Cómo mover la cola de una rata con el pensamiento

Si dedicas un minuto al video que tienes bajo estas líneas, contemplarás una escena realmente desconcertante. En la parte izquierda un voluntario mira un monitor mientras un encefalograma (EEG) monitoriza la actividad eléctrica de su cerebro. Lo que pasa por su cabeza, los pensamientos que registra la máquina en ese momento, tiene un efecto inmediato en la parte derecha de la pantalla, donde levanta la cola de una rata. Mediante un sencillo experimento, una persona está moviendo el cuerpo de un animal con el pensamiento (¡!).

Parece magia, pero es pura neurociencia. Este tipo de dispositivo se conoce como interfaz cerebro-cerebro y es un paso adelante en las investigaciones en este campo. Desde hace unos años, los científicos estudian cómo traducir las señales de nuestro cerebro en movimientos físicos de algún tipo de dispositivo. Estos mecanismos se conocen como interfaz cerebro-ordenador y se diseñan principalmente para permitir que una persona sin ninguna movilidad pueda mover una silla de ruedas, por ejemplo, o un brazo robótico, y mejorar su calidad de vida. En este otro vídeo, puedes ver a un hombre moviendo un brazo robótico con la mente y tocando con él la mano de su novia:

Pero, ¿cómo se hace esto? El cerebro emite unas señales eléctricas muy reconocibles y que los científicos conocen como "potenciales evocados". Existe un tipo concreto de señal, la P300, que salta nuestro cerebro parece reconocer lo que estaba buscando. Esto es extremadamente útil para diseñar un sistema para escribir, por ejemplo. Las letras pasan ante los ojos del sujeto y cuando pasa la letra que quiere escribir su cerebro emite una señal eléctrica que dispara la selección. Es un sistema eficaz, pero muy lento, porque la realidad es que todavía no conocemos bien cómo funcionan las neuronas cuando tenemos un pensamiento concreto.

Ahora volvamos al experimento del primer vídeo. Como decía al principio, aquí ya no es un cerebro que se comunica con una máquina sino un cerebro que se comunica con otro cerebro, en este caso el de un roedor. Lo que han hecho los científicos de la Universidad de Harvard es colocar a la rata una especie de casco que funciona con ultrasonidos. Cuando el cerebro del humano se centra en una determinada tarea, activa una señal que pone en marcha el dispositivo de ultrasonidos y excitan una región concreta del cerebro de la rata. En este caso la zona de la corteza motora que dispara el movimiento de la cola.

La ventaja de este nuevo sistema es que no es invasivo. Se están diseñando otros mecanismos pero tienen el inconveniente de que hay que poner un electrodo en el cerebro del sujeto, lo que conlleva una operación y multiplica los riesgos a pesar de ser más eficiente.

En los años 50, el neurocirujano Wilder Penfield descubrió que cuando estimulaba alguna parte del concreto del cerebro de sus pacientes - despiertos durante la operación - se producían determinados movimientos o cambios en la forma de hablar. Este experimento de la rata es una exploración primitiva y a ciegas como aquella, aún queda mucho para saber qué zonas de la corteza hay que estimular para provocar determinados comportamientos. Y solo se puede ensayar con roedores. Pero en un futuro no muy lejano esta tecnología mejorará y los interfaces cerebro-cerebro pueden ser una realidad cotidiana. Los más fantasiosos creen que algún día se podrá usar para comunicarnos telepáticamente. Soñar es gratis, y la ciencia ficción tiene su encanto, pero no deja de ser eso, ficción.

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Fuente: Yahoo! España
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