¿Dónde está más amenazada la naturaleza?

Tres artículos distintos, publicados casi a la vez, dan una imagen general de la situación de la conservación de nuestro planeta

En algunas ocasiones, aparecen casi simultáneamente varios artículos que tratan el mismo tema desde distintos enfoques, y con distintos experimentos. Muchas veces son especiales que preparan las propias revistas, otras es casualidad. En esta ocasión se trata de un poco de ambas cosas, y la imagen general que pintan no es muy bonita. La conservación de nuestro planeta se está poniendo cada vez más complicada, o al menos eso exponen tres artículos recientes.

Los mares tropicales, los más amenazados

El turismo constituye una de las mayores amenazas para los mares tropicales y sus especies
El turismo constituye una de las mayores amenazas para los mares tropicales y sus especies

El primero de los artículos de los que vamos a hablar se centra en el peligro de extinción de especies marinas. Y los resultados son claros: los ecosistemas más amenazados son los mares tropicales.

Para llegar a esta conclusión, los científicos han analizado datos de todo tipo – como rango ecológico, tamaño medio, tipo de organismos, dependencias entre ellos – en los mares y océanos. Y no únicamente datos actuales. También algunos extraídos de restos fósiles y sedimentarios de hasta 23 millones de años.

Y si la conclusión es clara, el motivo también. Básicamente, este tipo de ecosistemas marinos son los más afectados por las actividades humanas. Tanto de manera directa – sobrepesca, destrucción del hábitat – como indirecta, vía contaminación o cambios en la atmósfera.

Cuanto menos conocido, más en peligro

Vista general de una cadena montañosa cercana a Wanganui, en la isla Norte de Nueva Zelanda, en marzo de 2006. En este archipiélago se encuentran muchos hábitats únicos.
Vista general de una cadena montañosa cercana a Wanganui, en la isla Norte de Nueva Zelanda, en marzo de 2006. En este archipiélago se encuentran muchos hábitats únicos.

Sin embargo, el segundo estudio expone casi lo contrario. Que los ecosistemas que más en peligro están, y donde más especies van a desaparecer, es en las zonas menos conocidas. Para ello se basan en un tipo de estrategia de estudio conocida como meta-análisis.

Esta técnica consiste en emplear datos recogidos por distintos grupos de investigadores, publicados en otros lugares, para llegar a una serie de conclusiones generales. Antes de hacerlo, obviamente, hay que conseguir que los datos sean comparables. Pero la certeza de este tipo de análisis, cuando se hacen bien, es incontestable.

Los resultados son claros. Las especies más amenazadas se encuentran en hábitats únicos, de los que sólo aparecen en una determinada zona del planeta. Y como puede resultar lógico, este tipo de ecosistemas se conocen mucho peor que los más generales. Lo que termina de complicar las cosas es que en estos sitios únicos hay especies únicas, muchas veces sin ningún pariente; y al mismo tiempo muchas especies, ya que suelen ser lugares de altísima biodiversidad.

Paisajes vacíos, el gran problema

Cebras en el Parque Nacional de Nairobi (Xinhua/Yang Yang/IANS)
Cebras en el Parque Nacional de Nairobi (Xinhua/Yang Yang/IANS)

El último de los artículos se centra en un concepto que resulta difícil de explicar. Es el de “paisajes vacíos”, y hace referencia al impacto que tiene la desaparición de ciertas especies sobre el conjunto del ecosistema en que participan.

El trabajo se centra en los grandes herbívoros, concretamente en los africanos y asiáticos. Animales del tipo de las cebras, rinocerontes, camellos, elefantes y tapires. Todas estas especies afectan de manera notable a la estructura de los ecosistemas. Y todas ellas están amenazadas.

¿Qué supondría que desapareciesen? Dejarían sus paisajes vacíos. Los arbustos comenzarían a crecer, desplazando a las hierbas. Esto afectaría de manera muy importante a los pequeños herbívoros, y a los insectívoros.

Si desaparecen los grandes y los pequeños herbívoros, y también los insectívoros, no quedaría nada sobre lo que depredar. Lo que sería una muy mala noticia para los leones, tigres, guepardos y cualquier especie de carnívoro. El ecosistema iría quedando, cada vez más literalmente, vacío.

Este problema no existe en Norteamérica. Esencialmente porque todos los grandes herbívoros han desaparecido ya, y el paisaje y los ecosistemas han cambiado radicalmente. Y si algo se aprende de ello, es que no tiene vuelta atrás.