Soportar en silencio o morir, el dilema de las mujeres refugiadas

El hecho de ser mujer impone una carga adicional a las refugiadas (EFE/Georgi Licovski)
El hecho de ser mujer impone una carga adicional a las refugiadas (EFE/Georgi Licovski)

Mujeres violadas. Mujeres acosadas. Mujeres despreciadas. Mujeres vendidas. Mujeres obligadas. Mujeres explotadas. Mujeres refugiadas.

En la crisis humanitaria de los refugiados, que observamos en la pantalla, a salvo, el rostro de ellas se difumina en las imágenes de la estampida a través de las fronteras. Apenas distinguimos dramas individuales. Pero en esta tragedia, el género también juega en contra de las madres, las hijas, las hermanas…

El eslabón más vulnerable

Cuando los hombres parten a la guerra o abandonan el hogar tras alguna esperanza económica, más allá de las regiones en conflicto, solo las mujeres evitan la desintegración de las sociedades. El caso de Siria demuestra este papel fundamental. Según reportes de Naciones Unidas, las sirias constituyen el único sustento de una de cada cuatro familias en los campos de refugiados.

Sin embargo, la lucha cotidiana por garantizar comida y techo a los suyos se asemeja a una carrera con infinitos obstáculos. No importa si perdieron todo, si sus compañeros perecieron en el torbellino de la guerra, si vivieron una odisea para escapar. En el exilio, muchas mujeres sirias padecen el acoso sexual, la violencia, el desprecio porque un hombre no las acompaña. No basta con el castigo del éxodo, el machismo añade sal a esa herida.

El matrimonio forzado amenaza a las menores sirias en los campos de refugiados (EFE/JAMAL NASRALLAH)
El matrimonio forzado amenaza a las menores sirias en los campos de refugiados (EFE/JAMAL NASRALLAH)

En los campos de refugiados en Jordania, el Líbano, Turquía e Irak, los matrimonios forzados agregan otra nota de dolor al drama de niñas y adolescentes. Según datos del Fondo Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), uno de cada cinco casamientos en esos campamentos implica a una menor de edad. Los padres, agobiados por la precariedad, entregan a sus hijas por un puñado de dólares.

La ironía: mientras los acaudalados hombres de negocio del Golfo se niegan a acoger o financiar la ayuda a los refugiados sirios, aprovechan la desgracia ajena para satisfacer sus vicios sexuales. Amparados por las leyes islámicas que permiten los matrimonios con adolescentes, estos anónimos empresarios pagan por un supuesto matrimonio y luego de abusar sexualmente de las menores, las devuelven y regresan a sus países. Las transacciones ocurren con la complicidad de clérigos musulmanes.

Los desplazamientos forzosos dejan huellas en el cuerpo de las mujeres, poco importa le geografía. En Ecuador, miles de colombianas que han huido de la guerra civil luchan por mantener sus familias a flote. De acuerdo con reportes del Alto comisionado de las Naciones Unidas para los refugiados, ante la imposibilidad de conseguir un empleo no pocas terminan en las redes de prostitución.

En silencio, millones de mujeres refugiadas soportan la violencia de género. (Foto AP/Emrah Gurel)
En silencio, millones de mujeres refugiadas soportan la violencia de género. (Foto AP/Emrah Gurel)

Sobrevivir en silencio

Los archivos de la organización Médicos sin fronteras guardan las pruebas médicas de miles de mujeres refugiadas que han sufrido violencia sexual. En la abrumadora mayoría de los casos, los criminales quedan impunes. Los salva el vacío legal durante los conflictos armados, la corrupción de los funcionarios y la policía local, la inacción de los organismos de ayuda a los refugiados…

Pero también la impunidad crece por el silencio de las víctimas. En sociedades donde se prefiere ocultar el abuso sexual para evitar el ostracismo, ellas callan sus historias. Para colmo, la falta de fondos y de información atenta contra el derecho a recibir la atención médica necesaria en casos de violación, incluida la posibilidad de abortar en condiciones adecuadas.

Según datos del Fondo de población de Naciones Unidas, entre el 25 y el 50 por ciento de las fallecidas en campos de refugiados perecieron por complicaciones en interrupciones de embarazo inseguras.

¡Cuánto valor el de estas mujeres que las contiendas de los hombres arrastraron lejos de sus hogares! Si alguna esperanza de renacimiento nos queda en este planeta desgarrado por la guerra, solo en ellas alienta.