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¿Qué es lo más importante? Estas son las respuestas de los latinoamericanos

En general los latinoamericanos valoran la educación como lo más importante en sus vidas (AP/Rodrigo Abd)
En general los latinoamericanos valoran la educación como lo más importante en sus vidas (AP/Rodrigo Abd)

Alguna vez, en una de esas raras pausas en el frenesí cotidiano, usted se ha preguntado ¿qué es lo más importante en su vida? En la respuesta seguramente abundarán las referencias a la familia, la religión, las íntimas convicciones… Pero como ciudadano, como persona sumergida en una sociedad, ¿qué ocupa ese sitio principal en sus preocupaciones?

La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) ha reunido la opinión de más de 80.000 personas al respecto. El estudio, iniciado en 2011, explora la relevancia de 11 indicadores: vivienda, ingresos, empleo, comunidad, educación, medio ambiente, compromiso cívico, salud, satisfacción, seguridad y balance vida-trabajo.

Los participantes en el sondeo, aún abierto en Internet, provienen de lugares tan diversos como Papúa Nueva Guinea, en el Pacífico, Yibuti, en África y El Salvador en Centroamérica. Y sin embargo, algunas inquietudes atraviesan las fronteras al punto de dibujar el rostro de regiones enteras.

América Latina, la educación en primer lugar

Como si fuese un nuevo rasgo de la identidad continental, la mayoría de los latinoamericanos coinciden en conceder la mayor importancia a la educación. Así ocurre en toda Suramérica –a excepción de Perú y Venezuela—en México y en Guatemala. No obstante, el rendimiento escolar aún dista de los países más avanzados.

La inseguridad ocupa el primer sitio entre las preocupaciones de los venezolanos (AP/Fernando Llano)
La inseguridad ocupa el primer sitio entre las preocupaciones de los venezolanos (AP/Fernando Llano)

Mientras el 82 por ciento de los jóvenes de la OCDE, como promedio, han obtenido un título de educación secundaria, apenas el 44 por ciento de los mexicanos han alcanzado ese nivel de instrucción. En Brasil la proporción asciende al 57 por ciento, lejos de Chile que exhibe un 88 por ciento. Esas tres naciones son las únicas de América Latina incluidas en esa organización de economías avanzadas.

Los resultados en los exámenes del Programa para la Evaluación Internacional de Estudiantes (PISA) del 2012 confirman las deficiencias presentes en los sistemas de educación regionales. Los estudiantes mexicanos obtuvieron una nota promedio de 417 en lectura, matemáticas y ciencias. Brasil y Chile también clasificaron por detrás de la marca de 497 puntos, considerada como la media en la OCDE.

¿Por qué, a pesar de estas discretas estadísticas, los habitantes de América Latina apuestan por la educación? ¿Por qué ocupa la cima de sus prioridades, sobre temas más frecuentes en la prensa como la seguridad, el empleo y los ingresos? Un diploma puede abrir mejores oportunidades de trabajo y garantizar un salario superior, pero no siempre sucede así.

En cambio, los europeos valoran más la satisfacción y la salud. En África, Asia y Oceanía no predomina un indicador, lo cual confirma la enorme diversidad de esas regiones. Los latinoamericanos, unidos ya por una historia y una lengua común, también se enlazan en sus prioridades vitales.

Los latinoamericanos se movilizan para defender sus prioridades (EFE/Leonardo Muñoz)
Los latinoamericanos se movilizan para defender sus prioridades (EFE/Leonardo Muñoz)

Ciudadanía, una palabra extraña

Un factor común reúne a todos en este mundo, sin importar la geografía: la desconfianza con respecto a las instituciones públicas y el escepticismo ante la posibilidad de ejercer alguna influencia política. Solo el 39 por ciento de los ciudadanos de la OCDE confían en sus gobiernos.

El compromiso cívico comprende también la participación en las elecciones y la transparencia del Estado frente a la ciudadanía. Sin excepción, ese aspecto clasificó en el fondo de las respuestas a la pregunta ¿qué es lo más importante?

Aunque el cinismo generalizado nos ahorre la sorpresa, esa crisis de credibilidad de la democracia encierra una paradoja. ¿Cómo influir sobre el curso de la economía, por ejemplo, si los ciudadanos no presionan a quienes definen y aprueban presupuestos? ¿De qué manera garantizar que los gobiernos inviertan en educación y salud, los dos factores que encabezan la lista en México, Colombia, Brasil, Argentina…, si los votantes entregan su poder ciudadano a la indiferencia?

Desestimar el compromiso cívico por desconocimiento de su importancia sería una situación alarmante, pero corregible. Abandonarlo por siempre al final de la lista porque “la política la hacen otros” o por tenaz escepticismo, equivaldría, ni más ni menos, a un suicidio social.