Consiguen detener el envejecimiento... en moscas de la fruta

La búsqueda de la eterna juventud, un objetivo que ha estado en el foco de la ciencia desde antes incluso de que existiese tal y como la conocemos. Porque no se trata sólo de alargar la vida, sino de hacerlo manteniendo la calidad de ésta. Que es lo que ha conseguido un equipo de investigación... en las moscas de la fruta (Drosophila melanogaster).

Y lo han conseguido con un enfoque bastante interesante. Por norma general, casi todos los estudios se centran en buscar las causas de la enfermedad. En casos como el del equipo de investigación de la UCLA, desde un punto de vista genético. Cuando se ha detectado, se ataca el problema.

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En cambio, para este trabajo lo que han hecho ha sido buscar un gen que sirve para mantener el buen estado, y activarlo en distintas partes del cuerpo. El gen concreto se denomina AMPK, y se activa cuando las reservas de energía de la célula caen.

Cuando éstas caen es precisamente el momento en el que comienza el deterioro. Así que al activar el gen AMPK en distintas partes del cuerpo se crea una protección para todo el organismo. Por decirlo de una manera sencilla, se “encienden” los sistemas de reparación y mantenimiento.

Con esto se consigue alargar la vida de las moscas hasta ocho semanas. Que puede parecer muy poco, pero es un aumento del 30% en la esperanza de vida. Y con buena salud, que también es importante.

Siempre que salen estudios de este tipo se explica lo mismo, pero es porque realmente es importante. Si se estudian las moscas de la fruta es porque sirven de modelo para humanos. Esto es, al cabo del tiempo, y mediante muchos estudios, se espera poder alargar la vida manteniendo la calidad en los seres humanos.

Pero esto es un problema. Aunque pueda parecer controvertido, también hay que explicarlo. Seguir aumentando la esperanza de vida, y mantener la calidad de ésta, es un propósito muy noble. Pero que entraña peligros.

A día de hoy, los humanos ya hemos superado – y con mucho – los límites de nuestra vida biológica. Vivimos muchos más años de lo que podríamos esperar, y también de lo que nuestro está “pensado” para hacerlo. Y de largo, más de lo que nuestro lugar en los ecosistemas puede soportar.

Con esto no quiero decir que no se deba seguir investigando en ello, pero sí que deberíamos ser conscientes de lo que estos descubrimientos implican, y las consecuencias que puede tener.

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Publicado originalmente en Apuntes de Naturaleza