Tres desenlaces posibles del conflicto en Siria

Los inspectores de la ONU aún no han entregado su veredicto sobre el uso de armas químicas (EFE)
Los inspectores de la ONU aún no han entregado su veredicto sobre el uso de armas químicas (EFE)

El destino de Siria podría decidirse en los próximos días. El Congreso de Estados Unidos tendrá que pronunciarse a favor o en contra de una acción militar directa. Sin importar cuál sea la resolución de los legisladores estadounidenses, ningún camino parece conducir hacia una salida rápida y previsible del conflicto en el país árabe.

Siria ocupa un lugar central en el tablero geopolítico del Medio Oriente, donde se cruzan los intereses de las grandes potencias mundiales –Rusia, China, Francia, Reino Unido y Estados Unidos—y los países de mayor peso en la región –Israel, Arabia Saudita, los emiratos del Golfo Pérsico, Turquía e Irán. Además, la guerra civil enfrenta a grupos cercanos a la organización terrorista Al Qaeda y al movimiento islámico libanés Hezbollah.

A pesar de la complejidad de la ecuación, es posible esbozar algunos escenarios que aclaren el presente y el futuro próximo de la crisis. En cualquier caso, al margen de la determinación de los actores de esta guerra, la población siria seguramente continuará sufriendo las peores consecuencias de una contienda cuyas víctimas superan las 100.000 personas y millones de refugiados.

Estados Unidos ha fortalecido sus unidades en la región ante el ataque inminente (EFE)
Estados Unidos ha fortalecido sus unidades en la región ante el ataque inminente (EFE)

Los riesgos de un ataque limitado

A juzgar por el curso actual de los acontecimientos, Estados Unidos lanzará un ataque con misiles desde barcos desplegados en el Mediterráneo, el Mar Rojo y bases militares en la zona. Sin embargo, Obama ha insistido en que esa ofensiva sería limitada y solo apuntaría a reducir la capacidad del gobierno de Bachar al-Assad y su ejército.

La autorización del Congreso incluiría un plazo de 60 días para ejecutar los bombardeos, con una prórroga excepcional de 30 días. Hasta el momento la intervención no comprendería el despliegue de fuerzas terrestres, aunque esta negativa a colocar "botas sobre el terreno" podría cambiar de acuerdo con la situación en Siria y en particular el control de los arsenales de armas químicas.

Pero varios críticos del gobierno demócrata han manifestado sus dudas sobre la efectividad de un golpe como el anunciado por Obama. "Un ataque terapéutico es, incluso, un curso de acción más irresponsable que una negativa de principio a actuar en conjunto", aseguró en The Washington Post el académico Eliot Cohen, profesor de la Universidad Johns Hopkins y exasesor del Departamento de Estado.

Para Cohen, EEUU se enfrenta al dilema de sostener su credibilidad como potencia mundial o mostrarse débil ante sus enemigos en el área –en particular Irán—y en otras regiones, específicamente Corea del Norte y China. Además, la vacilación estadounidense obligaría a sus aliados a reconsiderar los lazos con Washington y desataría una carrera hacia el rearme, probablemente con misiles nucleares.

En una carta al representante Eliot Engel el 19 de agosto pasado, el general Martin Dempsey advirtió que una intervención militar norteamericana empujaría al país a un mayor compromiso con la crisis siria. "El uso de la fuerza puede cambiar el balance militar, pero no resolverá los conflictos históricos, étnicos, religiosos y tribales subyacentes, que están alimentando este conflicto", advirtió.

Obama aspira a derrocar al presidente sirio Bachar Al Assad (Reuters)
Obama aspira a derrocar al presidente sirio Bachar Al Assad (Reuters)

¿Un golpe certero hacia la negociación?

Obama ha sugerido que el ataque con misiles forma parte de una estrategia a largo plazo para derrocar a Al-Assad. Observadores consideran que una contundente ofensiva aérea y con misiles podría debilitar al ejército leal a Damasco y obligar al régimen a negociar con los rebeldes o, en el caso más extremo, provocaría el desplome del actual gobierno sirio.

Sin embargo, como señala un editorial de The New York Times, el presidente aún debe explicar en detalle de qué manera su intervención no estancará a EEUU en la contienda civil en Siria, y por qué la acción militar resulta la mejor opción para fraguar un acuerdo político entre la partes, "la única solución racional a la guerra."

El Times estima que Washington debió antes establecer con sus aliados un duro plan de sanciones si Al-Assad utilizaba armas químicas. Esa estrategia de disuasión, avalada por la comunidad internacional, parece ahora inalcanzable.

Por otra parte, los oponentes al régimen sirio tampoco se han mostrado dispuestos a negociar, al menos mientras la situación militar favorezca a las fuerzas leales al presidente. Las pláticas entre ambos contendientes en la ciudad suiza de Ginebra, postergadas en repetidas ocasiones, se han complicado también pues no existe consenso entre los rebeldes. De hecho, las tropas de Damasco han ganado terreno gracias a las divisiones entre grupos moderados y extremistas apoyados por Al Qaeda.

El principal obstáculo para una solución negociada al conflicto emerge de los intereses antagónicos de las potencias occidentales por un lado y Rusia, Irán y en menor medida China por el otro. Siria se ha convertido en una encrucijada que podría orientar el curso de las relaciones internacionales en los próximos años.

El presidente ruso, Vladimir Putin, ha rechazado una acción militar extranjera contra su aliado Al Assad (Reuters)
El presidente ruso, Vladimir Putin, ha rechazado una acción militar extranjera contra su aliado Al Assad (Reuters)

Al borde de una guerra mundial

La crisis en Siria amenaza con transformarse en una conflagración mundial, ha advertido la ministra de Relaciones Exteriores de Italia, Emma Bonino. La inminente intervención militar estadounidense con el apoyo de Francia, el reforzamiento del contingente naval ruso en el Mediterráneo, la alerta del ejército de Israel y las advertencias de Irán, además del respaldo más o menos abierto de los países vecinos a uno u otro bando, confirman los temores de la canciller.

La entrada de EEUU en la guerra provocará seguramente un auge del sentimiento antiamericano en la región. En términos militares este resurgimiento de la aversión hacia Washington se traduciría en más voluntarios a disposición de grupos extremistas como Jubhat al-Nusra –aliado de Al Qaeda—y Hezbollah.

"¿La ubicación estratégica de Siria en el Medio Oriente hace necesaria una intervención de Estados Unidos?", cuestionó Eugene Robinson en The Washington Post. "¿Nos preocupa que la continuación del caos en Siria sembraría la inestabilidad en toda la región? Y si ese es nuestro miedo, ¿por qué creemos que una acción militar estadounidense mejorará la situación?", escribió el reconocido periodista.

El fantasma de las guerras en Afganistán e Iraq asedia a los estadounidenses. Los promotores del ataque prefieren citar la campaña de la OTAN en la antigua Yugoslavia en 1999 y el apoyo aéreo a los rebeldes en Libia, que aceleró la caída del régimen de Muamar el Gadafi. Pero la historia podría exhibir su peor cara si los cálculos de Washington fallan otra vez.

La advertencia de Ryan Crocker, exembajador estadounidense en Siria y el Líbano, no permite excesos de optimismo. "Nuestro mayor problema es la ignorancia; somos bastante ignorantes con respecto a Siria", reconoció el diplomático.