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Indigente drogadicto vs padre desamparado: un experimento social que te dejará impactado

El experimento social con sorpresivo final.

"A quién le darías una moneda: a un padre sin hogar o a un adicto callejero?" Con esta pregunta comienza el artículo que The Christian Science Monitor le dedica a uno de los fenómenos con los que vivimos a diario.

La polémica la ha suscitado Coby Persin, célebre por sus selfies y sus bromas virales en YouTube. Este joven neoyorkino de 21 años  se propuso llevar a cabo un curioso pero no menos profundo experimento social.

Durante una hora, Persin se apostó en una de las arterias más concurridas de la Gran Manzana, solo, sucio, desarrapado, con un cartel de cartón en donde había escrito: INDIGENTE NECESITA DINERO PARA HIERBA, DROGAS Y ALCOHOL.

Horas más tarde, Persin mantuvo la misma indumentaria, pero cambió el mensaje de su cartel: PADRE SOLTERO Y SIN HOGAR NECESITA DINERO PARA SOSTENER A SU FAMILIA. Como agregado no menos importante en la escena, Persin se hizo ayudar por una niña, también desarrapada, que se acostó a sus pies.

Tal vez la idea de este personaje de las redes era solamente probar las reacciones de la gente ante ambos fenómenos, pero seguramente tanto él como nosotros estaremos ahora mismo boquiabiertos ante el resultado de semejante experimento social.

Resulta que, como puede verse en las imágenes, mientras Persin fingió ser un adicto sin hogar, recibió el apoyo, tanto verbal, como financiero, de un grupo de las personas que pasaban a su lado. Por otra parte, cuando se apostó con una niña a sus pies y actuó a la manera de un padre desempleado y en apuros, nadie se atrevió a entregarle ni una moneda. Todos pasaban, todos miraban y juzgaban, pero nadie se decidió a realizar una obra de caridad.

Lo interesante de la escena se produce cuando una mujer acompañada por un perro, justamente otra persona sin hogar, se le acercó, le dijo unas palabras de apoyo, lo convocó a orar por ellos y le entregó todo el dinero que ella misma había hecho a lo largo de ese día, pues, según dijo, “usted y su hija lo necesitan más que yo”.

Acto seguido, Coby Persin se levantó, se identificó ante la mujer, le explicó de qué iba su experimento y le regaló nada menos que 100 dólares, tras lo cual se despidieron con un abrazo.

Interrogado por The Christian Science Monitor, el teniente coronel Ron Busroe, Secretario de desarrollo y relaciones con la comunidad de la Sede Nacional del Ejército de Salvación, llama entonces la atención sobre el hecho de que quienes expresaron su simpatía por el Persin-adicto eran fundamentalmente gente joven, con un posible contacto real con las drogas y el alcohol, que reaccionan de esa manera solidaria sobre todo como contribución a la honestidad del drogadicto o el alcohólico que no miente y que confiesa sus vicios.

Por otra parte, la reacción colectiva de rechazo o evasión ante la escena del padre desamparado con su hija se explicaría en la pregunta que automáticamente todos nos hacemos sobre por qué ese padre a todas luces joven y saludable estaría sometiendo a su hija a semejante calvario, cuando tal vez existan otras opciones, como buscar un empleo, sea donde sea.

Además, suele ocurrir, según Busroe, que muchas personas tienden a considerar que en casos como este ciertos padres prefieren explotar a sus hijos, en lugar de cuidarlos y garantizarles el alimento que merecen.

En sentido general, de acuerdo con el entrevistado, el experimento revelaría el hecho de que mientras más alejadas están las personas, desde el punto de vista económico, de la realidad de las calles, menos tendencia tienen de hacer obras de caridad. De manera que “las personas que viven en el día a día son más capaces de identificarse con las necesidades de las personas sin hogar”.

Esto explica que, como testimonia Busroe, el Ejército de Salvación habitualmente tenga más éxito cuando durante Navidad instala un punto de donaciones a las puertas de una tienda Walmart, que cuando lo hace delante de un establecimiento de lujo.

Entrevistado por el portal RT, Coby Persin confesó haberse sorprendido por los resultados del experimento social.

“Lo más impactante –argumenta— ocurrió cuando pasaban otros padres con sus hijos, y me miraban, y sus hijos también me miraban, y simplemente siguieron su camino como si yo fuera invisible con mi falsa hija indigente”.