Un templo gobernado por ratas

Hace unos meses, la ciudad alemana de Baja Sajonia que se hizo famosa por la leyenda de un flautista que la liberó de una plaga de ratones, volvió a estar en las noticias… y por el mismo motivo. Hamelín, más de 700 años después, se enfrentó a otra invasión de roedores, supuestamente por restos de comida arrojada por los turistas cerca de una popular pileta. Más al sur, en la isla italiana que en el siglo XIX fue el escenario de El Conde de Montecristo, otro ejército de ratas negras se apoderó del archipiélago toscano, poniendo en peligro el ecosistema. En ambos casos las autoridades locales tomaron acción inmediata para controlar su propagación.

Desde la peste bubónica hasta el tifus, los roedores siempre se han asociado a las infecciones y la contaminación. Sin embargo, en Deshnoke, una pequeña ciudad al noroeste de la India, hay un lugar de culto habitado por miles y miles de ratas, donde —durante su siglo de existencia— nunca ha habido un brote de peste ni enfermedades entre las personas que lo han visitado.

El piso de baldosas negras y blancas del templo Karni Mata es como un tablero de ajedrez viviente, donde las piezas son más de 20,000 ratas pequeñas color marrón que corretean entre los pies descalzos de los fieles que parecen inmunes al miedo.

El templo hindú fue construido en el año 1900 por el maharajá Ganga Singh (gobernante del estado de Bikaner, de 1888 a 1943) en honor a la diosa rata, Karni Mata. Un entramado complejo de paneles de mármol, con adornos de plata y oro por todas partes, recibe a miles de personas que recorren grandes distancias para venerar a las kabbas o ratas sagradas.

Cuenta la leyenda que Karni Mata, una encarnación de Durga, diosa del poder y la victoria, pidió a Yama, dios de la muerte, que le devolviera la vida al hijo de un juglar. Yama (quien ya había reencarnado como una rata) selló un pacto con Karni Mata, donde acordaban que todos los muertos de su clan reencarnarían como ratas, hasta que estuvieran listos para volver a nacer. En el hinduismo, la muerte marca el final de un capítulo y el comienzo de otro, en el camino hacia la unidad del alma con el universo. Este ciclo de transmigración se conoce como samsara y es precisamente la razón por la que las ratas de Karni Mata son tratadas con veneración.

Según los creyentes, comer Prasad o alimentos que han sido probados por una rata o que el roedor camine sobre tu pie, se consideran bendiciones supremas. Pero hay otra rara bendición que es interpretada como mejor augurio: distinguir entre el grupo una rata blanca. De las miles que habitan este templo, solo cuatro o cinco son blancas y se consideran especialmente sagradas. Se dice que son la reencarnación de Karni Mata y su familia. A diferencia del resto del mundo, donde son atrapadas y envenenadas, en el templo de las ratas son tratadas con verdadera devoción; tanto que si alguien accidentalmente pisa una y la mata, se supone que compre una rata de oro o plata y lo coloque en el templo para redimir su falta.

Fotografías: neilhinchley, arjunstc, germeister y Evgeni Zotov.