Lo que pasa cuando un civil intenta usar un arma de fuego en defensa propia

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Es un debate infinito: cada vez que se produce una masacre en Estados Unidos, los defensores del derecho a portar armas, con la Asociación Nacional del Rifle a la cabeza, insisten en que las tragedias se evitarían si más personas estuvieran armadas. Del otro lado, claro está, se encuentran quienes defienden un mayor control de las armas en manos de la población civil.

Un reciente estudio de investigadores de la Universidad Mount St. Mary, divulgado por The Washington Post, muestra otro ángulo del complejo debate: por qué la gente no utiliza las armas en defensa propia con mucha frecuencia.

El estudio fue encargado por el Consejo Nacional de Acción por las Víctimas de Armas de Fuego, una organización en favor del control de las armas. Se reclutaron 77 voluntarios con diferentes niveles de experiencia en armas de fuego y cada uno participó en simulacros de tres escenarios: el primero era un robo de auto, el segundo un robo a mano armada en una tienda, y el tercero un hurto.

Para el experimento se usó un simulador de entrenamiento con armas de fuego en el Departamento de Policía del Condado de Prince George, en Maryland.

Los resultados no son muy sorprendentes: las personas sin entrenamiento con armas de fuego tuvieron un mal desempeño en todos los escenarios. No se cubrieron, no trataron de dar órdenes a sus agresores, dispararon a transeúntes inocentes o personas desarmadas, o no dispararon hasta después que –de acuerdo con el simulador- habían recibido disparos de los agresores.

El Consejo Nacional de Acción por las Víctimas de Armas de Fuego divulgó el video que ilustra los resultados del estudio, comparando cómo reaccionan los ciudadanos comunes y corrientes y los oficiales de policía ante una misma situación. Por ejemplo, en el simulacro robo de auto, el policía saca su arma, se cubre, y empieza a darle órdenes al ladrón para disuadirlo de atacar.

En cambio una mujer civil confrontada por el atacante permanece inmóvil y no llega siquiera a levantar el arma: ya le han disparado.

El estudio tiene la limitación de haber usado una pequeña muestra de participantes, pero a la vez muestra que si quieres ser capaz de utilizar un arma de fuego en defensa propia, la capacitación es clave para poder hacerlo.

La propia NRA ofrece una serie de cursos dedicados a la defensa propia pero a la vez se opone a leyes que exijan capacitación antes de vender armas.

De hecho, muchos estados permiten portar armas ocultas y sin capacitación o les permiten portarlas a las personas tan jóvenes como de 16 años. La mayoría de los estados no requieren que los propietarios de armas o compradores tengan licencia, y mucho menos capacitación. Y otros estados, como Arizona, han aprobado leyes que prohíben a las localidades imponer sus propios requisitos.