¿Qué hace inteligente a un ser?

Recientemente los astrónomos han anunciado el hallazgo de un nuevo hito en la búsqueda de un exoplaneta habitable, eso que algunos llaman una "Tierra 2". Se trata de Kepler-186f, un mundo alojado en la zona "Ricitos de Oro", allá donde no hace demasiado frío ni demasiado calor y el agua fluye en estado líquido, uno de los requisitos que los astrobiólogos establecen para el hallazgo de vida "tal y como la conocemos".

Esta última apostilla no deja de ser un reconocimiento sobre la total ignorancia que los humanos tenemos sobre otras formas de vida no terrestres. Es lógico, nuestro único modelo conocido es la Tierra. ¿Seremos capaces no ya de detectar inteligencia, sino de reconocer vida en un hipotético ser que parezca una piedra, o una nube de gas? Por otro lado ¿Qué es la inteligencia? David Berreby se hace esta clase de preguntas en un interesantísimo artículo en el NewYorker titulado Qué hace inteligente a un ser

En un trabajo reciente publicado en Acta Astronautica por la investigadora en comportamiento de delfines Denise Herzing, la autora se pregunta si no somos demasiado homocéntricos a la hora de calibrar la inteligencia de una criatura. En lugar de establecer niveles en función a un único parámetro (lo mucho o poco que se parecen a nosotros) Herzing propone usar una media de cinco indicadores diferentes.

Los indicadores propuestos por la autora para medir la inteligencia de un ser o máquina (incluye a la inteligencia artificial en su estudio) son los siguientes: uno, tamaño del cerebro (si es que lo tienen) en relación al tamaño del resto del cuerpo; dos, alcance al que la entidad logra enviar y recibir información; tres, el grado de diferenciación entre distintos miembros de la especie; cuatro, la complejidad de su vida social, y cinco, la cantidad de interacción que tiene con miembros de otras especies.

Herzing cree que para que un ser fuese considerado inteligente tendría que puntuar alto en los cinco parámetros. Y los delfines ciertamente lo hacen, su cerebro es cuatro veces más grande de lo que debería para el tamaño de su cuerpo. Envían y reciben mucha información a través de sus gestos y sonidos. Cada uno es único e individual, con su personalidad y estilo, lo cual permite diferenciarlos fácilmente a quien los trata. Llevan vidas sociales muy elaboradas y finalmente interactúan con los humanos (Herzing es el ejemplo), con otras especies de delfines, peces y tiburones.

Para comprobar la validez de su método de evaluación, Herzig pidió a otros expertos en biología e inteligencia artificial que aplicasen sus cinco parámetros a las criaturas biológicas o electrónicas con las que estaban acostumbrados a trabajar (bacterias, pulpos, ordenadores). El resultado de la comparativa posterior reveló diferentes perfiles de inteligencia según se combinasen los cinco rasgos (incluso en ausencia de alguno).

Las bacterias por ejemplo carecen de cerebro, pero en cierto modo se comunican entre sí, interactuan con el medio y aprenden (cómo evolucionar y combatir a los anticuerpos, por ejemplo). Los pulpos tienen cerebro, son comunicativos pero carecen de vida social. Y luego está la inteligencia artificial, que no interactúa con otras especies, y tampoco cuenta con vida social. Finalmente aparece una categoría en la que entran los animales comunicativos y socialmente interactivos en la que entran los humanos y también los delfines.

Arthur C Clarke describrió en su cuento "Un paseo en la oscuridad" a seres completamente distintos a nosotros, "como los seres gaseosos de Alcoran, o los errantes reticulados undulatorios de Shandaloon". Estas criaturas podrían no percibirnos cuando pasasen junto a nosotros o a nuestro través. Para Herzing es preciso dotarnos de una definición más amplia de inteligencia cuando busquemos seres ahí afuera. "Serviría incluso para que definiéramos qué clase de seres no podríamos alcanzar".

De lo contrario podría sucedernos como al protagonista de la novela "Fiasco" de Stanislaw Lem, en la que un astronauta que busca a unos seres inteligentes en un exoplaneta, pasa cientos de veces junto a unos montículos antiestéticos posados sobre el suelo sin darse cuenta de que ellos son el E.T. que está buscando.

Seguramente para muchos sería decepcionante encontrar seres extraterrestres con los que no podemos "hablar", pero ciertamente estoy de acuerdo con la autora del trabajo en que debemos comenzar a liberarnos de nuestros prejuicios antropomóficos y prepararnos para lo que sea que la evolución galáctica haya preparado en una variedad infinita de mundos.

Comenzar leyendo este artículo sobre los extraterrestres imaginados por David Aguilar podría ser un buen punto de inicio.

Fuente: Yahoo España
Qué hace inteligente a un ser