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Encuentran el "reloj de la cuenta atrás" de los humanos

Saber cuándo nos vamos a morir parece el argumento de una película de ciencia-ficción. Pero como ocurre muchas veces, la ciencia real avanza hasta alcanzar a la fantasía. En un artículo reciente se explica un mecanismo para medir, gracias a un “reloj molecular”, nuestra “edad genética”. Y con compararla con nuestra edad real, podemos saber cuánto nos queda de vida.

Antes de entrar en detalle a explicar el artículo, conviene dejar claro algo. Este tipo de investigaciones suelen despertar debates, en su mayoría bastante acalorados. Para evitarlos en lo posible, el equipo de investigación responsable de la publicación ha realizado cuatro estudios independientes. Y también ha incluido factores como la diabetes, si la persona es fumadora, y otras cuestiones que se sabe reducen la esperanza de vida.

Bien, pero ¿en qué se basan los investigadores? Lo que han estudiado es un proceso conocido como metilación del ADN. A lo largo de nuestra vida, de manera natural, a nuestro genoma se van “sumando” radicales metilo.

Estos radicales no cambian la información. Es decir, no cambian las bases del ADN. No son mutaciones, no generan nuevas proteínas ni cambian en nada las que ya teníamos. Entonces, ¿cuál es el problema?

Estos metilos lo que hacen es impedir que ciertos genes se expresen. Para entenderlo, y simplificando mucho, sería un borrón en la página del manual que es nuestro ADN. En realidad ocupan un espacio que impide que las enzimas encargadas de transcribir el ADN puedan actuar.

Cuanto más viejos seamos, más metilos tendrá nuestro ADN. El problema es que la tasa no es constante. Cada persona tiene una distinta, y de ahí que se pueda usar como “reloj molecular”.

Sabiendo cuántos metilos tienen nuestros cromosomas, podemos saber la “edad genética” - o edad molecular, o el término que se quiera usar – de una persona. Sólo hay que compararla con la edad real, la que da el calendario, para saber si nos queda mucho o poco de vida.

Es decir, no nos dice cuánto exactamente nos queda para morirnos. No es un mecanismo tan preciso, no nos permite ir tachando días del calendario. Pero sí nos permite hacernos una muy buena idea. Y el hecho de que factores tales como la diabetes o el tabaco estén incluidos le da mayor fiabilidad.

La intención de los científicos es continuar los estudios, e ir mejorando la medición para que algún día se pueda saber cuántos días, o años, podemos esperar vivir. Obviamente, siempre que no se nos caiga una maceta en la cabeza o nos atropelle un camión. Esas predicciones sí siguen siendo campo de la ciencia-ficción.