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Investigadora intenta esconder su embarazo de las redes sociales e Internet

Como para demostrar que al final siempre nos convertimos en cifras y en potenciales consumidores, la socióloga Janet Vertesi, de la Universidad de Princeton, puso en práctica junto con su esposo una atrevida estrategia: esconder su embarazo, de manera a pasar inadvertida entre los poderosos tentáculos que la Internet ha generado.

Lo primero fue no hacer ninguna referencia a su embarazo a través de las redes sociales y solicitarles a familiares y amigos que se abstuvieran de cualquier gesto efusivo en Facebook o en el resto de los sitios de confraternización, tan de moda en los últimos cinco años. En un par de ocasiones tuvo que eliminar amigos de su lista, por temor a que estos reincidieran en sus comentarios.

Según una charla llevada a cabo durante la conferencia Theorizing the Web, la semana pasada en Nueva York, Vertesi acentuó su puntilloso cuidado en el uso de sus tarjetas de crédito, siempre que ella y su cónyuge realizaban compras en tiendas de maternidad y puericultura. La realidad es que los datos personales que una mujer embarazada deja tras su uso de una tarjeta magnética son revendidos por los bancos a las grandes marcas de productos para niños.

Si se asume que una pareja empieza a adquirir bienes de este tipo a partir de las primeras semanas del embarazo y hasta más o menos los tres años de nacido del menor, se comprenderá por qué los datos informáticos de un ciudadano común son vendidos a las marcas por unos diez centavos de dólar, mientras que los de una mujer en estado de gestación ascienden a la cifra de 1,50 dólares.

Este fue el desafío de Janet Vertesi: intentar pasar al menos lo más inadvertida posible, de manera a evitar verse bombardeada por publicidad durante esa etapa crítica y mágica de su vida, toda vez que los productores de bienes de consumo para la maternidad se afanarán en convertirla en una fiel consumidora.

Esta batalla suya, que al final se centra en la protección de la privacidad del individuo, ha arrojado datos alarmantes. Su conclusión es tajante: intentar ser invisible te vuelve sospechoso.

A pesar de utilizar el software de anonimación Tor, que habitualmente emplean los disidentes en los países con altos niveles de represión política, a la hora de realizar compras online, su empeño fue arduo.

En lugar de utilizar sus habituales tarjetas de crédito y de fidelidad, Vertesi y su esposo adquirieron tarjetas de regalo Amazon, de manera a que sus nombres no aparecieran en ninguna base de datos. Como mismo encargaron la entrega de las compras a un sitio neutral, en lugar de declarar su domicilio habitual.

Pero los resultados no siempre fueron los más agradables: cuando se aprestaban a adquirir un coche para niño por un valor de 500 dólares en la cadena de farmacia Rite Aid, fueron informados de lo inhabitual de semejante gasto en efectivo, lo que obligaba al comerciante a avisarle a las autoridades.

“Todo lo que hice para esconder mi embarazo me señalaba como una persona implicada en actividades criminales. Mientras uno más se resiste a dejar huellas, más es considerado como un mal ciudadano”, concluyó la profesora con un tono de dolor.

De ahí que su empeño porque las compras no sean más que un acto comercial, al final terminan alimentando lo que para muchos es un flagrante acto de vigilancia.