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Un parapléjico se salva de la horca en Pakistán porque las autoridades no saben cómo ejecutarle

Desde que el país volvió a imponer la pena capital en diciembre de 2014 ha acabado con la vida de 240 reos

Abdul Basit está postrado en una silla de ruedas
Abdul Basit está postrado en una silla de ruedas

Lo que debía haberse convertido en una cuestión de humanidad ha terminado siendo simplemente una cuestión logística y la vida de Abdul Basit, un prisionero paquistaní parapléjico, sigue colgando de un hilo, a la espera de que las autoridades decidan cómo matar a este hombre que por culpa de una meningitis tuberculosa está postrado en una silla de ruedas. Y si de momento vive es porque las autoridades del país aún no saben cómo ajusticiar en la horca a un prisionero que no se puede poner de pie.

Es la realidad que se vive en un país como Pakistán, que desde que decidió reanudar las ejecuciones en diciembre de 2014, tras seis años sin ellas, ha acabado con la vida de 240 reos, tal y como denuncia Amnistía Internacional. De esta manera se ha convertido en uno de los países con más sentencias de muerte, teniendo en la actualidad hasta 8.000. El respeto a los Derechos Humanos en estas ocasiones ha estado lejos de ser una constante.

En el caso de la historia de Basit es necesario remontarse al año 2009 cuando fue condenado por un asesinato que él hoy en día sigue asegurando que no cometió. Un año después, ya en prisión y debido a las malas condiciones en las que estaba en la cárcel de Faisalabad, contrajo la meningitis tuberculosa que le terminó causando graves lesiones por no recibir la asistencia médica conveniente.

En su lucha por la vida, este hombre logró vencer, pero todavía le quedaba la dura prueba de enfrentarse a las autoridades paquistaníes. Fue condenado a muerte y su ejecución estaba prevista para el pasado 29 de julio de 2015 pero el Tribunal Superior de Lahore la aplazó en el último momento por un recurso de los abogados.

La prisión de Faisalabad (Reuters)
La prisión de Faisalabad (Reuters)

Fue en vano, finalmente el tribunal desestimó el recurso y la nueva fecha se estableció el 22 de septiembre. En esta ocasión el impedimento fue el de cómo matar en la horca a una persona que no se puede poner de pie.

Las asociaciones humanitarias defienden a Basit y han exigido su inmediata liberación.

“En lugar de discutir la logística de cómo ejecutar a un hombre en silla de ruedas, las autoridades paquistaníes deberían conceder la suspensión a Abdul Basit”, ha manifestado Sultana Noon, investigadora de Amnistía Internacional sobre Afganistán.

Pero el tiempo corre y las oportunidades de este hombre se agotan. La sombra de la ejecución sigue planeando a la espera de una nueva fecha.

Javier Taeño (@javiertaeno)