El hombre que le debe la vida a un tiburón

Eugene Finney fue a visitar a sus padres en California durante este verano y no pudo resistirse a la tentación de ir a la playa.

La herida que recibió Finney en su espalda
La herida que recibió Finney en su espalda

Retozando en el agua con su hija Temple, de 10 años, Finney sintió un potente y sorpresivo golpe en su espalda. "Yo diría que fue como ser golpeado por una tonelada de ladrillos, o por un auto, pero no era eso", recordó en declaraciones a The Washington Post. "Nunca antes recibí un golpe así”, y este por supuesto lo hundió.

El hombre de 39 años logró vencer el dolor punzante, subió a la superficie y lentamente se dirigió hacia la orilla. Cuando dio pie y comenzó a caminar, su hija le dijo que estaba sangrando. Se dirigió a las duchas a enjuagarse y al regresar, su novia Emeline, y su hijo pequeño, Turner, le aseguraron haber visto las aletas dorsales características de un tiburón cerca del sitio donde Finney y Temple habían estado antes.

Los salvavidas cerraron la playa y la familia regresó a su casa.

Al día siguiente, Finney vio reportes en la televisión sobre la presencia de un tiburón en la playa donde había estado horas antes. Fue solo en ese momento que consideró la posibilidad de haber sido atacado por una de esas bestias marinas.

Pero no buscó tratamiento inmediato para su lesión, y la familia regresó a Massachusetts. El viaje de regreso se convirtió en una pesadilla: los cambios de presión en el avión exacerbaron el dolor de Finney. El lunes siguiente acudió al servicio de urgencias en el Hospital St. Elizabeth, en Brighton, temiendo un ataque al corazón o algo peor.

Los médicos le hicieron un estudio exhaustivo y comprobaron que sólo tenía hinchazón y moretones alrededor de su corazón, algo que se podría curar con medicamentos para el dolor y 10 días de reposo en cama. Pero descubrieron algo más: un pequeño tumor en el riñón izquierdo, del tamaño de una nuez. No parecía benigno.

Tres semanas después se repitió la prueba, conocida en inglés como CT scan, y acudió a la oficina del médico Ingolf A. Tuerk para un diagnóstico. “No te vas a morir”, le aseguró Tuerk.

El 22 de septiembre, poco más de un mes después del incidente en la playa, el médico operó por mínimo acceso a Finney y le extrajo el tumor que en efecto resultó ser canceroso. La buena noticia es que ya su cuerpo está libre de células malignas y los especialistas no creen que vaya el cáncer vaya a retornar.

"Recibí un mensaje de la madre naturaleza. Eso es lo que se inició esta serie de acontecimientos que me llevaron al hospital para hacerme saber acerca de esto”, reflexionó Finney.  

De no haber ocurrido el presunto ataque de tiburón, nunca habría ido al hospital y el cáncer no habría sido detectado de forma temprana. El hombre cree que habría seguido llevando una vida normal mientras las células malignas se extendían por su cuerpo, y sólo lo habría notado muy tarde. “Habría comenzado a perder peso y ponerme enfermo y en ese punto, hubiera sido demasiado tarde”, dijo.

De modo que se entienden sus sentimientos por el animal que lo atacó. “Si pudiera encontrar este tiburón y darle un abrazo, lo haría", aseguró Finney.