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¿Por qué hay una explosión de alergias alimentarias en el mundo?

La forma de procesar el maní podría ser una de las causas de su efecto alergénico (AFP | Saul Loeb)
La forma de procesar el maní podría ser una de las causas de su efecto alergénico (AFP | Saul Loeb)

El vertiginoso auge de las alergias alimentarias en el mundo inquieta a millones de familias. La falta de resultados definitivos de los estudios científicos fomenta la confusión. Los sospechosos habituales –la genética, el ambiente, la dieta—no bastan para ofrecer una respuesta sobre esta especie de pandemia, que interroga con particular agudeza el estilo de vida occidental.

Se estima que alrededor de un tercio de los habitantes del planeta será alérgico en algún momento a lo largo de su existencia. En Estados Unidos unas 15 millones de personas padecen alergia a algún alimento, o sea, cerca del cinco por ciento de la población de ese país. Según los Centros de Control y Prevención de Enfermedades (CDC), entre los niños (menores de 18 años) esa enfermedad afecta al menos a 1 de cada 13 o el equivalente a dos alumnos en cada aula. El costo de anual de ese mal se acerca a los 25.000 millones de dólares.

Causas inciertas

En la comunidad científica internacional nadie se atreve a establecer un dictamen concluyente. El por qué de tamaño incremento de las alergias relacionadas con los alimentos se debe, entonces, a grupo de factores cuya influencia exacta se desconoce. No obstante, algunas teorías gozan de más popularidad y cierto consenso entre los investigadores.

El exceso de higiene parece reducir la capacidad de respuesta del sistema inmunológico. (Foto AP/Jim Mone)
El exceso de higiene parece reducir la capacidad de respuesta del sistema inmunológico. (Foto AP/Jim Mone)

En especial la llamada “hipótesis de la higiene” ha recibido una extensa atención en los últimos años. Aunque parezca contradictorio, el exceso de limpieza en el entorno doméstico y en la preparación de los alimentos provocaría la reacción del sistema inmunológico ante componentes alergénicos, que en ambientes menos asépticos son controlados por nuestros microbios.

Una de las primeras investigaciones sobre esta hipótesis, realizada en Alemania antes de la reunificación, reveló que los niños de las ciudades en la parte occidental, más ricas y limpias, padecían asma y rinitis alérgica con mayor frecuencia que sus vecinos de la República Democrática Alemana (RDA). Los menores del país comunista pasaban más tiempo en guarderías, jugando al aire libre, en contacto con otros niños y con sus bacterias y antígenos.

En relación con esta teoría, otros expertos afirman que la dieta occidental también justifica en parte la diferencia entre el aumento de las alergias alimentarias en Europa y Norteamérica, por ejemplo, y la menor incidencia en África. En las naciones desarrolladas el menú abunda en azúcares, grasas animales y un sinfín de productos químicos como conservantes, colorantes, espesantes… Esa combinación ha transformado la flora intestinal al punto de hacerla menos diversa y, en consecuencia, indefensa.

Un caso particular, los cacahuetes, también podrían evidenciar cómo la diferencia en el procesamiento de los alimentos justifica las alergias. Un estudio reciente, publicado en el Journal of Allergy and Clinical Immunology, concluyó que tostar esa leguminosa, como es costumbre en Estados Unidos, genera cambios moleculares que serían el origen de las reacciones alérgicas. La enfermedad aparece con menor frecuencia en países donde el maní se hierve.

Otra línea de investigación explora las razones genéticas y ambientales de las alergias alimentarias. Un estudio dado a conocer en 2013 en la revista JAMA Pediatrics, reveló que los niños residentes en Estados Unidos, pero nacidos en el exterior, tenían 48 por ciento menos de posibilidades de padecer enfermedades como el asma, la rinitis alérgica y las alergias alimentarias. Si los padres del pequeño eran extranjeros las probabilidades se reducían aún más. Una larga estancia en suelo estadounidense, en cambio, disparaba el riesgo de enfermar.

Ese resultado coincide con investigaciones efectuadas en ciudades europeas, que han demostrado la menor prevalencia de las alergias entre los hijos de inmigrantes con respecto a sus vecinos nacidos en el Viejo Continente.

Apenas ocho productos son responsables de la abrumadora mayoría de las alergias alimentarias.
Apenas ocho productos son responsables de la abrumadora mayoría de las alergias alimentarias.

¿Morir de alergia?

Aunque las alergias alimentarias pueden desencadenar reacciones fatales –la temida anafilaxis—el peligro de morir por esta causa es ínfimo en comparación con otras. En Estados Unidos la tasa de mortalidad por anafilaxis ronda 1,81 por cada millón de personas al año, una cifra que se eleva a 3,25 en los menores de 19 años.

En cambio, el número de muertes por accidentes en general alcanza las 399 anuales por cada millón de habitantes. En específico los accidentes de tráfico dejan 109 muertos por cada millón de personas.

Por otra parte, solo ocho alimentos acaparan el 90 por ciento de las reacciones alérgicas: la leche, los huevos, los cacahuetes, las nueces, la soya, el trigo, el pescado y los mariscos. Para suerte de los que no toleramos alguno de esos ingredientes, la naturaleza nos ofrece una casi infinita variedad para colmar, sin temores, nuestro apetito cotidiano.

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