Todos perdonan sus deudas a Cuba

Nikita Jrushchov y Fidel Castro establecieron su alianza en 1960 (Wikimedia Commons)
Nikita Jrushchov y Fidel Castro establecieron su alianza en 1960 (Wikimedia Commons)

El gobierno cubano debería abandonar su tradicional incredulidad navideña. Este año el barbudo Papá Noel ha adelantado un regalo extraordinario a la isla: la condonación de la vieja deuda con la Unión Soviética, valorada en 29.000 millones de dólares. El fin de las negociaciones con Moscú ofrece una extraordinaria noticia al presidente Raúl Castro, que intenta reflotar la economía del país caribeño.

Pero no solo al generoso Santa Claus llegado desde la Siberia rusa agradece La Habana. En noviembre pasado México borró una parte considerable del adeudo que Cuba contrajo a finales de los años 90. Esos perdones garantizan al régimen comunista la apertura de nuevas líneas de crédito y estimulan las inversiones extranjeras, tan necesarias para las reformas iniciadas por el menor de los Castro.

Las autoridades cubanas no suelen ofrecer cifras oficiales sobre sus compromisos financieros incumplidos. En 2007 el Banco Central de Cuba calculó el monto oficial de la deuda externa en 17.800 millones de dólares, una cifra que no incluía los créditos otorgados por la URSS durante tres décadas, desde que Fidel Castro decidió apostar por el bloque socialista en el clímax de la Guerra Fría.

Fidel Castro confiaba en los subsidios de la URSS para mantener la economía de la isla (Consejo de Estado, Cuba)
Fidel Castro confiaba en los subsidios de la URSS para mantener la economía de la isla (Consejo de Estado, Cuba)

El oro de Moscú

Cuando el ex presidente cubano entró triunfante a La Habana en enero de 1959, los soviéticos no tenían la más mínima idea de quién era aquel jovenzuelo barbudo y hacia dónde se inclinaría su revolución tropical. Luego, ante las crecientes tensiones entre la isla y Estados Unidos, Moscú envió en febrero de 1960 a Anastás Mikoyán en un viaje de 9.500 kilómetros que sentó las bases de una duradera alianza.

Mikoyán ofreció un crédito de 100 millones de dólares, a pagar en 12 años con un interés de 2,5 por ciento. Además, los soviéticos se comprometieron a remplazar a Washington como proveedor de petróleo, y mercado para las exportaciones de azúcar y níquel.

El respaldo financiero se mantuvo a lo largo de las siguientes tres décadas. En un discurso el 4 de diciembre de 1984, Castro aseguró que la deuda con la URSS y los demás países socialistas no afectaba a la economía cubana, pues los aliados de Europa del Este siempre habían aceptado la renegociación de los pagos sin añadir intereses.

Según el mandatario, en aquel momento ya la isla había firmado acuerdos para recibir suministros hasta 1990 y había establecido convenios de cooperación con Moscú hasta el siglo XXI. “Está todo asegurado: la colaboración hasta el año 2000 y las excelentes condiciones de intercambio comercial que tenemos. Y no tengo la menor duda de que la URSS seguirá desarrollándose a un ritmo seguro, sin crisis, y dentro de 15 años vayan ustedes a saber lo que tendrán”, pronosticó Castro.

Tres años después, el líder de la Revolución cubana sugirió que las deudas con los países socialistas y la URSS debían ser canceladas “por una cuestión de principios”. En declaraciones a la prensa, Castro dijo no recordar el monto del déficit comercial con el bloque comunista. “Yo mismo ni me acuerdo ni tengo por qué acordarme, porque esa deuda se ha renegociado y se renegocia por 10 años, por 20 años, sin intereses. Como tenemos establecido el nuevo orden económico entre nosotros, entonces no constituye un problema grande”, aseguró.

Desde mediados de la década de 1980 Castro había liderado una campaña internacional contra la deuda externa de los países en desarrollo. A su juicio, los países del llamado Tercer Mundo no debían nada, pues sus recursos naturales habían sido saqueados por las naciones desarrolladas durante cuatro siglos. En 1986 la isla declaró la cesación de pagos a sus acreedores internacionales. Dos años antes el mandatario había calificado de “cosa sagrada” el cumplimiento de sus compromisos financieros.

Raúl Castro y Dimitri Medvédev se entiendieron finalmente sobre la cuestión de la deuda (Presidencia de Rusia - Wikimedia Commons)
Raúl Castro y Dimitri Medvédev se entiendieron finalmente sobre la cuestión de la deuda (Presidencia de Rusia - Wikimedia Commons)

El problema de los rublos transferibles

El derrumbe del socialismo en la URSS y sus satélites europeos dejó a la isla sin proveedores ni mercado para sus exportaciones. Además, los gobiernos postcomunistas no se mostraron tan indulgentes y exigieron a La Habana el desembolso de sus atrasadas obligaciones.

Moscú estimó entonces la deuda cubana en 20.848 millones de rublos transferibles, de acuerdo con un editorial del diario oficial Granma publicado en 2001. El primer obstáculo para solucionar el diferendo económico entre los viejos socios era la equivalencia entre esa moneda, utilizada solo por el Consejo de Ayuda Mutua Económica (CAME), y el dólar estadounidense. El segundo escollo, el reclamo de Cuba por los daños que el fin de la cooperación soviética causó a la economía de la isla.

El citado artículo de Granma aseguraba que entre 1991 y 1995 estos perjuicios ascendían a 36.363 millones de rublos transferibles “por concepto de pérdidas de capacidad de compra, paralización de objetivos, inversiones e interrupción de programas de colaboración.” La Habana entregó un informe preliminar con esta cifra en 1998.

Sin grandes titulares en la prensa, las negociaciones sobre el tema se mantuvieron en la primera década de este siglo. En febrero de 2013 el primer ministro Dmitri Medvédev visitó el país caribeño para, entre otros asuntos comerciales, acordar la condonación del 90 por ciento de la deuda, que debe de aprobar el parlamento ruso en las próximas semanas.

Generosos acreedores

Para Moscú el cierre del diferendo tiene una doble connotación: por un lado política, pues Cuba reconoce su deuda con la Unión Soviética –y renuncia a las reclamaciones con tintes ideológicos del editorial de Granma—y en segundo lugar económica, pues destraba las relaciones entre ambos países y garantiza, al menos en teoría, el desembolso gradual de 3.200 millones de dólares.

Las reformas de Raúl Castro han estimulado una oleada de generosidad en los acreedores del régimen comunista. China aceptó en 2010 la reestructuración del pago por créditos en torno a los 6.000 millones de dólares, mientras Japón y México cancelaron el 80 y el 70 por ciento de la deuda cubana, respectivamente.

El gesto de Moscú ha dado esperanzas al Club de París, un grupo de gobiernos de Europa, Norteamérica, Asia y Australia, que reclama entre 5.000 y 6.000 millones de dólares (después de la condonación acordada con Rusia). Sin embargo, las condiciones actuales de la economía cubana no permiten hacer un pronóstico de cuándo podría empezar una negociación entre ambas partes.

La isla no tiene acceso a organismos internacionales de crédito, como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, a causa del embargo comercial de Estados Unidos, vigente desde 1962.