Los humanos tenemos genes de bacterias

En nuestro genoma aparecen ciertos genes que hemos recibido de las bacterias y no de ningún ancestro evolutivo

La genética nunca dejará de dar sorpresas. Por ejemplo, comprobar que los humanos tenemos genes de bacterias. Mejor dicho, porque esto es lo que se explica en un artículo reciente, que en nuestro genoma hay secuencias foráneas que vienen de bacterias, esto sí es una sorpresa. Estamos hablando de adquisiciones recientes, y con genes activos e importantes.

Este tipo de situaciones se conocen desde hace tiempo, pero en bacterias. Se conoce como Transferencia Horizontal de Genes (THG), y es el mecanismo por el que las bacterias desarrollan tan rápidamente resistencia a los antibióticos. También se conocían desde hace tiempo situaciones así en animales, pero sólo en organismos sencillos, como los nemátodos – un tipo de gusanos.

Sin embargo, que la THG se pudiese dar en animales más complejos no se había comprobado. Se sospechaba, pero nunca se había podido confirmar. Ahora se ha hecho, y con una seguridad sorprendente.

En casos como este, en el que un artículo propone una solución tan distinta, es muy importante fijarse en el diseño del experimento. Entender qué se ha hecho, y cómo se ha llegado a las conclusiones, para apreciar su importancia.

Los investigadores partían del siguiente punto: si pensamos que hay genes en los cromosomas humanos que vienen de las bacterias, no aparecerán en otros animales. Es más, habrá genes en estos animales que no estén en humanos. Pero todos ellos deben aparecer en las bacterias.

Con esta hipótesis en mente, escogieron varias especies para “trazar” ciertos genes. En concreto, 12 especies de mosca del género Drosophila, cuatro especies no relacionadas de nemátodos – donde ya se sabe que se dan estos procesos – y, por último, diez de primates incluyendo a los humanos.

Gracias a este diseño, podían saber dos cosas importantes. La primera si esos genes eran “foráneos”, si no aparecían en ninguna forma parecida en ningún otro animal. Pero también cuándo se consiguieron, cuánto hace que están inmersos en el genoma.

Y lo que se encontraron fue una sorpresa. No porque hubiese genes foráneos, si no por la cantidad. Comprobaron que había 17 genes que se sospechaba que venían de THG, y que realmente lo eran. Pero no sólo esos, también 128 genes humanos tenían un origen inusual.

Inusual, que no bacteriano. No todos provienen de bacterias, algunos tienen su origen en virus, lo que también se sospechaba. Y en hongos, lo que casi nadie parecía esperar. Lo que también ayuda a explicar por qué hasta ahora no se había podido demostrar el origen foráneo: todo el mundo miraba a las bacterias, pero había que ampliar el foco.

Los genes que provienen de esta herencia, digamos, alternativa son de muchos tipos. Pero algunos son realmente importantes. Los hay que participan en el metabolismo de grasas y aminoácidos, o incluso proteínas, lo que es muy relevante. Pero aún lo es más que ciertas secuencias de nuestro sistema inmune – las “defensas del organismo” – tengan su origen en bacterias u hongos.

¿Qué consecuencias tiene este estudio? A nivel evolutivo, muchas. Cambia el concepto que teníamos de herencia vertical, introduciendo mecanismos más complejos. Pero también tiene uno más: al secuenciar el genoma humano, todo lo que se pareciese a bacterias se descartaba como contaminación. Pero resulta que no lo era, con lo que hay que volver a analizarlo.