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¿Es posible resucitar un mar?

Las masas de fitoplancton en el mar Báltico, más que vitalidad, anuncian la formación de zonas muertas (NASA - Wikimedia Commons)
Las masas de fitoplancton en el mar Báltico, más que vitalidad, anuncian la formación de zonas muertas (NASA - Wikimedia Commons)

Los mares se mueren y quizás solo un boca a boca podrá salvarlos. Como a un nadador al borde del colapso por falta de oxígeno, en vastas zonas de los océanos escasea ese elemento químico esencial para la vida. La contaminación de las aguas ha transformado un fenómeno cíclico y natural, en un problema de impredecibles consecuencias.

Hace más de cinco años un grupo de científicos suecos comenzó a hacer experimentos en el mar Báltico, conocido en la comunidad científica por contener la más extensa zona muerta del planeta. Si el éxito corona los ensayos y los gobiernos de la región financian el proyecto, en apenas una década ese piélago que ha visto nacer y morir imperios podría recuperarse.

Mar oxigenado

El oceanógrafo Anders Stigebrandt, de 72 años, ha dedicado el último decenio de su vida a la reanimación del Báltico. El científico confía en que la geoingeniería, una rama de la ciencia que estudia las manipulaciones humanas al clima, revertirá el deterioro provocado por el vertimiento de desechos provenientes de la industria y la agricultura.

El fiordo Byfjord, en Suecia, escenario de los experimentos de Stigebrandt y su equipo (Vera Buhl - Flickr)
El fiordo Byfjord, en Suecia, escenario de los experimentos de Stigebrandt y su equipo (Vera Buhl - Flickr)

Stigebrandt ha probado ya su teoría en el pequeño fiordo sueco de Byfjord. De 2010 a 2013 él y sus colaboradores bombearon el agua de la superficie hacia la profundidad. De esta manera aceleraron un proceso de circulación que no ocurre con frecuencia. Como resultado se incrementó la proporción de oxígeno, antes casi ausente a más de 15 metros bajo la superficie.

Pero la esperanza nacida en Byfjord aún debe superar muchas interrogantes. ¿Será efectivo este método en un mar de más de 400.000 kilómetros cuadrados? ¿Quién pagaría por el mantenimiento de las turbinas que oxigenarían el Báltico a un ritmo de 10.000 metros cúbicos de agua por segundo? ¿Cómo alteraría esa oxigenación artificial a los ecosistemas?

Además, Stigebrandt y su equipo han recibido críticas por apostar a la geoingeniería, en lugar de apoyar los esfuerzos para reducir la contaminación y la pesca intensiva. En declaraciones al sitio Motherboard, el ecologista Lars-Anders Hansson dijo que el proyecto era un malgasto de dinero pues “desviaba la atención de resolver el problema a tratar los síntomas”.

La solución de Stigebrandt precisa de enormes turbinas como esta, usada en Alemania en 1978 (German Federal Archives - Wikimedia Commons)
La solución de Stigebrandt precisa de enormes turbinas como esta, usada en Alemania en 1978 (German Federal Archives - Wikimedia Commons)

Debate académico aparte, la solución de Stigebrandt no ataca las causas humanas del desastre en el Báltico, donde las zonas muertas se decuplicaron durante el siglo XX. La oxigenación añadiría otro episodio de intervención humana en el equilibrio de la naturaleza. No deja de ser irónico que la especie perjudicial a los mares, la nuestra, intente corregir sus excesos con otras acciones, científicas sí, mas a la postre arbitrarias.

¿Cómo surgen las zonas muertas?

El mar Báltico es uno de los más jóvenes –apenas 10.000 años—y uno de los mayores cuerpos de agua salobre del planeta. En las últimas décadas se ha transformado aceleradamente por el vertimiento de residuos urbanos y fertilizantes, que han incrementado el volumen de nutrientes como el fósforo y el nitrógeno.

La proliferación descontrolada del fitoplancton provoca el surgimiento de zonas muertas (NOAA Photo Library - Flickr)
La proliferación descontrolada del fitoplancton provoca el surgimiento de zonas muertas (NOAA Photo Library - Flickr)

Este maná ha engendrado la proliferación de algas microscópicas conocidas también como fitoplancton. Al morir, estas masas son descompuestas por microorganismos que, para cumplir su tarea, utilizan el oxígeno disponible. Resultado, ese elemento desaparece en las profundidades, lo cual aleja las formas de vida aeróbica, por ejemplo los peces.

Para colmo, el calentamiento global elevará las temperaturas de los océanos y reducirá la capacidad de retener el oxígeno disuelto. Además, las aguas más cálidas tienden a mezclarse en menor medida con las frías en la profundidad. Esa deficiente circulación de oxígeno creará nuevas zonas muertas.

No obstante, los científicos creen que bastará con erradicar la descarga en el mar de nutrientes para mantener el fitoplancton bajo control. Una solución sencilla, en teoría, pero que depende de la siempre impredecible voluntad política de los estados contaminantes.