Recuperar a las ballenas mejora la salud de los mares

Una gran ballena nada ante la mirada de una pareja sentada sobre unas rocas del océano Indico en la Bahía False, en Ciudad del Cabo, en Sudáfrica. EFE/Archivo
Una gran ballena nada ante la mirada de una pareja sentada sobre unas rocas del océano Indico en la Bahía False, en Ciudad del Cabo, en Sudáfrica. EFE/Archivo

Si pensamos en los “grandes cetáceos” – great whales en inglés – la primera idea que se nos viene a la cabeza es la de animales majestuosos. Y rápidamente pensamos en todo lo que un animal de semejante talla tiene que comer para mantenerse, y los impactos que esto tiene en los ecosistemas marinos. Pero esta última idea está equivocada.

Esto es lo que se explica en un artículo reciente. Según los datos que han podido analizar los investigadores, las grandes ballenas – yubartas, rorcuales y otras especies de gran tamaño – tienen un efecto muy favorable en la salud de los mares. Todo lo contrario de lo que se pensaba.

Es cierto que estos animales son enormes. Y que para mantener un tamaño corporal tan grande es necesario consumir gran cantidad de comida. Pero la manera en que se alimentan estos mamíferos marinos ayuda a los ecosistemas a mantenerse a largo plazo, y además a mejorar su “salud ambiental”.

Por una parte, las grandes ballenas se alimentan en profundidad pero eliminan sus desechos cerca de la superficie. Es decir, recirculan nutrientes, pasándolos de zonas profundas a otras más superficiales en un proceso que de otra manera no podría darse.

El efecto que esto tiene es importantísimo. Gracias a ello, el plancton de la superficie de los mares tiene “alimento” y puede crecer. De este plancton se alimentan muchos peces que son, a su vez, presas de otros peces. Las redes tróficas marinas se ven beneficiadas por la presencia de las ballenas.

Pero no sólo ellas. A menudo se ha pensado – y obras literarias como Moby Dick ha contribuído a ello – en estas ballenas como un contrincante de los humanos. La idea es simple: más ballenas significa menos pesca para los humanos. Cuando, a la luz de los datos, es justo al contrario.

Hay otros dos factores más, ambos muy importantes. Las ballenas tienen una gran movilidad, y se desplazan de manera habitual muchos kilómetros – cientos de ellos, o incluso miles. Y lo que comen en un lugar, los nutrientes que adquieren en una zona, acaban como desechos en otras.

Esto está muy vinculado al segundo factor, que son sus cadáveres. Los cuerpos de estas ballenas contienen una gran cantidad de alimento, que cuando los animales mueren van a parar al fondo de los océanos. Y allí alimentan a una gran cantidad de organismos, muchos de ellos invertebrados marinos imprescindibles para el funcionamiento de los ecosistemas.

Así que las ballenas ayudan a completar los ciclos de nutrientes en varios sentidos. Suben nutrientes desde zonas de aguas profundas hacia la superficie, los “mueven” en horizontal con sus desplazamientos y migraciones, y los devuelven al fondo al morir.

Para terminar, hace falta responder a una pregunta. ¿Cómo de fiables son los datos de los científicos? Porque, hasta cierto punto y en buena medida, cambian la forma de entender a las grandes ballenas dentro de los ecosistemas. Pues bien, el artículo tiene la forma de una revisión – review en inglés –, una publicación en la que se recopilan otros trabajos y los datos que les dieron forma, y se vuelven a analizar. Por lo tanto, resulta bastante fiable.

Publicado originalmente en Apuntes de Naturaleza