Si las bombas cayeran en Londres (no en Damasco)

¿Se acuerdan de Siria? ¿Aquel país árabe donde había (hay) una guerra civil, que ocupó durante semanas el vórtice de la atención internacional, cuando parecía inminente una intervención militar de Estados Unidos? ¿Sí? Pues casi nada ha cambiado en los últimos meses, aunque las imágenes de conflicto ya no ocupen grandes titulares y portadas.

La guerra en Siria es como una de esas interminables series de televisión, que un día redescubrimos por casualidad al cambiar el canal. Entonces comprendemos, en el umbral del aburrimiento cuán poco se ha movido la trama. Y hacemos zapping, porque el nuevo drama de moda se titula “Las protestas en Venezuela”, “La invasión rusa a Ucrania” o “La ceremonia de los Oscar”. The show must go on, baby.

La organización internacional Save the Children, con sede en el Reino Unido, ha lanzado una campaña para recordarnos el sufrimiento de los niños sirios, atrapados en una guerra que cumple tres años. El video nos muestra la metafórica historia de una niña británica cuya felicidad desaparece cuando una conflagración estalla en su país. "El hecho de que no está pasando aquí, no significa que no está sucediendo”, advierte el mensaje.

“Esperamos que el video conmueva al público, en particular a aquellos que no conocen mucho sobre la situación en Siria y de este modo podrán entender el sufrimiento de los niños sirios”, declaró a la prensa Jake Lundi, directora de Marca y Comunicaciones de Save the Children.

Un informe de Naciones Unidas presentado en febrero pasado reveló que al menos 10.000 menores sirios han muerto desde el estallido del conflicto en 2011. Además, los niños han sido víctimas de horripilantes violaciones por parte de los dos bandos. "Palizas con cables de metal, látigos y bastones de madera; descargas eléctricas, incluyendo en los genitales; arrancarles las uñas de los pies y las manos; la violencia sexual; los simulacros de ejecución; las quemaduras con cigarrillos; la privación del sueño; el confinamiento solitario y la exposición a la tortura de familiares", detalla el reporte.

Sin embargo, las negociaciones entre la oposición y el gobierno de Bashar Al Assad no han avanzado demasiado en Ginebra, Suiza, tras dos rondas de diálogos. Ambas partes se acusan de utilizar a niños y adolescentes como carne de cañón y desmienten la implicación de sus fuerzas en maltratos a los infantes. Tampoco se ponen de acuerdo sobre el camino para alcanzar la paz, que sería la única manera de aliviar la tragedia de la infancia en Siria.

El secretario de Estado norteamericano, John Kerry, ha asegurado que las pláticas podrían fructificar, aunque quizás no a corto plazo. Con tantos frentes diplomáticos abiertos –el programa nuclear de Irán, el conflicto entre Israel y Palestina, la crisis en Ucrania—difícilmente la insurrección contra el régimen de Damasco sea la prioridad número uno para la Casa Blanca. Tampoco para los aliados de la Unión Europea, preocupados por la amenaza militar rusa en sus fronteras orientales.

Y mientras, en las avenidas y hogares de Londres, Bruselas, París, Berlín, Washington y Ottawa, la vida transcurre apacible, apenas alterada por irrisorios conflictos locales. Como si en la destrozada Homs o en los campos de refugiados, donde sobreviven más de un millón de niños sirios, no estuviera sucediendo nada digno de la más fervorosa inquietud humana.