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Venezuela, el paraíso turístico… perdido

La tasa de homicidios en Venezuela compite con la altura del Salto Ángel.
La tasa de homicidios en Venezuela compite con la altura del Salto Ángel.

Venezuela podría ser uno de los principales destinos turísticos en América Latina. Sin embargo, solo recibe más turistas que Paraguay. Las playas en el Caribe, la jungla amazónica, los picos nevados en los Andes, el Salto Ángel, los tepuis… la riqueza humana de un pueblo mestizo que seduciría a millones de viajeros, permanece casi inexplotada.

Esta semana el presidente Nicolás Maduro anunció el ascenso de una nueva ministra de Turismo, Marleny Contreras, la esposa del presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello. La titular enfrenta una tarea titánica: transformar el sector en una fuente de ingresos alternativa a la deprimida industria petrolera. Solo un milagro cambiaría, de la noche al día, lo que décadas de indiferencia condenaron al abandono.

El espejismo del petróleo

Caracas ha vivido durante casi un siglo del maná que brota del subsuelo. Las enormes reservas de crudo han conspirado contra el desarrollo de otras áreas de la economía. Como consecuencia, el país suramericano importa productos manufacturados y materias primas que podría fabricar en su territorio. Ese desbalance se ha acentuado con la administración errática del sucesor de Hugo Chávez.

El declive del precio del petróleo ha obligado a Caracas a buscar otras fuentes de ingresos (AP/Fernando Llano)
El declive del precio del petróleo ha obligado a Caracas a buscar otras fuentes de ingresos (AP/Fernando Llano)

Venezuela no aprovechó la bonanza petrolera para invertir en infraestructura y nuevas capacidades productivas. El turismo ilustra esa falta de inyección financiera. El chavismo ha perpetuado el estancamiento del número de visitantes extranjeros.

Según datos del Banco Mundial, en 1998 el país acogió 685.000 turistas. La cifra cayó hasta 337.000 en 2003, pero se recuperó hasta alcanzar 710.000 el año pasado. En ese mismo período, Colombia, que sufre aún las consecuencias de la guerra civil y la lucha contra el narcotráfico, creció de 674.000 hasta más de dos millones de viajeros foráneos.

Las autoridades venezolanas podrían seguir el ejemplo de su principal aliado en el continente, Cuba. La retórica antiestadounidense de los Castro no les ha impedido invertir en el turismo. Cada año más norteamericanos viajan a la isla, un paraíso caribeño que puebla los sueños de cientos de miles de canadienses y europeos. El 2014 cerró con 2,8 millones de turistas, el doble que en 1998.

Pero la ministra Contreras tiene fuertes vientos en contra. En marzo Caracas impuso nuevas regulaciones de visa a los estadounidenses, el mercado emisor natural de la región. Además, la escasez crónica ha golpeado a los pequeños hoteles y restaurantes. El colmo: algunas instalaciones hoteleras aconsejan a sus clientes traer consigo de papel higiénico, jabón y otros productos básicos.

Los dueños de esas empresas navegan las aguas del mercado negro para obtener abastecimientos. Solo la imaginación, hija predilecta de la necesidad, salva los menús de muchos restaurantes venezolanos.

Por otra parte, varias aerolíneas estadounidenses y europeas han reducido o eliminado sus vuelos a Venezuela. La deuda de Caracas con esas compañías aéreas ronda los 4.000 millones de dólares.

El monte Roraima, el paisaje soñado por los protagonistas de la hermosa película Up.
El monte Roraima, el paisaje soñado por los protagonistas de la hermosa película Up.

Un país peligroso

La penuria, el antojadizo manejo de las finanzas o los disparates discursivos de Maduro no bastarían para amedrentar a miles de turistas. La naturaleza venezolana deja impotente, sin adjetivos en grado superlativo, al Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española. Pero el riesgo de morir paraliza a los más osados.

Venezuela exhibe una de las peores tasas de homicidios del mundo. El gobierno de Canadá, por ejemplo, ajeno al antagonismo entre Caracas y Washington, no ha emitido aún una alerta especial a sus ciudadanos que desean viajar al país suramericano. Sin embargo, advierte que deben proceder con extremo cuidado por "los niveles significativos de graves crímenes como asesinatos, secuestros y robo a mano armada.".

El año pasado Estados Unidos emitió una advertencia de viaje con detalles sobre los crímenes violentos y, en particular, el creciente número de secuestros.

Las cifras oficiales de turistas llegados a Venezuela ocultan otro hecho desalentador para los planes de Miraflores. La mayoría de los visitantes tienen motivos académicos, de trabajo o familiares. Muy pocos eligen ese destino, simplemente, para vacacionar.

El país que creó un viceministerio de la “suprema felicidad”, la nación elegida por los dioses revolucionarios para construir el socialismo del siglo XXI, deberá garantizar antes de la vida de sus ciudadanos si quiere, algún día, obtener los dólares de los “desdichados” pobladores del resto del planeta.