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La brecha salarial entre sexos no disminuye

Hace mucho rato que para nadie es sorpresa presenciar cómo las campeonas de tenis Serena y Venus Williams, entre otras, aprovechan las tribunas que les ofrecen los torneos recién ganados para manifestarse en contra de la disparidad salarial entre hombres y mujeres.

A este respecto, durante los últimos años hemos sido testigos de la batalla mediática para que torneos de primerísimo nivel como el celebrado en Wimbledom o el que tiene su sede en Nueva York, concedan beneficios de igual cuantía, sea cual sea el sexo del ganador.

Pero hasta ahora, dentro y fuera del tenis muy poco ha cambiado.

De acuerdo con un reporte hecho público por la Oficina del Censo de los Estados Unidos, la conocida como brecha salarial ha manifestado muy poco movimiento de retroceso, por lo que los parámetros que determinan esta modalidad de la discriminación siguen siendo prácticamente los mismos de hace diez años.

Mujer en su puesto e trabajo
Mujer en su puesto e trabajo


Se ha sabido, por ejemplo, que en 2013, entre trabajadores a tiempo completo todo el año, las mujeres ganaban el 78% de lo que ganaban sus colegas hombres en similares condiciones, según la Asociación Americana de Mujeres Universitarias.

El referido estudio ha emprendido una comparación de los salarios de hombres y mujeres, empleados a tiempo completo, nada menos que en 342 profesiones.

Y el resultado no puede ser más alarmante: solo en 9 de estos las féminas alcanzan salarios superiores a los de sus colegas hombres, como lo informa Catalina Rampell, del Washington Post. Si esta cifra de por sí ya no fuera exigua, en esas nuevas categorías las mujeres sobrepasan a los hombres por un margen monetario realmente pequeño.

Ahora bien, en los empleos mayoritarios dominados por los varones, la diferencia salarial con respecto a las féminas sí que es considerable.

Los sectores donde las mujeres aventajan ligeramente a sus colegas son la limpieza de vehículos y equipamiento, como asistentes de recursos humanos, como maestros en la educación especial, como consejeros o como lavaplatos…

Una mujer trabajando en el Servicio de Correo de EEUU en el Centro de Distribución de Chicago, el 17 de diciembre de 2012 (/AFP | Scott Olson)
Una mujer trabajando en el Servicio de Correo de EEUU en el Centro de Distribución de Chicago, el 17 de diciembre de 2012 (/AFP | Scott Olson)


¿Cómo se explica esto?

Según los especialistas, las mujeres tienden a asumir de manera altruista profesiones como la enfermería, la enseñanza y el trabajo en organizaciones no lucrativas; al tiempo que los hombres prefieren concentrar sus energías en actividades altamente lucrativas y menos altruistas.

La economista de la Universidad de Harvard, Claudia Goldin, cree que en el centro de la cuestión está el hecho de que los hombres y las mujeres conciben su tiempo de una manera diferente. Por ejemplo, las mujeres suelen organizar su tiempo libre en función de tener, cuidar y mantener a sus hijos, mientras que normalmente esto no es algo que los hombres asuman como suyo. Basada en el estudio de los mismos estudiantes graduados de Harvard, Goldin asegura que, tras 15 años de labor, quienes hicieron una pausa tuvieron que asimilar una bajada considerable en sus ingresos anuales.

Otra realidad es que las mujeres tienen menos probabilidades de negociar sus salarios que los hombres. Un estudio de 2007 arrojó que la mitad de los graduados hombres había negociado sus ofertas de trabajo, en comparación con una octava parte de los graduados femeninos. Un análisis llevado a cabo en Alemania concluyó que las mujeres son menos propensas a iniciar negociaciones salariales con sus empleadores.

Para Hannah Riley Bowles, profesora de Harvard, el rechazo de las mujeres a negociar con los patrones implica no pocas consecuencias. "En la mayoría de las empresas, quienes controlan los recursos organizativos y las oportunidades de progreso tienden a ser hombres", argumenta. "Si las mujeres están justificadamente menos inclinadas que los hombres a iniciar negociaciones con los hombres, entonces es posible que tengan menos oportunidades de aumentar su remuneración y el potencial de promoción."

Tal vez ello explique por qué las hermanas Williams y algunas otras de sus colegas de profesión aprovechen las cámaras para negociar a su manera, ante la prensa, cuando todavía el sudor de la batalla no ha sido contenido, de manera que algún día la brecha salarial entre sexos llegue a su fin.

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