¿De verdad han encontrado el "interruptor de la consciencia"?

Imagen: Orange Steeler (Flickr, CC)
Imagen: Orange Steeler (Flickr, CC)

La idea de que existe algún lugar del cerebro en el que se esconde la clave de la consciencia no es nueva, y en ocasiones ha sido utilizada por muchos para introducir ideas erróneas que nada tienen que ver con la neurociencia. Pero el empujón definitivo se lo dio un científico de renombre como Francis Crick, codescubridor de la doble hélice del ADN, quien en sus últimos días publicó un trabajo junto a Christof Koch en el que hablaba de un región en mitad del encéfalo llamada "claustro", que podía funcionar como una especie de integrador de los procesos conscientes y tener la clave del funcionamiento de nuestra mente.

La obsesión de Crick por este tema era tal que, según su viuda, en su lecho de muerte tenía conversaciones imaginarias con su colega sobre el papel de esta región en las profundidades del cerebro. Este pequeño núcleo, publicaban en su trabajo, estaba perfectamente interconectado con las principales áreas de la corteza cerebral y actuaba como una especie de "director de orquesta", coordinando todas las señales para hacer posible la experiencia consciente. A pesar de lo prometedor del asunto, durante años se han podido hacer muy pocos experimentos en humanos - debido a la falta de casos que sirvan para estudiarlo - y los experimentos con animales contradecían las observaciones de Crick y su socio. Hasta hace unos días.

El equipo de Mohamad Koubeissi, de la UniversidadGeorge Washington, publica en la revista Epilepsy & Behavior el caso de una mujer de 54 años con epilepsia a quien en las pruebas preliminares pudieron estimular eléctricamente el claustro y observar sus reacciones. Efectivamente, tal y como cabría esperar atendiendo a las predicciones de Crick y Koch, cuando a la paciente le estimulaban eléctricamente esta región del cerebro la mujer perdía la consciencia súbitamente y se quedaba como en blanco, sin responder a ningún tipo de estímulo y cuando cesaba la estimulación, despertaba de su letargo sin recordar lo que había sucedido.

Después de descartar que el fenómeno sea un efecto secundario de los ataques epilépticos y tras comprobar que se repetía en distintos intentos durante dos días, los científicos consideran que su hallazgo apoya la hipótesis de que el claustro tiene un papel vital a la hora de disparar la experiencia consciente. "Yo lo compararía con el funcionamiento de un coche", dice el propio Koubeissi en New Scientist. "Un coche en la carretera tiene muchos componentes que facilitan el movimiento - la gasolina, la transmisión, el motor - pero solo hay un lugar donde metes la llave y todo se enciende y funciona a la vez", insiste. "Así que, igual que la consciencia es un proceso complicado que se produce a través de muchas redes y estructuras, podríamos haber encontrado la llave".

A algunos científicos, sin embargo, estas conclusiones les parecen un poco exageradas. En primer lugar, como recalcan en el propio New Scientist, porque se trata de un estudio con un solo caso y de una paciente a la que habían extirpado una parte del hipocampo (no es demasiado buen modelo para hacer extrapolaciones). Por otro lado, porque no es el único punto del cerebro donde se puede conseguir este efecto, que consiste en conseguir que la actividad del cerebro empiece a seguir un patrón sincronizado.

"Es muy probable que sea cierto que estimulando el claustrum se consiga generar una actividad sincronizada global que lleve a la pérdida de consciencia", explica el neurofisiólogo Xurxo Mariño a Neurolab. "Otra cosa muy distinta es que sea EL sitio, ya que un patrón similar de actividad -con pérdida de consciencia- se puede lograr estimulando en otras regiones. Al menos esto es lo que se concluye con experimentos en animales; los experimentos en humanos son muy escasos".

En general, insiste el neurocientífico, cualquier estimulación eléctrica que origine un patrón global de sincronizaciones de baja frecuencia produce una pérdida de la consciencia. "Esto, como digo, se puede lograr estimulando en varias regiones del encéfalo, sobre todo aquellas que están muy bien conectadas con el resto de la red", asegura. En cuanto al hecho de que la mujer recupere la consciencia cuando cesa la estimulación, para Mariño es perfectamente esperable, y sucede también en modelos animales, que vuelven a la realidad en segundos o minutos.

"La estimulación rompe el ritmo normal de actividad y la mente se desvanece; al dejar de aplicarla, la actividad eléctrica global vuelve poco a poco a lo suyo", explica. En cualquier caso, añade, "no es un disparate hablar de "interruptor de la conciencia", si se tiene en cuenta que es posible que existan muchos, y que ese interruptor no tiene, ni mucho menos, por qué ser el centro generador de la mente, sino simplemente un cruce de caminos neuronal que, al ser estimulado, genera un efecto global".

Para el neurocientífico del Instituto de Neurociencias de Alicante Luis Martínez Otero no hay que descartar que la teoría de Crick del claustrum como "director de orquesta" tenga algo de realidad y que la pérdida de la consciencia sea diferente a la producida durante los ataques epilépticos y cuando se estimula directamente esta zona. En cualquier caso, añade, “habrá que esperar a que se pueda reproducir estimulando directamente el claustrum, de manera bilateral en un sujeto al que no le falte un pedazo de hipocampo”.

Para otros, como el conocido divulgador de la revista Discover Neuroskeptic, este experimento ayudará a entender cosas sobre el cerebro, pero poco sobre eso que llamamos "consciencia". "Encontrar un botón de apagado", nos dice por Twitter, "no significa que entiendas mejor lo que sucede "dentro de la caja". Yo sé dónde está el botón de apagado de mi ordenador y no soy un ingeniero".

Referencias: Electrical stimulation of a small brain area reversibly disrupts consciousness (Epilepsy & Behavior) | Consciousness on-off switch discovered deep in brain (New Scientist) | What is the function of the claustrum? (Philosophical Transactions of the Royal Society) | Imagen: Orange Steeler (Flickr, CC) Publicado originalmente en Neurolab.