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Imágenes reales que se burlan de tu cerebro

Lo que podemos aprender de nuestros propios errores cognitivos

Imágenes que engañan a tu cerebro
Imágenes que engañan a tu cerebro

Nuestro cerebro es uno de los órganos más prácticos y efectivos con los que contamos. Hay gente que afirma que si lo considerásemos como una máquina, nuestro encéfalo sería el artefacto más preciso que conocemos en todo el mundo.

Sin embargo no es perfecto… A lo largo de millones de años nuestro cerebro ha evolucionado utilizando “atajos” para aumentar su capacidad de procesamiento de los innumerables datos procedentes del exterior. La mayor parte del tiempo estos pequeños trucos y atajos nos sirven de gran ayuda para poder percibir el mundo y reaccionar ante él pero, de vez en cuando, nos encontramos ante situaciones en las que nuestro cerebro literalmente falla al interpretar lo que está viendo.

De hecho una buena parte de los conocimientos que hoy tenemos en neurociencia están basados en el estudio de los errores y sesgos de percepción de nuestro sistema nervioso. Aún hay más, incluso existen numerosos neurocientíficos que se dedican exclusivamente a crear imágenes y efectos con la única intención de engañar a tu cerebro.

Son las conocidas ilusiones visuales que muchos conoceréis y que se pueden encontrar a raudales por todo internet. No solo son divertidas y sorprendentes sino que también nos ayudan a comprender los mecanismos con los que nuestro cerebro procesa la información.

Durante estos últimos años me he encontrado con ingentes cantidades de este tipo de ilusiones, así que hoy me ha parecido buena idea hacer un resumen con algunas de las que más me han llamado la atención y además intentaré acompañarlas de una breve explicación sobre lo que está ocurriendo.

La ilusión de Hering o cómo nuestro cerebro viaja al futuro

Una de las funciones imprescindibles de nuestro cerebro es anticiparse a lo que va a ocurrir. En apenas unos instantes procesa todos los datos necesarios a su alrededor, los compara con la experiencia adquirida y toma decisiones que se adelantan al futuro. Puede sonar extraño pero si lo piensas bien comprobarás que lo haces continuamente. Al andar y esquivar obstáculos, al jugar al fútbol y saber dónde va a ir el balón, al coger (antes de que llegue al suelo) algún objeto que se te ha caído…

 

La ilusión de Hering
La ilusión de Hering

Nuestro cerebro es una pequeña máquina del tiempo que nos permite saber qué va a ocurrir, y precisamente es esta capacidad de anticipación la que a veces nos puede jugar una mala pasada.

Nuestra primera ilusión visual es una de las más antiguas que se conocen, se remonta a mediados del siglo XIX y lleva el nombre de su descubridor: Ewald Hering, un pionero en el estudio de la percepción cognitiva.

 

Otra versión de la ilusión de Hering
Otra versión de la ilusión de Hering

Las líneas verticales son totalmente paralelas y rectas pero nos parecen curvadas porque el resto de la imagen simula en nuestra mente una ilusión de movimiento. Nuestro cerebro se anticipa a ese movimiento e interpreta cómo percibiría esas líneas si se estuviesen moviendo, a pesar de que la imagen es estática.

Ilusiones de movimiento que realmente son estáticas

Este tipo de ilusiones de movimiento son espectaculares y a veces es difícil creer que estamos ante dibujos y no animaciones en gif. Están muy relacionadas con la ilusión de Hearing que hemos visto anteriormente y todavía no están definitivamente claras las razones por las que suceden.

 

¿Notas como se mueven?
¿Notas como se mueven?

Uno de los argumentos más utilizados es muy básico: La razón principal por la que cualquier ser vivo tiene un sistema nervioso es el movimiento. Gran parte de los casi 90.000 millones de neuronas que existen en tu cerebro están destinadas a percibir, identificar y coordinar movimientos de tu propio cuerpo o del mundo que te rodea.

Nuestro sistema nervioso se ha especializado durante millones de años en detectar movimiento y lo hace a las mil maravillas. Sin embargo, de vez en cuando, esa siempre constante avidez de nuestro cerebro de anticiparse a lo que va a venir le hace intuir movimientos cuando detecta determinados patrones… Recordad que el cine no es más que una sucesión de rápidos fotogramas estáticos consecutivos que nuestro cerebro une para construir movimientos uniformes.

Así pues, cuando vemos una espiral como la del dibujo, es lógico que nuestro sistema nervioso se anticipe y perciba movimiento en función a su experiencia con anteriores espirales que sí estaban en movimiento… Una vez que conoces esa “ansia” de tu cerebro por percibir movimiento guiándose por determinados patrones, es fácil “engañarlo” incluyendo esos patrones y consiguiendo por ejemplo que “La Noche estrellada” de Van Gogh parezca moverse… y sí, seguimos estando ante una imagen estática, no un gif.

 

Noche estrellada... y movida
Noche estrellada... y movida

Tu cerebro construye los colores

Uno de los aspectos más inquietantes que encuentras cuando comienzas a vislumbrar algunos mecanismos por los que opera nuestro sistema nervioso central es que el mundo que creemos real y que está ante nuestros ojos, en realidad es una construcción.

El mundo que ves, que oyes, que sientes y tocas es así simplemente porque tus sentidos lo perciben así y porque tu cerebro lo interpreta de esa determinada manera. Pero piensa en esto… ¿Es el mundo intrínsecamente así? ¿Si tuvieses otro tipo de órganos sensoriales cómo sería la realidad que percibirías?

 

El rojo intenso de una rosa... ¿es realmente rojo?
El rojo intenso de una rosa... ¿es realmente rojo?

Para no meternos en terrenos muy filosóficos pondremos un ejemplo muy clarificador: Los colores. Permíteme que te haga una pregunta: ¿Cómo sabes que el color rojo es realmente rojo? ¿La rosa de la imagen es roja o simplemente la interpretas así porque tu cerebro te lo dice?... Los daltónicos probablemente tengan una opinión diferente a la tuya. ¿Y si todos los seres humanos tuviésemos algún tipo de discromatopsia simplemente porque hubiésemos evolucionado de esa manera? ¿Seguirías pensando que esa rosa es roja?

Los colores que ves en el mundo no son más que una interpretación que tu cerebro construye en base a los datos captados por tu sentido visual. Y permíteme decirte que tu vista está muy limitada y solo funciona en determinadas longitudes de onda, eso que orgullosamente hemos llamado “espectro visible” simplemente porque es el único que nosotros podemos ver.

Es más, no hace falta tener discromatopsia para comprender esto, simplemente si captásemos otro espectro el mundo cambiaría totalmente. Para ello podemos utilizar el curioso caso de las abejas.

A principios del siglo XX el zoólogo alemán Karl von Frish descubrió que estos insectos eran capaces de diferenciar colores. Un poco más tarde se reveló que la visión de las abejas es muy similar a la del ser humano, con una particularidad: su espectro visible está ligeramente “corrido” hacia el ultravioleta y son capaces de distinguir esas longitudes de onda ultravioletas.

 

Espectro óptico de abejas y humanos. Menzel y Backhaus, 1991, modificado por alojoptico
Espectro óptico de abejas y humanos. Menzel y Backhaus, 1991, modificado por alojoptico

Ese pequeño desplazamiento, de apenas unos nanómetros en el espectro, cambiaría totalmente la forma en la que percibimos los colores. De esta manera, y mediante filtros especiales ultravioletas, podemos hacernos una idea bastante aproximada de cómo serían los colores si fuésemos abejas…

 

Comparación aproximada de la visión de humanos (dcha) y abejas (izda)
Comparación aproximada de la visión de humanos (dcha) y abejas (izda)

Y por supuesto hay más… Tu cerebro no es un ordenador que te muestra el color como si fuese un número exacto dentro de la escala Pantone. Los colores son percibidos a partir del espectro visible que pueden captar tus fotoreceptores y luego esa información es interpretada por el cerebro basándose en la experiencia, en la memoria y sobre todo en el entorno que acompaña a esos colores.

Sí, tu cerebro se “inventa” colores en función del resto de colores que rodean a los objetos. Una construcción de tu cerebro que depende mucho del contexto en el que se encuentra un objeto y también del resto de colores que lo acompañan.

La siguiente imagen es una de las más famosas y útiles para demostrar esa construcción. A y B son el mismo color, exactamente el mismo… Solamente tienes que poner un dedo tapando la parte de la imagen donde se unen y comprobarás que son el mismo gris.

 

Tapa con tu dedo la sección intermedia y comprueba los colores de A y B
Tapa con tu dedo la sección intermedia y comprueba los colores de A y B

A partir de aquí ya puedes comprender un poco mejor el revuelo que se montó hace unos meses con el dichoso vestido que parecía cambiar de color dorado a azul…

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