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Las presas del Amazonas también están amenazando su futuro

Las infraestructuras para generar energía hidroeléctrica suponen uno de los mayores peligros para la fauna y la flora de este río

Hoy en día, uno de los objetivos de la ciencia y la ingeniería es dar con una fuente de energía limpia. Pero mientras esta llega, lo único que podemos hacer es buscar soluciones “verdes”, fuentes respetuosas con el medio ambiente – eco-friendly que se dice en inglés. Por ejemplo, la energía hidroeléctrica. O al menos así es como nos la venden, porque según un artículo reciente, no es tan respetuosa.

El artículo publicado en PLoS One se centra en la presa de Balbina, en Brasil. Esta infraestructura recoge agua del río Uatuma, un afluente del Amazonas. Y la ventaja que tiene para su estudio es que lleva mucho tiempo construida. Se terminó en 1989, lo que deja suficiente tiempo para que se vean sus efectos sobre la naturaleza.

Represa de Balbina, en el río Uatuma
Represa de Balbina, en el río Uatuma

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Habría muchos de los que hablar. Por ejemplo, de la cantidad de CO2 y metano – dos gases de efecto invernadero – que produce. Pero para su trabajo, los investigadores se han centrado en el efecto sobre la biodiversidad. Y en concreto sobre la fauna, aunque también han analizado la flora.

El resultado es poco alentador. Las poblaciones de peces se han visto muy afectadas, aunque esto ya se esperaba. No sólo ellos, también toda la fauna acuática se encuentran en peligro, y la biodiversidad ha disminuido. A fin de cuentas, se ha cambiado el río, y por tanto su hogar.

Lo que no resultaba tan predecible era el efecto sobre mamíferos y aves que dependen de las tierras de alrededor. Al represar el río, gran parte del terreno circundante quedó sumergido, con la consecuencia de que muchas especies perdieron hábitat.

Pero también se crearon numerosas islas. En concreto 3.546 islas, que podrían parecer suficientes como para conservar todo tipo de especies. Especialmente si se realizan esfuerzos por protegerlas, como crear Reservas de Naturaleza, que es lo que se ha hecho.

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Por desgracia, la situación es bien distinta. Las especies que necesitan poco terreno no han sufrido tanto, pero las que emplean un área mayor no están resistiendo muy bien el cambio. Claro, que eso no es lo peor.

La mayoría de estas especies no son capaces de viajar entre las islas. Sobre todo a las más aisladas, que requieren nadar bastante distancia. O sobrevolarla, que para algunas de las aves de menor tamaño supone un esfuerzo titánico.

Así que las poblaciones quedan cada vez más aisladas, y aquí es donde está el problema. Como no hay reclutamiento – llegada de individuos de otras subpoblaciones, es decir, que no estén emparentados – se interrumpe el flujo genético. Esto reduce la diversidad, que tiene graves consecuencias.

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La predicción que hacen los científicos, basándose en modelos matemáticos a partir de los datos del estudio, es que desaparezcan el 70% de las especies. De hecho, gran parte de esta pérdida ya ha tenido lugar, y en otros muchos casos el resultado hoy día es inevitable. Y no estamos hablando de ninguna tontería, se trata de 124.110 especies que habitan – o más bien, habitaron – la zona.

Parece que cada vez necesitamos más las fuentes limpias, y que sean realmente “verdes”.