Eyaculación precoz, el temido exceso de velocidad

Los hombres deberían preguntarse si el trastorno sexual se debe a problemas en la pareja.
Los hombres deberían preguntarse si el trastorno sexual se debe a problemas en la pareja.

Quizás nada aterre tanto a un hombre al eyacular como escucharle a su pareja una expresión entre incrédula y decepcionada: ¡¿Ya?! La eyaculación precoz afecta a uno de cada tres hombres, pero muy pocos lo admiten o hablan abiertamente de este trastorno sexual. Algunos ni siquiera lo padecen, pero creen que sí, pues todavía lo consideran un problema eminentemente de duración.

No es cuestión de tiempo, sino de perspectiva

A diferencia de investigaciones previas, un reciente estudio de la Universidad de Valparaiso, Indiana, no se enfocó en el tiempo, sino en la capacidad individual de controlar la acometida. La mayoría de los casi 1.250 encuestados demoraba más o menos lo mismo en “disparar”, pero un tercio estimó que lo hacía demasiado rápido.

Para la gran mayoría el verdadero problema no era durar un minuto o menos, sino terminar antes de lo que quisieran. David Rowland, autor de esta pesquisa, explicó que factores como la preocupación por no satisfacer a su pareja incidían en el momento de la eyaculación.

Sobrevienen entonces la culpa y la frustración. La autoestima del afectado se resiente tanto que puede incluso rehuir el sexo por temor a que vuelva a pasar. “Los hombres con este tipo de problemas suelen achacárselo al pene, en lugar de replantearse otras cosas como el estado de su relación”, señala Rowland.

La incomprensión de la sexualidad femenina hace creer a muchos hombre que el tiempo es lo más importante.
La incomprensión de la sexualidad femenina hace creer a muchos hombre que el tiempo es lo más importante.

La otra cara de la moneda

Hartmunt Porst, presidente de la Sociedad Europea de Medicina Sexual, define la eyaculación precoz como una “verdadera tragedia”, sobre todo para el hombre joven que la sufre en los albores de su vida sexual. Pero esa moneda tiene otra cara.

Si para el hombre este exceso de velocidad constituye una vergüenza, para la mujer resulta frustrante. Muchas incluso lo entienden como un egoísmo de su pareja. Que una mujer sexualmente insatisfecha es más irritable y agresiva se antoja una perogrullada, pero la experta italiana Alexandra Graziottin insiste en lo grave del asunto y responsabiliza al macho en un 30% de los casos.

A su vez, la experta española María Victoria Ramírez arremete contra el mito de que el coito, mientras más prolongado mejor. “Muchas veces olvidamos que, en la mayoría de los casos, el orgasmo femenino se consigue mediante la estimulación”, señala.

Según la sexóloga estadounidense Samantha Rodman, las mujeres no necesitan un sexo interminable, sino sentirse deseadas y provocar tal urgencia que sea imposible controlar la eyaculación. Amén de aburrir, el coito eterno hace dudar del deseo.

Pocos hombres se atreven a acudir al médico para tratar la eyaculación precoz.
Pocos hombres se atreven a acudir al médico para tratar la eyaculación precoz.

Una vieja cruz cargada en silencio

Hace 1.500 años el Kamasutra enseñaba que “las mujeres aman al hombre con una energía sexual duradera, pero toman a mal a aquellos que acaban rápidamente, porque se detienen antes de que ellas alcancen su clímax”.

El psiquiatra alemán Richard von Krafft-Ebbing legitimó el término “eyaculación precoz” en 1901, y la austriaca Helen Kaplan la definió como la incapacidad del hombre para controlar su reflejo eyaculador, lo cual precipita su orgasmo al sentirse excitado.

Entre sus posibles causas sobresalen alteraciones urológicas, disfunciones tiroideas, afectaciones de causa neurológica o el abuso de fármacos antidepresivos, estimulantes o antihipertensivos. Pero la mayoría de las veces, es un asunto mental.

En una visión relativista, el investigador británico Alfred Kinsey afirmó en 1948 que alcanzar el éxtasis rápidamente no era un problema, sino una señal de vigor masculino. Pero no todos lo ven así. Lamentablemente, apenas uno de cada 10 afectados acude a un profesional en busca de soluciones, por vergüenza o porque no se consideran enfermos.

Ni pomadas ni rituales: la cura es hablar

Para tratar la eyaculación precoz han sido prescritas desde pomadas anestésicas hasta calmantes. Algunos terapeutas recomiendan el método de “parar y seguir”, que se explica por sí mismo e igual puede romperle el tempo a la pareja. Otra técnica popular es la “compresión”, que también consiste en interrumpir las embestidas, para presionar durante algunos segundos el pene, justo bajo el glande.

Sin embargo, la comunidad científica coincide en que lo más efectivo es perder la pena y hablar sin tapujos de un asunto médico con causas y tratamientos disponibles.

Desde hace un tiempo la campaña “Not just a moment” promueve en Europa la necesidad de enfrentar el asunto en pareja y con valentía. Sus impulsores buscaron como embajador internacional a alguien que sabe de velocidad: Jacques Villeneuve, excampeón mundial de Fórmula Uno. El piloto afirma que en el sexo, como en las carreras, el control a menudo es más importante que la velocidad.