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¿Cuándo una taza de café es demasiado café?

El café apasiona a más del 80 por ciento de los estadounidenses y a millones en el planeta.
El café apasiona a más del 80 por ciento de los estadounidenses y a millones en el planeta.

El día comienza con una taza de café. Esta rutina enlaza a millones de personas alrededor del planeta, quienes acuden a esta bebida como una imprescindible inyección de energía. Pero el antiguo hábito no ha disuelto, en su aromática estela, las dudas sobre los efectos de ingerir ciertas dosis de cafeína cotidianamente. A pesar de las sucesivas investigaciones, los científicos no se ponen de acuerdo.

La incógnita no desvela a todos por igual. Muchas personas prescinden de esa infusión o del también popular té, mientras otras ni siquiera se cuestionan la costumbre. En el campo de los “adictos” algunas profesiones aventajan a otras como muestra de que, en el mundo real, estrés y café riman sin importar las inciertas consecuencias.

Noticias con abundante cafeína

Noticia vieja para los que ejercemos este oficio: los periodistas y demás profesionales de los medios clasifican como los mayores consumidores de café, según una encuesta realizada en el Reino Unido. Los que han visitado una redacción en América Latina y Norteamérica habrán notado, en el paisaje cubierto por papeles y ordenadores, una fauna de tazas, termos, jarras, vasos… Contienen un negruzco líquido tan necesario a los escribidores de la realidad como la gasolina a los automóviles.

Encabezar la lista de los voraces “cafeinómanos” no sorprende, sin embargo la compañía confirma ciertas sospechas sobre nuestra profesión. Aparecen luego: policías, maestros, plomeros y comerciantes, enfermeras y personal médico, ejecutivos de empresas, agentes de televentas, trabajadores de soporte técnico informático, empleados de tiendas y chóferes. ¿Reportar los sucesos diarios y analizar las noticias será entonces más peligroso que mantener el orden o más estresante que lidiar con una banda de alumnos rebeldes? Volvamos al café…

Periodistas y policía, dos profesiones dependientes del café (EFE/JOE SKIPPER)
Periodistas y policía, dos profesiones dependientes del café (EFE/JOE SKIPPER)

El mencionado sondeo reveló que el 70 por ciento de las personas necesitan esa infusión para mantener el rendimiento laboral. Los primeros de la lista ingieren más de cuatro tazas de café diarias, un volumen por encima de lo recomendado por las autoridades médicas en Estados Unidos y Gran Bretaña. Pero los consejos en este sentido también varían, desde la abstinencia hasta el consumo sin límites, solo adaptado a las reacciones de cada cual.

En Finlandia, por ejemplo, donde un adulto promedio bebe alrededor de 10 kilos de café al año, los expertos no parecen preocupados. En el mundo nadie ingiere más cafeína que los países escandinavos, todos por encima de 300 miligramos diarios. El consumo global de cafeína supera ampliamente las 100.000 toneladas anuales.

¿La peor de las drogas?

La cafeína es una droga como el cannabis y el alcohol. Eso afirma un grupo de científicos, que la clasifican dentro de las sustancias psicoactivas, generadoras de una dependencia con manifestaciones como el síndrome de abstinencia, la tolerancia a largo plazo, el uso a pesar de las contraindicaciones médicas y el fracaso repetido de intentos por dejar el “vicio”. En mayo de 2013 los efectos corporales por dejar de consumir cafeína fueron incluidos en la lista de trastornos mentales de la Asociación Estadounidense de Psiquiatría.

A las autoridades de salud preocupan cada vez más las bebidas energéticas (REUTERS/Sam Mircovich)
A las autoridades de salud preocupan cada vez más las bebidas energéticas (REUTERS/Sam Mircovich)

De acuerdo con un artículo publicado por la revista Smithsonian, la cafeína bloquea los receptores de adenosina del cerebro, lo cual provoca el estado de alerta y la energía que experimentan los bebedores. Bajo los efectos de esta sustancia, los estimuladores naturales del cerebro –la dopamina, por ejemplo—actúan con mayor intensidad. Ese proceso cambia el funcionamiento del organismo, que se adapta a recibir crecientes dosis de cafeína. El resultado más evidente es la dependencia. Sin embargo, advierte el texto, la “adicción” desaparece tras un par de semanas de abstinencia.

El problema, si finalmente hay uno, trasciende los límites de una taza de café. En general las autoridades de salud recomiendan un consumo máximo diario de 400 miligramos, sin embargo resulta casi imposible determinar cuánta cafeína contiene un vaso de la famosa infusión. El porciento varía en dependencia del tipo de grano, el modo de preparación, las condiciones de cultivo, entre otros factores. Además, el catálogo de los productos energizantes se ha extendido hacia otras bebidas y alimentos, que no siempre destacan la presencia de la sustancia.

La Escuela de Salud Pública de la Universidad de Harvard (HSPH) ha concluido, tras un estudio de seguimiento a adultos iniciado en 1986, que no existe relación entre el consumo de café y el riesgo de morir por cualquier causa, sea cáncer, enfermedad cardiovascular u otra. La prestigiosa institución analizó los exámenes realizados a 130.000 personas en un período de hasta 24 años.

Por otra parte, el café podría proteger contra la diabetes tipo 2, la enfermedad de Parkinson, el cáncer de hígado y la cirrosis hepática, añadió el doctor Rob van Dam, profesor del Departamento de Nutrición de la HSPH.

Al margen de la incertidumbre científica, nadie se atrevería a pronosticar una renuncia masiva al café. A fin de cuentas, en este planeta desbordado de noticias contradictorias conocer el presente y predecir el futuro son tareas tan oscuras como el poso en el fondo de la penúltima taza.