Encuentran un "cementerio de ballenas"

Por primera vez, los científicos han sido capaces de encontrar un “cementerio de ballenas” en las aguas del océano Antártico. Se trata de los restos de un Minke antártico (Balaenoptera bonaerensis), al que también se conoce como rorcual austral. Este caso resulta interesante por lo poco frecuente que resulta – hasta ahora solo se han encontrado nueve – y por la información que ofrece sobre el funcionamiento natural de los ecosistemas marinos.

A pesar de su gran tamaño, los restos de estos animales marinos no son fáciles de encontrar. Se suelen encontrar por pura casualidad, por estar estudiando la zona correcta en el momento oportuno, como ha pasado en este caso. Hay varios motivos por los que esto es así.

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Para empezar, cuando los organismos marinos mueren se hunden hasta el lecho marino. Y como las ballenas suelen vivir en aguas profundas, sus cadáveres terminan en zonas de muy difícil acceso. Pero este no es el principal factor. Los cuerpos de los animales de gran tamaño, ya sean terrestres o acuáticos, se convierten al morir en hábitat y fuente de recursos para una multitud de especies.

Los primeros en aparecer son los carroñeros, animales que se alimentan de los restos en descomposición de otros animales. Generalmente se trata de crustáceos de pequeño tamaño, que van aprovechando la carne que queda. Al alimentarse, van creando galerías que otros animales aprovechan para refugiarse.

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Pero el verdadero motivo por el que los restos de las ballenas no se suelen encontrar no está en estos animales, sino en el siguiente grupo que se alimenta del cadáver. Se trata de los conocidos como “gusanos zombi” (zombie worms en inglés), poliquetos del género Osedax.

Estos pequeños seres vivos se han ganado su nombre por su forma de vida. No tienen ni ojos ni boca, y viven pegados a los huesos de otros animales de los que se alimentan. En realidad, funcionan a modo de andamio para bacterias que van digiriendo el hueso y comparten con ellos los nutrientes.

En un periodo relativamente corto de tiempo, estos gusanos y las bacterias con las que viven en simbiosis consumen completamente los huesos, por lo que no queda ningún rastro del cadáver de las ballenas. Ni de otros animales marinos de los que también se alimentan. Y de esta manera, contribuyen a reciclar todos los nutrientes.

De hecho, en el cementerio de ballenas encontrado en aguas antárticas se han encontrado nueve especies desconocidas hasta ahora. Dos de ellas son de Osedax, los gusanos zombies, y el resto de animales carroñeros marinos.