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El verdadero color de los dinosaurios y su importancia

José de Toledo | Cuaderno de Ciencias

Uno de los principales problemas a los que se enfrentan los paleobiólogos en las reconstrucciones tanto de los organismos fósiles como de sus comportamientos, es el color de los individuos. Dado que los pigmentos responsables de dar color a los animales no fosilizan, se suele asignar un color a sus reconstrucciones. Por eso todos los dinosaurios de los museos (incluso los de Jurassic Park) son de un tono verde grisáceo.

Recientemente, un equipo de la Universidad de Stanford se ha puesto manos a la obra con este problema. Empleando un haz de rayos X, han conseguido determinar los metales presentes en restos de piel o plumas de los fósiles, y comparándolos con especies modernas, describir su color. Por el momento, esta técnica sólo es capaz de discriminar lo que, con cierta sorna, los investigadores han llamado el pigmento "Antonio Banderas", la eumelanina responsable de la coloración negra. El siguiente paso será detectar el pigmento "Scarlett Johansson", el del color rubio (feomelanina).

Para asegurarse de que un metal en concreto es responsable de un color, se compara con los pigmentos encontrados en especies cercanas, y cuanto más cercanas mejor. Se podría pensar que al estar extintos todos los dinosaurios, esto no es posible. Sin embargo, no están totalmente extintos, ya que evolucionaron hacia las modernas aves. Y es con sus pigmentos con las que se compara.

El asunto del color de los dinosaurios puede parecer un problema menor, pero en las relaciones entre organismos existe toda una transmisión de información basada en colores y patrones de pigmentación. Sirven tanto entre especies, por ejemplo avisando de una toxicidad, como entre individuos de la misma especie, para el cortejo o mostrar jerarquía.

El ejemplo más clásico de señales de color es el de las abejas. La típica coloración a bandas negra y amarilla presente en las abejas y avispas advierte a los depredadores de su sabor desagradable. Con esto, evidentemente, evitan ser comidas. El término técnico es aposematismo.

Distintas especies emplean los mismos colores para dar la misma información, bien sea su toxicidad o su sabor desagradable. A esto se llama mimetismo mülleriano, y sirve para reforzar la señal. Estas señales sólo sirven de algo si son entendidas, y por eso conviene que varias especies presenten el mismo patrón.

El incoveniente de los venenos es generarlos. Todas las moléculas de un organismo tienen un coste, que proviene de la alimentación, así que para hacer venenos hay que gastar comida en ellos. La solución sería copiar el patrón de colores de una especie venenosa sin serlo, hecho del que se aprovechan muchos animales. Y a esto se le llama mimetismo batesiano.