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Protesta al desnudo en Venezuela

Al principio fue un desnudo brutal, obligado, a la fuerza. Se trató de un joven estudiante que fue golpeado y desnudado completamente dentro del campus de la Universidad Central de Venezuela (UCV), por los llamados “colectivos”, grupos de encapuchados simpatizantes con el gobierno de Nicolás Maduro.

Estas imágenes recorrieron el mundo gracias a los teléfonos móviles y a las redes sociales. Peculiar forma esta de represión, que busca desestabilizar emocionalmente al opositor al dejarlo desprovisto de sus ropas; para colmo, no se trata de policías ni de militares –quienes tienen prohibido el acceso al recinto estudiantil gracias al estatus de Autonomía Universitaria--, sino de grupos civiles paramilitares que de los que ni siquiera se sabe de dónde provienen.

Lo más relevante está en que en pleno siglo XXI, gracias a la tecnología y a Internet, ya casi se hace imposible la impunidad de quien agrede con la más extrema violencia. La misma noche de aquel desnudo, Ricardo Cie, de 44 años, creativo en una agencia de publicidad, concibió la idea personal de hacerse una foto en donde, a través de su desnudez, se solidarizaba con lo que le había ocurrido al anónimo joven maltratado en la UCV.

A partir de ahí se sumaron otros colegas, hasta que al final fueron 16 personas, entre hombres y mujeres, jóvenes y menos jóvenes, delgados, fornidos... Y como para poner a prueba la capacidad de las nuevas tecnologías para delatar las injusticias, cada uno de los implicados subió las imágenes a su cuenta privada de Twitter, con lo que lograron una proliferación considerable de retuiteos.

Según estimados de Sysomos, una compañía de análisis de medios sociales, en algo más de 72 horas, el hashtag #MejorDesnudosQue, sobrepasó las 200.000 menciones.

"La acción ha tenido un impacto bastante fuerte", ha reconocido el propio Ricardo Cie en conversación con El Viralero a través de Twitter; "en la gente, que se sumó con su foto espontáneamente y utilizando el hashtag en protesta".

Lo cierto es que la relación entre las redes sociales y este modo de protesta se ha hecho mayor. Si bien en un inicio, esta desnudez fue mal acogida por ciertas zonas de la sociedad en Venezuela, la ola se ha hecho mayor, y como la indignación contra la falta de voluntad para la negociación del gobierno de Maduro ha ido in crescendo, es entonces que se hace más habitual la apelación al cuerpo, a la piel y a la herida por parte de quienes no descansan en su protesta.

"Decenas de fotos siguen apareciendo en la red", señala Cie. "Hemos recibido, por supuesto, quejas y comentarios de gente que no le gustó la campaña. Y eso está muy bien. Mal podemos hablar de libertad si luego queremos que a todos les guste lo que hacemos. El gobierno, que yo sepa, no se ha manifestado. Simpatizantes del gobierno sí, pero sin contundencia (solo de modo personal: a mí que estoy viejo para la gracia, a otra persona le han dicho gorda...), sin atacar al concepto de la protesta".

Casi dos meses después del inicio de las manifestaciones urbanas en las principales ciudades de Venezuela, otra guerra, esta vez visual, se produce entre móviles y aparatos portátiles, la batalla de los hashtag; un fenómeno que el difunto Hugo Chávez, responsable histórico de la polarización que padece el país sudamericano desde hace más de una década y principal promotor del uso de Twitter hace ya cuatro años, nunca llegó a imaginar.