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¿Cómo luchar contra la obesidad en América Latina?

Más de 600 millones de personas en el mundo se consideran obesas (AFP | Str)
Más de 600 millones de personas en el mundo se consideran obesas (AFP | Str)

Los latinoamericanos adoran los extremos. El continente, conocido durante décadas por sus millones de personas hambrientas, ahora ocupa titulares por una pandemia de obesidad que casi ningún gobierno sabe muy bien cómo enfrentar. Paradójicamente, este generalizado aumento de peso no se debe a una mejor alimentación, sino a peores hábitos de consumo.

La idea de “controlar las barrigas” con impuestos o multas ha ganado algunos adeptos en la región. Otros prefieren invertir en campañas de promoción de salud, difíciles de aplicar cuando escasean los alimentos de la canasta básica. En el fondo del problema, los estilos de vida sedentarios y la pasión por la comida chatarra, más barata que las ensaladas y frutas. ¿Una guerra perdida? Quizás no.

Puerto Rico, la culpa es de los padres

La propuesta de un grupo de legisladores puertorriqueños de penalizar a madres y padres de niños obesos ha encendido la polémica. De aprobarse, la nueva ley impondrá multas de hasta 800 dólares a los progenitores que no cumplan con las orientaciones del Departamento de Educación para reducir el peso de sus hijos. A José Luis Dalmau, uno de los promotores del proyecto, le preocupan las consecuencias económicas de la obesidad. La familia deberá asumir su responsabilidad en la solución, o pagar por la negligencia.

Pero la medida no pasará sin oposición. Nutricionistas y médicos han criticado lo que algunos califican de disparate. En declaraciones al diario El Nuevo Día, la nutricionista Milly García ha señalado que en la mitad de los casos la obesidad infantil está relacionada con estilos de vida, no con maltratos. Además, los sectores con menos recursos no pueden costear alimentos saludables como frutas y verduras.

De acuerdo con los Centros de Control y Prevención de Enfermedades (CDC), el 17,9 por ciento de los niños puertorriqueños menores de cuatro años son obesos, la mayor tasa entre todos los territorios y estados de la unión, y una de las más elevadas del mundo. Entre la población adulta la cifra alcanza 27,9 por ciento, suficiente para colocar a la isla por encima de todos los países del planeta, con excepción de Estados Unidos y México.

Los mexicanos consumen 1,5 veces más Coca Cola que el segundo lugar, Chile (Isabel Mateos/ Cuartoscuro.com)
Los mexicanos consumen 1,5 veces más Coca Cola que el segundo lugar, Chile (Isabel Mateos/ Cuartoscuro.com)

México vs las bebidas azucaradas

A finales de 2013 el presidente de México, Enrique Peña Nieto, lanzó una cruzada nacional contra la obesidad. En noviembre el Congreso aprobó el alza de ocho por ciento en el impuesto a la comida chatarra – con una alta composición de grasas saturadas, azúcar y sal- y el nuevo gravamen de un peso por cada litro de bebida azucarada.

A pesar de los malos augurios, por el fracaso de iniciativas similares allende, el programa exhibe ya sus primeros resultados. Las ventas de Coca-Cola y sus competidoras locales cayeron en 2014. Un dato relevante porque nadie en el planeta bebe tanta Coca-Cola como los mexicanos: alrededor de 163 litros al año.

Según la Alianza por la Salud Alimentaria (ASA), el 52 por ciento de los mexicanos asegura haber consumido menos refrescos en el último año. Por otra parte, más de la mitad de los encuestados apoya el impuesto.

Para el país norteamericano, el más obeso del planeta, se trata de resolver una ecuación económica simple y urgente. Las enfermedades relacionadas con la obesidad devoran el 15 por ciento del presupuesto de salud. El sobrepeso, que afecta al 70 por ciento de los adultos mexicanos, provoca también enormes pérdidas de productividad.

¿Podrá el impuesto a las bebidas azucaradas reducir la obesidad? (Diego Simón Sánchez /Cuartoscuro.com)
¿Podrá el impuesto a las bebidas azucaradas reducir la obesidad? (Diego Simón Sánchez /Cuartoscuro.com)

Impuestos, campañas… y un sombrío horizonte

Cerca de la cuarta parte de los latinoamericanos son obesos, según la Organización Panamericana de la Salud. Si los gobiernos de la región no actúan con firmeza, en 2030 uno de cada tres habitantes del continente padecerá esa condición. En consecuencia los gastos en salud deberán multiplicarse en decenas de miles de millones de dólares, un duro golpe para las economías.

Pero aún las autoridades reaccionan con timidez. En octubre pasado Chile incrementó el impuesto sobre las bebidas azucaradas de 13 a 18 por ciento, como parte de una reforma tributaria. Mientras, el ministro de Salud de Colombia, Alejandro Gaviria, ha manifestado su interés por implementar una medida similar a la de México sin ofrecer detalles concretos sobre su futura aplicación.

En Venezuela, el Instituto Nacional de Nutrición lanzó una campaña en agosto de 2014. “Agarra dato, come sano” aspira a reducir a la mitad el número de personas obesas en el próximo lustro. Sin embargo, las intenciones de Caracas podrían chocar con la escasez de alimentos, que obliga a los venezolanos a optar por un menú más barato y, casi siempre, menos saludable.

¿Podrán las medidas que castigan el consumo persuadir a las personas con sobrepeso? ¿O las limitaciones financieras de muchos hogares terminarán por inclinar aún más la balanza hacia la comida basura? El tema de la obesidad ciertamente trasciende un simple recuento de calorías o el precio de un refresco.