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Cómo acosar sexualmente a su colega sin morir en el intento

Imagen tomada de Twitter
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La cosa al parecer es muy sencilla, más aún si usted trabaja en televisión para una de las cadenas más grandes de Latinoamérica. Basta con que haga exactamente lo que ya sabe que está penado por la ley de su país y la mayoría de las naciones del mundo occidental y actúe de manera anacrónica,  es decir, como allá por el siglo XVI o en algún sitio del planeta en esta época, donde haga lo que haga a usted no le pasará nada por el simple hecho de que usted es hombre.

A estas alturas no le debe ser ajeno el patético episodio transmitido al aire por la empresa Televisa en Ciudad Juárez, donde en vivo el conductor Enrique Tovar acosó sexualmente a su compañera de pantalla, Tania Reza, a través de insinuaciones, acercamientos, tocamientos y un lenguaje soez, mostrándonos una vez más que hay personas que en lugar de mostrar el cobre enseñan el peltre.

El video del lamentable hecho empezó a circular provocando críticas de medio mundo (medio mundo es literal), motivo por el cual propició una ‘exhaustiva’ investigación de la empresa en cuestión, tan meticulosa, que primero señaló que había sido un montaje por parte de los conductores para crear un contenido ‘viral’, reconocido por ellos en una grabación realizada ex profeso para después despedir a ambos.



Sin embargo, como es la televisora que despierta consciencias preguntando al público si ‘tiene el valor o le vale’ su decisión provocó aún más críticas por el hecho de poner de patitas en la calle a la que en evidencia era una víctima de alguien que hace bajo uso de su región cerebral, por lo que en menos de 24 horas cambió su versión de los hechos, diciendo que la culpa era del productor del programa como mente siniestra del numerito, por lo que echó de sus instalaciones al autor de la idea y reinstaló a los protagonistas del show, dando así por cerrado el asunto.

Con esas versiones tan contradictorias, donde a todas luces se mostró que la intención era hacer un control de daños y no tomar cartas en el asunto de manera responsable, lo único que hizo Televisa fue dar un manual de cómo poder sobrepasarse con alguien sin pagar las debidas consecuencias. Es decir, basta con decir que fue actuado, un chistorete, una ocurrencia, para que todos queden ‘tranquilos’ y aparte les agradezcan las horas de ‘diversión’ con uno de los temas (violencia hacia la mujer) que por ser tratados de esa forma, han derivado en otro tipo de casos, como el número creciente de feminicidios en ciertas zonas del país.

imagen tomada de Twitter
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Porque justamente, se quiso y se quiere hacer pasar como un asunto de ‘entretenimiento’ algo que cae en una problemática social que por su gravedad ha propiciado la creación de fiscalías y organismos especializados en la atención a víctimas de abuso. Que esas situaciones pasen en la pantalla es peor, pues reproducen esa falsa creencia de que ‘por un asunto cultural’ los hombres actúan de una forma, por su instinto de macho incontrolable que 'halaga' a todas con miradas morbosas, manoseos que dicen son caricias y palabras degradantes que argumenta como piropos. Y por eso mismo las mujeres se friegan. Porque aquí les tocó vivir.

Que me disculpen, pero ya va siendo hora de que todos comprendamos que cuando alguien, cualquiera sea su sexo o género, dice NO, es NO. Y en las imágenes que todos vimos esa palabra se escucha en más de una ocasión. El derecho a decir NO es algo inalienable que se antepone ante toda muestra, por ‘simpática’ que quiera hacerse pasar, de agresión hacia nuestra persona, porque nos negamos a algo bajo la consciencia de que nos incomoda, nos lastima, nos hace daño.

Podrán decir lo que quieran todos aquellos que de forma sorprendente han justificado el actuar del presentador, con dichos como “así se llevan”, “es la dinámica del programa” o “no es la primera vez que la tocaba y antes no se había quejado”. Volvamos a dejarlo claro, uno puede estar ya en la cúspide del acto amatorio y si alguien de repente dice NO, ahí se termina todo. Seguir adelante sin el consentimiento de la otra persona es un delito. No hay más.

La actitud de Enrique Tovar evidencia no solo su deficiencia cultural y cívica, sino un comportamiento que hace a uno preguntarse, ¿si así se comporta cuando todos lo están viendo, cómo será cuando nadie lo hace? En el segundo video, en el de la explicación, puede apreciarse que esas manías a ver el acoso como una gracia es algo recurrente y la culpa la siguen teniendo tanto él como todos los que se lo permiten. Incluida su empresa.



La solución ‘salomónica’ de Televisa de reincorporar a ambos en el mismo programa ‘castigándolos’ con la obligación de decir en sus segmentos frases o mensajes contra el acoso sexual no solo evidencia la tolerancia de una televisora con ‘doble moral’, donde se preocupa por los  millones de pobres que no podrán ver su señal de concretarse el apagón analógico al mismo tiempo que no le importa en lo más mínimo el tipo y calidad de contenido que les muestra. Es como decir, ni modo, son pobres, que se aguanten con Laura Bozzo. Y con Enrique Tovar.

Más feo aún, decirle a la conductora afectada que tendrá que trabajar con la misma persona que la agredió es como quien sentencia a una mujer golpeada o a un niño abusado a seguir viviendo con el mismo esposo/padre. Porque es él quien los mantiene y porque les pega porque los quiere.

En el supuesto de que todo haya sido una escenificación (me niego a reconocerlo porque sería como admitir que el nivel de perversión por parte de una televisora y quienes ahí laboran  ha llegado a casos extremos y eso que no se me olvida el caso Florence Cassez, pero allá ellos y sus 15 nefastos minutos de fama), y Tania Reza se mantenga con esa versión, pese a haber insinuado que fue obligada a autoculparse, la peor parte no se la llevaría ni siquiera ella, sino todas aquellas personas que viven situaciones reales de abuso y que enfrentan a autoridades llenas de prejuicios y estereotipos que ven como algo normal frases como “está hormonal” o “se le subieron las ubres” (pido una disculpa en nombre de todos los periodistas del mundo, pero nuestro trabajo a veces requiere reproducir este tipo de sandeces).



Que los hechos se suscitaran en Ciudad Juárez le da incluso otro significado, siendo el lugar donde el número de feminicidios lo ha puesto en la mira mundial, con cientos de mujeres que perdieron la vida porque se convirtieron en el objeto desechable de alguien.

Que el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred) y la Secretaría de Gobernación (que se supone es la principal entidad del gobierno federal en materia de política interior) se hayan pronunciado sobre el asunto con una crítica, una queja levantada por oficio y la promesa de una investigación nos debería dar cuenta de que esta penosa situación es preocupante porque si la mayor empresa de Latinoamérica deja que esto pase en pantalla y su reacción es solo darle un ‘manazo’  al que lo hizo, entonces qué se puede esperar en lugares más pequeños, en una escuela, en la casa misma.

A todos los que quieren darle una vuelta de hoja les conviene tratar este episodio como una anécdota de entretenimiento, del mundo escandaloso del espectáculo. De hecho, muchos medios en lugar de darle seguimiento al hecho mejor sacaron las fotos de la conductora en traje de baño. Para darle contexto, hágame el favor. Y si nosotros, sociedad, periodistas, autoridades, dejamos que esto se maneje de esa forma, la afectada (o beneficiada en este caso) no será ni Televisa, ni Tania Reza nada más. Sino todos nosotros y en el muy corto plazo. Porque el abuso sexual no es entretenimiento. No es divertido. Es algo serio. Y la muestra son millones de personas que todos los días lo sufren y no se ríen de eso.

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