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Crean un material casi insumergible

En un par de semanas, concretamente la noche del 14 al 15 de abril, se conmemora el centenario del hundimiento del barco más famoso de todos los tiempos: el Titanic. En estos cien años, la navegación ha mejorado en innumerables aspectos y los buques cada día son más seguros y fiables. Sin embargo, la realidad es que todavía nos queda mucho por mejorar, como nos demostró hace poco el inesperado naufragio del gran crucero Costa Concordia.

La tecnología aplicada a la industria náutica nos ha procurado en los últimos tiempos una gran cantidad de avances destacables en posicionamiento y geolocalización, en el control de las vías marítimas, o en eficacia y rapidez de las embarcaciones. No obstante, el verdadero salto de gigante podría producirse en las próximas décadas y vendría de la mano de nuevos materiales.

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El desarrollo y aplicación de los llamados "metamateriales" traerá en un futuro cercano una verdadera revolución en la manera en la que construimos nuestro mundo.

Materiales capaces de absorber hasta el 99% de la luz que reciben, finos cables que podrían elevar un ascensor hasta el espacio, nanotubos de carbono flexibles pero cien veces más resistentes que el acero, metales casi tan ligeros como el aire, delgadas fibras capaces de soportar el impacto de una bala o telas dignas del mago Harry Potter capaces de hacerte casi invisible.

No es ciencia ficción. Algunas de estas innovaciones son ya una realidad y otras se están desarrollando en laboratorios de todo el mundo que día a día mejoran y avanzan en su diseño.

El último de estos increíbles metamateriales se ha presentado hace unos días en el encuentro anual de la Asociación Americana de Química que se celebra en San Diego, California, y quién sabe si hubiera salvado de la tragedia al mismísimo Titanic.

Se trata de una sustancia prácticamente insumergible. Algo realmente asombroso, puesto que, a pesar de ser uno de los materiales más ligeros del mundo, sus creadores afirman que es tan resistente que con solo 500 gramos podría mantener a flote más de 450 kilos sobre él.

El material se ha realizado a partir de un aerogel compuesto por minúsculas fibras de celulosa distribuidas de manera microscópica. Esta "nanocelulosa" es tan sorprendente que, si pudiéramos aplicarla al casco de un transatlántico, no solo pesaría cientos de veces menos, sino que además soportaría una increíble cantidad de peso a flote.

Un espectacular material que también tiene un origen realmente interesante, ya que se ha basado en diseños naturales. Es lo que se denomina Biomimética, y consiste en realizar inventos copiando diseños ya existentes en la Naturaleza. Lo hemos visto, por ejemplo, en el diseño de trenes de alta velocidad que imitaban la aerodinámica de algunos pájaros, y en el caso de hoy, los inventores de esta sustancia insumergible se han inspirado en el insecto tejedor o zapatero (Gerris lacustris), un pequeño artrópodo capaz de flotar y moverse cómodamente por la superficie del agua.

Por si fuera poco, esta nueva nanocelulosa incluye otras grandes ventajas que hacen de ella uno de los materiales con más aplicaciones en un futuro no muy lejano. Se trata de un material renovable, ecológico, sostenible y no resultaría caro producirlo puesto que la celoulosa es uno de los recursos más abundantes en nuestro planeta.

Para terminar de redondear todas sus geniales características hay que añadir que a su flotabilidad se suma también su gran capacidad para absorber aceite, lo que convierte a este material en una posible solución para los derrames de petróleo en el océano. Bastaría con dejarlos flotar sobre la mancha y retirarlos después de que la nanocelulosa hubiera absorbido el petróleo vertido al mar.