¿Cómo se elige el nombre de los planetas?

La zona roja, a la izquierda, es el exoplaneta 2M1207b, visto en 2004 por el Observatorio Europeo Austral (ESO - Wikimedia Commons)
La zona roja, a la izquierda, es el exoplaneta 2M1207b, visto en 2004 por el Observatorio Europeo Austral (ESO - Wikimedia Commons)

Los astrónomos han descubierto más de 1.800 planetas fuera del Sistema Solar desde 1989. Esa búsqueda de cuerpos celestes gira en torno a una gran pregunta: ¿habrá vida inteligente en otro rincón del Universo? Pero si finalmente encontrásemos un astro habitable, los científicos tendrían que resolver otro grave problema: ¿cómo llamar a los habitantes de HD 114762 b?

Esas letras y números designan al primer exoplaneta hallado por los terrícolas, cuya existencia fue confirmada en 1991. Según las convenciones de la Unión Astronómica Internacional (IAU), la denominación incluye el nombre de la estrella en torno a la cual orbita –HD 114762—y revela que fue el primero en ser distinguido cerca de ella. Y sí, aunque el oficio de observar el espacio parezca muy excitante, los científicos deben ajustarse a reglas tan sosas como esta del bautizo planetario.

Un orden necesario, pero aburrido

En 1919 los astrónomos no podían prever que menos de un siglo después la humanidad sería capaz de escrutar distantes estrellas y descubrir centenares de nuevos planetas. Seguramente soñaban con ese futuro. Tampoco podían estimar el interés que los asuntos espaciales despertarían más allá de la comunidad científica.

En ese año crearon la IAU con el objetivo, entre otros, de establecer un sistema único y estandarizado para nombrar los objetos celestes. Desde entonces este organismo internacional ha asumido la autoridad en el tema de la nomenclatura de estrellas, cometas, asteroides, planetas, satélites… Sus decisiones cuentan con el aval de alrededor de 11.000 profesionales de la astronomía, provenientes de más de 90 países.

Ilustración de un probable paisaje en Kepler-16b, según el Jet Propulsion Laboratory de la NASA (Cortesía NASA/JPL-Caltech)
Ilustración de un probable paisaje en Kepler-16b, según el Jet Propulsion Laboratory de la NASA (Cortesía NASA/JPL-Caltech)

La IAU afirma que “no se considera a sí misma como poseedora del monopolio del bautizo de objetos celestiales” porque teóricamente cualquier persona puede adoptar el nombre que elija. Sin embargo, “dada la publicidad y la carga emocional asociada con estos descubrimientos”, la organización ofrece, no sin humildad, su experticia para desarrollar un proceso exitoso de nombramiento. Y para ello ha trazado reglas bien claras.

En el caso de los exoplanetas, por ejemplo, los nombres deben tener menos de 16 caracteres, ser preferiblemente una sola palabra, pronunciables en algún idioma, no ofensivos y diferentes a los ya registrados.  Además, se prohíbe el uso de nombres de mascotas, comerciales, relacionados con actividades políticas, religiosas y militares, y de personas vivas.

Vote por su planeta preferido

Mas no todos tienen la paciencia para esperar que la IAU estudie su propuesta de nombre. ¿Quién no quisiera bautizar una estrella? Ese fervor animó a la empresa Uwingu a lanzar un concurso en 2013 para dar nombre a los nuevos planetas descubiertos. Cada sugerencia costaba 4.99 dólares y el derecho a votar 99 centavos. Una parte de esos fondos financiaría programas de investigación y educación sobre el espacio.

La campaña tuvo un enorme éxito, hasta que la IAU intervino para “aguar la fiesta”. En una declaración fechada el 12 abril de 2013 en París, el organismo reconoció el entusiasmo popular, pero afirmó que los nombres propuestos no contaban con el reconocimiento oficial. En pocas palabras, el concurso era un fraude.

“En tanto que organización científica internacional, (la IAU) se desvincula totalmente de la práctica comercial de vender nombres de planetas, estrella o, incluso, “bienes raíces” en otros planetas o lunas”, aclaró el comunicado. “Estas prácticas no serán reconocidas por la IAU y sus esquemas alternativos no pueden ser adoptados”, concluyó. No obstante, ese incidente sirvió para abrir la puerta a una verdadera convocatoria mundial para, al fin, dejar que los apasionados de la astronomía bautizaran a sus exoplanetas predilectos.

Ahora no es un scam

En julio de 2014 la IAU invitó a los clubes de astronomía a participar en el nombramiento de 305 exoplanetas descubiertos antes de 2009. Esos grupos tenían hasta fin de año para registrarse. Luego deberán expresar su interés por entre 20 y 30 astros. Al concluir todo el proceso, en agosto de 2015, cada círculo de aficionados nombrará uno de ellos.

El público general también accederá a las votaciones a partir de junio próximo. La IAU espera reunir al menos un millón de votos. El organismo ha advertido que las nuevas denominaciones no remplazarán la nomenclatura científica, necesaria para la comunidad de astrónomos profesionales. No obstante, el rompecabezas de quienes en el futuro conozcan a los extraterrestres habrá terminado. Y quizás hasta el asunto evite una guerra intergaláctica porque, quién lo duda, suena mejor se llamado arrakiano que "HD 114762 bense".