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Esteban Arce, el mayor inquisidor que ‘cuida’ a México

Imagen tomada de YouTube
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Bastó que la Suprema Corte de Justicia de la Nación otorgara un amparo a cuatro personas para el uso recreativo de la marihuana para que los demonios se desataran. Tal resolución, que no fue unánime, les permite a ese cuarteto sembrar marihuana y hacer con ella lo que se les dé la gana, desde fumarla hasta hacer pastelitos con chocolate, siempre y cuando sea para su propio consumo.

Pero más tardaron los jueces en emitir su fallo que las reacciones llenas de histeria en aparecer. Por un lado, la Presidencia de México se apresuró a aclarar que el hecho es un caso aislado y que consumir marihuana sigue siendo un delito, quizás ante el temor de que multitudes de frenéticas y potenciales se lanzaran a la compra de semillas y saturaran el cielo con sus exhalaciones. Algo así como cuando los alemanes se apresuraron al tirar el Muro de Berlín ante una simple declaración.

Sin embargo, quien más virulencia creó al respecto fue el conductor de un noticiero matutino de la cadena Televisa, Esteban Arce,  al escribir en su cuenta de Twitter lo que pensaba sobre la decisión de la Corte.

Palabras más, palabras menos, calificó a los magistrados de “marihuanos”, haciéndoles un recuento de lo que han aprobado en años recientes, permitiendo así la legalización del aborto, la liberación de la francesa Florence Cassez acusada de secuestro y las adopciones por parejas homosexuales.

Imagen tomada de Twitter
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Por supuesto que lo que piensa el conductor de ‘Matutino Express’ no es de su exclusividad, sino algo que comparte un gran sector de la población con respecto a ciertas libertades que consideran un perjuicio para la sociedad. Que lo diga tampoco debería ser un problema, toda vez que para eso funciona la libertad de expresión. Lo curioso es que lo haga a conveniencia.

Vamos por el principio. Esteban Arce no es precisamente un líder de opinión, es decir, no es alguien que porque diga o deje de decir algo va a cambiar al mundo, de tal forma que sus comentarios normalmente o se toman a mofa o sirven para ejemplificar la visión más radical de ciertos asuntos. En su caso, se ha erigido como un ‘defensor’ de las buenas conciencias y sanas costumbres (de acuerdo a lo que él cree que significan), un católico declarado que va en contra de lo que su fe y sus principios le dictan. Hasta ahí todo va bien, uno diría que hasta es congruente, pero entonces uno se atreve a mirarlo en su segmento televisivo y se da cuenta que no es así.

No lo es porque quien, como un servidor, tiene edad suficiente para recordar de dónde viene, rememora que él, junto a otro conductor protagonizaron por años un programa nocturno llamado ‘El Calabozo’, cuyo éxito se basaba esencialmente en romper las reglas y justamente, no ser lo correctos que para la década de los 90 se esperaba. En dicho show se burlaban de quien pudieran, y se mofaban de estereotipos a un nivel que hoy traerían a la Conapred de cabeza.

Uno diría que quizás Esteban Arce se volvió un católico a ultranza, de esos casos en los que después de representar el límite del despapaye reencarrilan su vida haciendo lo opuesto. Pero justamente en su actual programa puede verse que la diferencia no es mucha con lo que hacía hace más de 20 años, eso sí, cubriéndose de un tono moralista que gusta de evidenciar a quien opine diferente, sobre todo en los temas que antes ya hemos mencionado.



Ahora bien, una de las cosas que más caracteriza a este tipo de personas es que mientras ponen el grito en el cielo por cada medida que sienten les mueve el mundo encaminándonos a Sodoma y Gomorra, tienen una facilidad para sufrir un Alzheimer selectivo, haciéndose de la vista gorda hacia situaciones que avergüenzan a su mismo gremio. Es decir, no lo vemos como defensor de lo sano y puro señalando actos de abuso sexual por parte de la Iglesia Católica.

No es exclusivo de México que alguien tenga un espacio en la televisión para exponer sus puntos de vista, incluso, parece que hay toda una intención en tenerlo a él ahí haciéndola de inquisidor mayor. El problema es cuando sus opiniones se vuelven discursos de odio ante su falta de argumentos, lo único que hace es descalificar a quienes le parecen diferentes o no tienen una filosofía de vida apegada a la suya.

Calificar por ejemplo a las parejas homosexuales como XXX (triple equis, es decir, porno) no solo habla de sus miedos e intolerancia, sino de la anquilosada y anacrónica vivencia de alguien que clama porque este mundo o al menos el país, sea como hace siglos (no milenios, porque entonces le daría un infarto al saber que los griegos veían la homosexualidad como algo cotidiano).

Nadie va a cambiar la percepción de Esteban Arce con respecto a sus fobias, ni nadie debería tomarse esa inútil molestia, pero él sabe muy bien que su espectro de audiencia no es pequeño y no busca convencer tampoco a sus detractores ni a sus fieles seguidores, sino a quienes no cuentan con la suficiente información para tener un criterio propio y que precisamente caen como víctimas de sus discursos facilistas ante situaciones complejas.

El caso de la marihuana es eso. Un tema tan complejo que reducirlo al aspecto de que quien la consume habla como idiota es negar al ser humano y más en específico a los mexicanos una capacidad de libre albedrío (algo que según la fe católica, es un regalo de Dios, hasta para hacer cosas malas) para decidir si la fuman o no.  Que este disponible no significa que todos la vayan a consumir. Así como hay millones que no fuman ni toman alcohol, habrá quien ni siquiera tenga el mínimo interés en probar la marihuana.

Lo curioso es que mientras llevamos décadas con este debate, es un producto que se consume más de lo que uno quiere reconocer, provocando con su actual prohibición más que un alto al narcotráfico  un mercado negro que se presta a la extorsión de quienes la fuman sin perjuicio para nadie o a llevarlos a procesos judiciales que llenan las cárceles de gente arrestada por ese delito.

Poder decidir es sin lugar a dudas el mayor de los logros en cualquier aspecto. A quién querer, dónde vivir y trabajar, con quien y cómo tener placer, procrear o no hijos y qué fumar han sido dejados al libre albedrío de cada quien, siempre con la conciencia de que es bajo nuestra educación particular lo que decidiremos hacer. Pero eso implica una responsabilidad individual y eso, es algo que muy pocos quieren tomar. 

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