Un despiste que pudo provocar el inicio de la Tercera Guerra Mundial

Las cuatro décadas en las que duró la Guerra Fría, que tuvo enfrentados a Soviéticos y Norteamericanos, fue un periodo de altísima peligrosidad para la paz mundial y en la que cualquier pequeño detalle, declaración o provocación por parte de uno de los dos bloques podía hacer saltar chispas y ocasionar un conflicto diplomático, con todo lo que ello representaba.

Pero a lo largo de todos esos años hubo más de un sobresalto que puso en jaque la seguridad del planeta y que llevaron al límite el momento crítico en el que se encontraban las relaciones entre ambos bandos.

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Errores estúpidos que bien pudieron haber costado una gran y devastadora guerra y que con la perspectiva de los años vemos como algo ridículo y sin sentido. Uno de esos momentos de tensión se produjo cuando, el líder de la URSS, Nikita Jrushchov durante una recepción a varios diplomáticos occidentales pronunció unas palabras que, tras una deficiente y poco exacta traducción por parte de los norteamericanos, provocó un sonado alarmismo y leyeron en ellas un provocador desafío.

Según EE.UU., la expresión pronunciada por Jrushchov fue "los enterraremos" cuando en realidad (y según versión posterior por parte de los soviéticos) lo que dijo fue un juego de palabras que en ruso querían decir que el marxismo a través del sistema comunista acabaría con el obsoleto sistema capitalista, el cual sería enterrado.

A pesar de los años que han pasado desde entonces, ninguna explicación oficial por parte de los dos bandos convenció al otro, aunque acabó quedando como otra de las muchas anécdotas que se produjeron durante los años de Guerra Fría, en los que estuvimos a un paso de llegar a la destrucción del planeta.

Uno de esos dramáticos momentos tuvo lugar a las 9 de la mañana del viernes 9 de noviembre de 1979, en el que un absurdo despiste hizo sonar todas las alarmas del alto mando militar norteamericano.

Los ordenadores del Mando Norteamericano de Defensa Aeroespacial (NORAD) comenzaron a detectar un ataque masivo de misiles por parte del ejército soviético. Dicho ataque fue catalogado como MAO-3 que, en el argot utilizado por los militares encargados de custodiar la paz, se refería a una intensidad de segundo nivel en un ataque de máximo nivel.

Los objetivos de un ataque MAO-3 era destruir el armamento nuclear enemigo, todo tipo de instalaciones militares y acabar con todos los mandos militares y administrativos del gobierno (entre ellos el presidente del gobierno y todo su ejecutivo).

Esto alarmó considerablemente a los responsables que en aquellos momentos se encontraban al frente del NORAD  e hicieron despegar y poner en activo a los cazas y bombarderos disponibles. Pero, a pesar de que los ordenadores detectaban la trayectoria de 300 misiles, los ojeadores no observaban nada extraño ni actividad bélica alguna.

La tensión del momento era máxima y las ordenes que llegaban desde el Mando Nacional del Pentágono era de repeler el ataque con la misma estrategia. Algo para lo que estaban altamente cualificados y preparados desde hacía tanto tiempo les pilló totalmente por sorpresa, produciéndose auténticas escenas de pánico entre los propios militares que allí se encontraban.

Pero de pronto alguien se dio cuenta de que algo no cuadraba. Estudiando todos los mensajes de ataque que se habían estado recibiendo desde los radares antimisiles a través de los ordenadores y siguiendo la trayectoria y velocidad, algunos de éstos ya tendrían que haber alcanzado los primeros objetivos y en realidad desde esas localizaciones no se había detectado nada.

Solo había una posible respuesta a lo que estaba sucediendo: el problema estaba en los ordenadores. Se comenzó a comprobar todos los aparatos de las instalaciones y se descubrió que la culpable de todo el embrollo era una cinta que contenía una simulación de ataque, la cual se utilizaba frecuentemente para realizar ensayos y entrenamientos y que posiblemente algún despistado instructor había dejado puesta y en marcha.

Nunca se conoció la identidad del responsable de tal desaguisado que hubiese podido provocar un devastador ataque norteamericano sobre intereses soviéticos y con ello el inicio de la Tercera Guerra Mundial.

Fuente: Yahoo! Noticias
Un despiste que pudo provocar el inicio de la Tercera Guerra Mundial