El astronauta que se llevó a su familia de viaje a la Luna

En 1972 un astronauta de la misión Apollo 16 dejó en la Luna algo más que experimentos científicos

El astronauta Charlie Duke
El astronauta Charlie Duke

La primera vez que me encontré con Charlie Duke tan solo me pareció un simpático señor mayor que deambulaba entretenido junto a su esposa por los pasillos del Hotel Abama en Tenerife buscando el restaurante para desayunar. Pero todos sabemos que muchas veces las apariencias engañan, y tras el aspecto tranquilo y bonachón se esconde un espíritu aventurero sin igual que le llevó un día a convertirse en astronauta. De hecho, Duke es uno de los pocos seres humanos que han pisado la superficie de la Luna en una de las seis misiones Apollo que lograron aterrizar en nuestro satélite.

A pesar de contar ya con ochenta años se conserva bastante bien y siempre luce una amable sonrisa cuando alguien se le acerca para pedirle un autógrafo o una entrevista. La suerte quiso que hace unos años compartiésemos asientos contiguos en el autobús que nos llevó a visitar el Teide durante las jornadas del evento Starmus y durante algo más de una hora y unos cuantos kilómetros de curvas tuve a mi entera disposición a un verdadero “moonwalker” para hacerle todo tipo de preguntas… y por supuesto para hablar de su célebre fotografía en la Luna.

Tal y como sucedió con la mítica expedición de Shackleton para su conquista en la Antártida, a Charlie Duke la oportunidad de convertirse en astronauta también le llegó por anuncio en un periódico. Tras licenciarse en Ingeniería física y realizar un master en aeronáutica, a mediados de la década de los ’60 Charlie Duke era uno de los pilotos más consolidados de las fuerzas aéreas de Estados Unidos. Su perfil era adecuado para formar parte del pequeño grupo de elegidos que la NASA andaba buscando para sus misiones espaciales, así que cuando se encontró con aquel anuncio no lo dudó y acudió a las pruebas de selección.

Duke durante una de las salidas EVA de la misión Apollo 16
Duke durante una de las salidas EVA de la misión Apollo 16

Tuvo que esperar dos misiones para que por fin lo incluyeran en el programa lunar, y su primer encargo era formar parte del Apolo 13… Afortunadamente, en aquel momento Duke era el tan solo el piloto suplente y se ahorró la angustiosa epopeya de los tres tripulantes de aquel atribulado viaje.

Sé perfectamente que Charlie ha contado la misma historia cientos de veces a cientos de periodistas pero, mientras el autobús sigue recorriendo las empinadas cuestas rumbo al Teide, me disculpo y le pido por favor que me cuente de nuevo la anécdota de la fotografía de familia... Duke me mira como si mirase a uno de sus nietos pidiéndole que le vuelva a contar historias de la Luna, sonríe y finalmente, asiente.

En el evento STARMUS de Tenerife
En el evento STARMUS de Tenerife

La idea le surgió varios meses antes de saber que sería el piloto del Apollo 16. A principios de 1972 reunió a su esposa Dorothy, que aún hoy le acompaña en todos los viajes, y a sus dos hijos Thomas y Charles junto a un banco y se hicieron una típica fotografía familiar. Duke se llevó consigo esa foto en su viaje con la intención de dejarla allí como prueba para sus pequeños de que su padre había estado realmente en la Luna.

Era solamente una simpática forma de decir “Papá estuvo aquí” y si algún día alguien vuelve y la encuentra, si la gira encontrará en el reverso las siguientes palabras: “Esta es la familia del astronauta Charlie Duke del planeta Tierra, que aterrizó en la luna el 20 de abril de 1972”.

Foto de la familia Duke en la Luna
Foto de la familia Duke en la Luna

Por aquellos tiempos muchos pensaban que décadas después los viajes espaciales serían algo frecuente y cotidiano, y que quizá sus propios hijos visitarían la Luna… entonces, si pasaban por las cercanías del cráter Descartes podrían recogerla y comprobar con sus propios ojos que su padre lo había conseguido.

Hoy en día todos reconocen que aquella misión del Apollo 16 fue una de las más importantes de cara a la ciencia. Se recogieron cientos de kilos de rocas lunares, se dejaron 8 importantes experimentos en la superficie (ALSEP), se hicieron miles de fotografías y videos con diferentes cámaras e incluso se llevó un vehículo lunar (LRV) con el que hicieron tres salidas EVA de exploración… y junto a toda esta gran labor científica, a Duke le pareció buena idea dejar para la posteridad una pequeña nota familiar.

Otra vista de la foto familiar sobre el regolito lunar
Otra vista de la foto familiar sobre el regolito lunar

Quién sabe… quizá dentro de muchos años, cuando el ser humano ya no esté aquí, “algún visitante” espacial aterrice cerca y pueda hacerse una idea de cómo era la especie que habitó un día la Tierra… o quizá, y si tenemos más suerte, puedan ser sus propios nietos o bisnietos los que pasen a visitar en la Luna la foto de la familia Duke.

Antes de terminar no me resisto a contaros otra de las geniales anécdotas que Charlie me contó en aquel viaje y que está relacionada con su bien conocido traspiés en la Luna

Durante la colocación de los diversos experimentos en las salidas EVA el astronauta tropezó y cayó varias veces. “No es que sea muy patoso, es que es bastante difícil” –aclara sonriendo–, sin embargo una de esas caídas tuvo una interesante consecuencia y es que durante mucho tiempo Duke no vio en ningún momento la Tierra…

El astronauta tenía ganas de disfrutar de la vista de nuestro planeta desde su privilegiada posición y sin embargo no la encontraba por ningún lado en el cielo… hasta que en una de sus caídas, terminó boca arriba en el suelo de la Luna y de repente lo entendió: La Tierra había estado justo encima de él todo el tiempo, por eso no la veía. Allí, tumbado en el regolito, por fin pudo contemplar el fascinante panorama del planeta azul. Casi en voz baja me terminó confesando que se quedó en el suelo buen rato antes de levantarse…