Los cuervos “juegan” a la política

Los cuervos no son animales que caigan precisamente simpáticos. De hecho, se los suele considerar “pájaros de mal agüero” y estar asociados con malas noticias, al menos en la cultura occidental. Así que un artículo científico que hable sobre cómo juegan a la política puede sonar fácil o manido. Y sin embargo es lo que hacen: establecen relaciones sociales que les ayudan a escalar en el grupo social, al mismo tiempo que evitan que se creen otras alianzas. Vamos por partes.

Los cuervos comunes (Corvus corax) viven en grupos sociales muy complejos. Tanto que algunos autores los consideran los más enrevesados de entre las aves. En ellos hay algunos individuos que luchan por el control de grupo y por ganar importancia. Que en realidad son sinónimos de mejor acceso a recursos – alimentos, nidos o parejas.

Para “ascender” en esta escala social, los individuos crean alianzas entre ellos. Así, cuando uno de ellos trate de desbancar a los que están más arriba, contará con apoyos entre sus iguales. Que luego dejan de serlo, ya que no siempre se mantienen las alianzas una vez que un individuo accede a mejores recursos.

Estas alianzas se forjan, básicamente, pasando tiempo juntos. En concreto compartiendo dos actividades: los juegos y el acicalamiento. Cuando un cuervo ayuda a otro a limpiar sus plumas, se crea un vínculo entre ellos. Y al repetir esta actividad una y otra vez, la alianza se va fortaleciendo poco a poco.

Así es como algunos cuervos ganan dominio y poder en el grupo social. Pero estos pájaros son muy inteligentes, así que también cuentan con una estrategia para evitar que otros individuos vayan ganando apoyos y pongan en peligro su estatus.

En su estudio, los investigadores comprobaron que los juegos entre dos cuervos eran interrumpidos por un tercero en ciertas ocasiones, en una estrategia de “divide y vencerás”. No siempre funcionaba, es decir, no siempre el tercero en discordia conseguía romper el vínculo que se estaba formando. Pero eso no es lo importante.

Lo realmente relevante es que esta interferencia no ocurría al azar. Los cuervos dominantes trataban de romper sólo los juegos entre uno de sus aliados y otra ave. Es decir, hacían lo posible por mantener a sus “seguidores” como suyos, y no de otros.

Y más interesante aún, medían con cuidado cuándo llevar a cabo estas interrupciones. Si dos cuervos cualquiera empezaban a jugar juntos, no prestaban demasiada atención. Sólo cuando el juego se repetía, cuando la alianza comenzaba a fortalecerse, intervenía el tercer cuervo.

La cosa no queda ahí, todavía hay un paso más. Y es algo que, de momento, sólo se ha visto que ocurra en cuervos y humanos. Si la alianza no es muy fuerte, el cuervo dominante no presta atención ya que no merece la pena el esfuerzo. Pero tampoco si ya se ha forjado una relación, ya que tratar de romperla es muy costoso e incluso puede llegar a ser peligroso.

TE PUEDE INTERESAR: