Melody Winning, una activista en Boston dispuesta a que vote todo el mundo, y que no gane el peor

Por Juan Antonio Giner

Centenares de miles de voluntarios a lo largo y ancho de los Estados Unidos han hecho lo posible y lo imposible para que el mayor número de norteamericanos voten hoy en las elecciones presidenciales, en este "primer martes después del primer lunes de noviembre". Estos activistas anónimos son los verdaderos héroes de la jornada electoral. Y mi amiga Melody Winning es una de ellas.

Frágil, pero dinámica y avispada, Melody me inunda desde hace días con documentos y mensajes advirtiéndome sobre posibles irregularidades, manipulaciones u obstrucciones a la hora de votar.

Si hubiera vivido en la época de las sufragistas, esta mujer hubiera sido un personaje de armas tomar.

Melody estudió en Wisconsin y luego hizo un máster en informática en New York State University donde su actual marido, Vincent Giuliano, que había sido el primer doctor de ciencias de la computación  de la Universidad de Harvard, era decano de esa Facultad.

Yo les conocí en 1994 durante mi estancia en Harvard y esta pareja, ya jubilados, sigue tan activa e inquieta como siempre.

Anteanoche cené con ellos en el Legal Seafood de Harvard Square y Melody me dijo: "Mañana tienes que venir a visitar nuestras oficinas para que veas lo que hacemos". Y eso es lo que ayer hice: recorrer con ella varias sedes de activistas.

En todas ellas reinaba un silencio expectante y una furia telefónica notable. En mesas esparcidas por esas bajeras de Cambridge, una mayoría de mujeres -vi pocos hombres- jubiladas y jóvenes estudiantes, llamaban a electores registrados animándoles a votar, ofreciéndoles servicios de guardería o de transporte si los necesitaban. "Muchas de nosotros hacemos estas llamadas desde casa y también desde nuestros ordenadores, así que cada vez es menos necesario venir a las sedes de los partidos".

En una sede demócrata de Massachusetts Avenue donde reinaba una actividad frenética se me acerca una jovencita que dice ser abogada y me dice que no estoy autorizado a hacer fotos dentro del local. Su jefa se acerca al ver mi cara de asombro. "No podemos tampoco hacer declaraciones sin autorización de nuestra oficina de prensa". Le digo que me sorprende que la abogada quiera borrarme las fotos que hice. "Eso está también prohibido". Me pide mi nombre y llama por un celular a sus jefes de prensa para ver qué hacer con este periodista. Le digo que no tengo la menor intención de borrar las fotos, y que eso sólo ocurre en Rusia o China. A la pobre casi le da un soponcio verse equiparada a semejantes burocracias, y yo le hago un gesto a Melody y nos vamos para no molestar mas.

Aquí van algunas de esas fotos bien inocentes pero que estuvieron a punto de llevarme al paredón de estos demócratas tan observantes.

Vincent y Melody votarán hoy por Obama como presidente y por Elizabeth Warren como senadora de Massachusetts, una elección clave para asegurar la mayoría demócrata en la Cámara Alta del Congreso.

La campaña de Warren ha sido la segunda más cara de la historia del Senado norteamericano. Cuando hace algo más de dos años falleció Ted Kennedy, que era casi un senador vitalicio, populista, mujeriego y borrachín, católico y sentimental, Scott Brown, un republicano moderado y guaperas que había posado en canicas en la revista Cosmopolitan, le arrebató en un "plis plas" el escaño a los demócratas.

Elizabeth Warren es una profesora de Harvard que Obama, tras la crisis financiera de 2008, propuso como posible directora de una nueva agencia para la defensa de los consumidores. Pero los republicanos  del Congreso la tumbaron no confirmando su nombramiento, y esta es la revancha de los demócratas.

"Brown y Warren -me dice Melody- están muy igualados en las encuestas, así que la movilización de los votantes es clave".

Melody lleva semanas yendo casa por casa, puerta a puerta, para convencer a sus vecinos para que hoy voten por Obama y Warren. "Esto es lo más efectivo porque la gente empieza a estar ya harta de las llamadas telefónicas, muchas de ellas hechas por robots, lo mismo que con la publicidad en televisión.  Yo recibo en casa una media de 10 llamadas por día pidiendo mi voto. Y mi madre que vive en Michigan está todo el día bombardeada con llamadas y spots de televisión que la tienen medio loca".

En Ohio, demócratas y republicanos, se han gastado en total unos 216 millones de dólares en propaganda electoral; en Florida más de 204 millones y en Colorado han superado los 78 millones.

Vincent da por bueno semejantes excesos y me cuenta que Obama debe ganar para poder acometer cuatro reformas radicales y necesarias que en su primer mandato no pudo, o no quiso hacer: primera, meterle mano al presupuesto del complejo industrial-militar; segunda, ponerle coto a la venta y posesión de armas; tercera, acabar con la pesadilla de un sistema penitenciario donde el 80% son prisioneros de color; y cuarta, luchar de verdad contra la polución y la contaminación del medio ambiente. "Si hiciera esto, sería un gran presidente, pero para eso debe ser mucho más valiente y agresivo de lo que ha sido".

Melody asiente y, feliz, me dice: "no te puedes Juan Antonio ni imaginar la emoción y alegría con que votan por primera vez los jóvenes y los que consiguen la nacionalidad. A esos no hay que animarlos. Esos votan solos".

Y para el resto están estas las sufragistas como Melody.

Sobre el autor de esta entrada:

Juan Antonio Gine

r es un periodista español que reside en Gran Bretaña y ha cubierto varias elecciones presidenciales en Estados Unidos, fundador y presidente del INNOVATION International Media Consulting Group (Londres). 

Fue profesor y vicedecano de la Escuela de Periodismo de la Universidad de Navarra (España), ha sido profesor visitante en las universidades de Columbia (New York) y Stanford (California), y Senior Research Fellow en la Universidad de Harvard.

Autor de La Revolución Empieza en Harvard, es editor desde 1999 de los informes mundiales sobre Innovations in Newspapers y desde 2011 de Innovations in Magazine Media. Escribe el blog personal Periodismo Caviar y cree que "el buen periodismo es siempre un buen negocio".

Ilustración (Luis Grañena)