Los cazadores son buenos para la naturaleza

Las personas más dispuestas a colaborar con la protección de la naturaleza son los cazadores y los aficionados a la observación de aves

AP Photo/Detroit News, Todd McInturf
AP Photo/Detroit News, Todd McInturf

¿Quién ayuda más a conservar la naturaleza? La pregunta puede parecer algo extraña, pero resulta muy importante. A la hora de diseñar programas de conservación, hace falta saber a quién van dirigidos, tener claro cuáles son tus aliados. Según un estudio reciente, la cosa está muy clara: los aficionados a las aves y los cazadores. Con mucha diferencia.

Lo de los ornitólogos aficionados – observadores de aves o birdwatcher en inglés – resulta más o menos obvio. Lo de los cazadores no tanto, y además da pié a malos entendidos. Así que es mejor aclarar de qué hablamos, para poder sacar las conclusiones apropiadas.

Con cazadores nos referimos a los buenos cazadores. A los que tienen sus permisos, cumplen con las leyes. Igual es más sencillo definir quiénes no son: los furtivos. Que, por cierto, son una minoría, ya que los cazadores que se rigen por las buenas prácticas los superan, y mucho, en número.

Pero mucho más importante es definir a qué nos referimos con una frase tan vaga como “estar dispuesto a conservar la naturaleza”. En el estudio utilizan esta expresión para hablar de todos aquellos que participan activamente en programas de conservación.

No sólo que digan estar dispuestos. Ni siquiera que den dinero de manera voluntaria a organizaciones conservacionistas. Los autores se refieren a voluntarios que ceden su tiempo para ayudar en programas de conservación, que participan en grupos de educación ambiental y divulgación, patrullas de limpieza y otras muchas actividades que mejoran el estado de nuestros ecosistemas.

Se podría argumentar que los cazadores llevan a cabo este tipo de acciones para “tener más bichos a los que disparar”. Y por supuesto, esta es parte de su motivación, aunque lo mismo se podría plantear sobre los aficionados a las aves. Que lo hacen para tener más pájaros que ver, para completar sus listados de especies vistas.

Pero, según han podido demostrar en este estudio, la cosa no es tan simple. Tanto ornitólogos como cazadores participan en programas de conservación que no se refieren directamente a sus aficiones. Un ejemplo de esto sería la conservación de ríos, donde no hay mucho que cazar y la lista de aves no es tan extensa. Y sin embargo, tanto unos como otros colectivos están muy implicados en programas de este tipo.

Es necesario comentar dónde se ha llevado a cabo el estudio. Los datos se han recogido en Estados Unidos, en concreto en el norte del estado de Nueva York. Y se podría pensar que los resultados no son extrapolables, que lo que funciona allí no tiene por qué hacerlo en otros lugares.

Pero ejemplos de aficionados a la caza y apasionados de la conservación se pueden encontrar en todos los países. En España, y por poner sólo dos ejemplos, Félix Rodríguez de la Fuente y Miguel Delibes. El primero es el padre del ecologismo en nuestro país, y el segundo es reconocido por sus convicciones naturalistas, y ambos eran cazadores.

Porque, en definitiva, lo que dice el artículo es un hecho bien conocido Para querer conservar la naturaleza, hace falta conocerla. Y los cazadores la conocen y la disfrutan. Los buenos, la mayoría, están dispuestos a luchar por conservarla y mantenerla.

Y yo, como amante de la naturaleza – y biólogo – que ni es cazador ni observador de aves, me alegro de contar con cuantos más aliados, mejor.