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El Brontosaurio está de vuelta

Esta ilustración revela el aspecto que los investigadores creen que tenía el Brontosaurus, con una cabeza similar a la del Diplodocus. (Crédito Davide Bonadonna, imagen creative commons).
Esta ilustración revela el aspecto que los investigadores creen que tenía el Brontosaurus, con una cabeza similar a la del Diplodocus. (Crédito Davide Bonadonna, imagen creative commons).

En el mundo de los niños amantes de los dinosaurios, que creo que son todos, hay un lugar para tres bestias que nos han fascinado desde siempre por sus características, carisma, y por la sonoridad de su nombre. Dos de esas tres bestias míticas son el Tiranosaurio y el Triceratops, a quienes imaginamos guerreando entre sí desde los tiempos de las películas de serie B.

El tercer puesto es sin duda para el Brontosaurio, una montaña herbívora de carne con largo cuello, cola infinita y pisada atronadora (de ahí su nombre, que significa "lagarto-trueno"). Claro que eso es en el mundo de los niños, en la cultura popular, porque científicamente la nomenclatura "Brontosaurio" desapareció en 1903 absorbida por un espécimen de apatosaurio encontrado previamente, ya que los científicos consideraron tan próximos a ambas criaturas, que no vieron necesidad de darles dos nombres. Eso hasta ahora claro, porque una nueva investigación cree que ha llegado el momento de devolver al brontosauro al lugar que nunca debió perder en los libros de paleontología.

Pero lo mejor es empezar contando la historia por el principio. En 1877, el geólogo Arthur Lakes envió a un famoso paleontólogo llamado Othniel Charles Marsh, unos cuantos huesos fosilizados de gran tamaño, que a Marsh le parecieron que pertenecían a una nueva especie de saurópodo habitante del Jurásico tardío. Marsh bautizó a la nueva especie como Apatosaurus ajax ("lagarto engañoso"), ya que inicialmente le recordó a un reptil submarino con el que no tenía relación. Dos años después, el equipo de Marsh encontró otro dinosaurio de cuello largo en estratos rocosos correspondientes a la misma era que la del Apatosaurio, aunque Marsh concluyó que los huesos pertenecían a otro género y especie, por lo que lo llamó Brontosaurus excelsus.

El nombre no duró demasiado, ya que en 1903 el paleontólogo Elmer Riggs determinó que el Apatosaurus ajax y el Brontosaurus excelsus estaban mucho más relacionados entre sí de lo que Marsh había creído. Como el primer nombre en registrarse fue el de Apatosaurio, el Brontosaurio simplemente se convirtió en Apatosaurus excelsus, "extinguiéndose" por tanto de la nomenclatura científica. Eso en cambio no hizo que el término Brontosaurio desapareciera de la cultura popular, ya que seguimos oyéndolo en grandes éxitos del cine de todos los tiempos, incluyendo la clásica película muda "El mundo perdido" de 1925, basada en la célebre novela homónima de Conan Doyle, cuyos exteriores fueron rodados en Venezuela.

Pero he aquí que las cosas parecen haber cambiado, gracias a un trabajo publicado hace unos días en la revista de acceso abierto Peerj y liderado por Emanuel Tschopp (Universidade Nova de Lisboa), en compañía de Octavio Mateus y Roger B.J. Benson. Lo que hicieron estos tres investigadores, en un trabajo realmente monumental por el número de muestras examinadas, fue estudiar 477 rasgos morfológicos diversos en todos los especímenes que pudieron encontrar en los museos de Europa y los Estados Unidos, empleando para ello métodos estadísticos.

Histórica ilustración de Charles R Knight en 1897 mostrando al Brontosaurio en primer término (en el agua) y al Diplodocus en la orilla.
Histórica ilustración de Charles R Knight en 1897 mostrando al Brontosaurio en primer término (en el agua) y al Diplodocus en la orilla.

Y lo que descubrieron fue que existían tantas diferencias entre los géneros Brontosaurus y Apatosaurus como para separarse en dos. De hecho, según declaraciones de Tschopp, el Apatosaurus tendría un cuello más ancho y robusto que el Brontosaurus. Como curiosidad, decir que el trabajo de estos investigadores no tuvo en cuenta los cráneos del Apatosaurus excelsus ya que no existe consenso entre los paleontólogos sobre si se ha descubierto algún cráneo de este animal.

Así que como ven, la cruzada para traer al Brontosaurio de vuelta a la literatura científica acaba de empezar, aunque en un campo como la paleontología, donde el hallazgo de un nuevo espécimen es capaz de ponerlo todo del revés, auguramos un proceso de "resurrección" lento y farragoso. Mientras tanto nos queda el consuelo de que, al menos en el corazón de los niños que aman los dinosaurios, el Brontosauro aún camina firme y pesadamente haciendo temblar el suelo de su imaginación.

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