que el largo verano sobre el casco polar servía para derretir el hielo, intentó encontrar un paso al Pacífico más allá del extremo norte de Groenlandia, a cuya costa oriental llegó el 14 de junio y fue bordeándola rumbo norte hasta el 22 de julio, cuando no pudo avanzar más. En pleno estío, el Océano Glaciar Ártico era un casco de hielo impenetrable.

El pequeño barco regresó a Inglaterra para intentar otra travesía al año siguiente. Esta vez con dirección al este, a lo largo de la costa de Rusia; pero las dificultades fueron las mismas. Luego de recorrer más de 4.000 kilómetros, el hielo impuso su infranqueable barrera y los forzó a volver.

En 1609, Henry Hudson encabezó una nueva expedición, patrocinada por la  Compañía Holandesa de las Indias Orientales, que pretendía encontrar también un pasaje al Asia navegando hacia al este por las heladas aguas del Ártico. Hudson llegó tan sólo al cabo Norte de Noruega y, obedeciendo a su propia iniciativa, cambió de rumbo y se dirigió al oeste para intentar de nuevo encontrar un pasaje a través de Norteamérica.

Con este propósito, se inclinó ligeramente hacia el sur y llegó a  la costa de Terranova en los primeros días de julio para seguir por ese rumbo hasta Cape Cod, en el Massachusetts actual y recorrer posteriormente gran parte de la costa oriental de América del Norte hasta alcanzar la bahía de Chesapeake. Es en este viaje, que sería fundamental para los asentamientos de los holandeses en la zona (quienes fundan, en 1625, en la isla de Manhattan, una colonia que llamarían Nueva Ámsterdam y que los ingleses convertirían después en Nueva York), que Hudson explora el caudaloso río que lleva su nombre, siempre en la búsqueda de un paso intercontinental. Nuevamente sin éxito, regresa a Europa, pero al hacer escala en Dartmouth, las autoridades inglesas lo detienen brevemente  en el intento de confiscarle (sin lograrlo) el cuaderno de bitácora donde están registrados los pormenores de su expedición.

En 1610, el tozudo navegante emprende lo que sería su último viaje, de nuevo bajo bandera inglesa, y se dirige ahora a Terranova donde descubre y explora la inmensa bahía que también honra su memoria y en la que entra el 4 de agosto para recorrerla por cerca de tres meses.  El barco termina bloqueado por el hielo y eso le obliga a pasar allí todo el invierno en condiciones muy precarias, que le enajenan las simpatías de la tripulación deseosa ya de regresar a Inglaterra.

 Cuando, en la primavera de 1611, Hudson insiste en seguir buscando una ruta hacia el Pacífico, sus marineros se amotinan, se apoderan del barco y lo abandonan a la deriva, con su hijo adolescente y un pequeño grupo de personas leales o enfermas, en una barcaza descubierta con unas cuantas armas y provisiones, siendo esto lo último que se supo de él.

En los pocos años que duraron sus viajes, Henry Hudson fracasó en todos sus intentos de encontrar una vía más corta para llegar a China; pero, en esa búsqueda, descubrió o exploró las costas de vastos territorios que años después los ingleses tenazmente reclamarían.