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Hallan dos especies que no se parecen a ninguna otra conocida

Siempre que los biólogos organizan un muestreo esperan encontrar sorpresas. Es decir, cuando van a algún lugar remoto y usan sus aparatos para recoger organismos, esperan dar con alguno que está donde no se supone que estaría, o que no está donde se le espera. O mejor aún si encuentran una especie, o incluso un género nuevo. Pero una situación como la que se explica en un artículo reciente, en el que se encuentran animales que no tienen parientes cercanos conocidos es excepcional.

Fotografía de los organismos descubiertos, que parecen ser un nuevo filo. <em>Credit: Just et al.; CC-BY</em>
Fotografía de los organismos descubiertos, que parecen ser un nuevo filo. Credit: Just et al.; CC-BY

En este caso se trata de unos pequeños animales que, por su aspecto externo, recuerdan a setas. Son asimétricos y multicelulares, con una densa capa informe entre la pared de células exterior y las que se encargan de la digestión en el interior.

¿A qué se parece esto? Porque la forma en que se trabaja en biología es esa. Se comparan los organismos que se acaban de “capturar” con los que ya se conocen, y se les mete en alguna categoría taxonómica.

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Estas categorías funcionan como las famosas muñecas rusas. La muñeca más pequeña sería la especie, la siguiente – en la que entran las especies – es el género, después la familia... Y una de las últimas es el filo, que es lo que creen haber descubierto los científicos.

Para hacernos una idea de lo que es un filo, lo mejor es poner dos ejemplos. El filo Cordados – o Chordata – incluye organismos muy distintos. Entre ellos todos los vertebrados, desde peces hasta humanos. Y no es el más diverso. Uno de los que compiten por ese premio son los Artrópodos, donde se encuentran los insectos, los arácnidos, cienpiés y milpiés, y los extintos trilobites.

Al comparar los animales recién descubiertos con todos los conocidos se encontraron con que no había muchos parecidos. Lo más cercano eran las medusas y los ctenóforos, dos grupos de animales muy antiguos.

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De hecho, tan antiguos que se los considera un “callejón sin salida” evolutivo: hace 600 millones de años fueron la fauna dominante – llamada Fauna de Ediacara – pero no tuvieron mucho éxito y casi desaparecieron cuando aparecieron el resto de filos animales durante la explosión cámbrica.

Aún faltan pruebas por realizar para confirmar que se trate de un filo nuevo. Entre otras, pruebas genéticas que no se han podido llevar a cabo. Para poder conservar las muestras y que no se pudriesen, tuvieron que meterlas en formol. Y esto impide que se pueda analizar el ADN.

Así que volverán al lugar donde los encontraron – en los mares del sur de Australia, entre 400 y 1000 metros de profundidad – a por más de estos nuevos animales, para ver si su genoma confirma las sospechas o da alguna sorpresa más.

Publicado originalmente en Apuntes de la Naturaleza.