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Servicio de "lavandería" o las facturas ocultas de compras sexuales

 

Secret Service Agents stand in position as President Barack Obama speaks about the economy and the middle class to the City Club of Cleveland, at the Global Center for Health Innovation, Wednesday, March 18, 2015, in Cleveland. (AP Photo/Jacquelyn Martin)
Secret Service Agents stand in position as President Barack Obama speaks about the economy and the middle class to the City Club of Cleveland, at the Global Center for Health Innovation, Wednesday, March 18, 2015, in Cleveland. (AP Photo/Jacquelyn Martin)

- Hola, soy el Servicio Secreto. Necesito ocho millones de dólares.

- ¿?

- Sí, mire, es que quiero una Casa Blanca.

- ¿?

- Para que entrenen mis chicos, y eso. Ya sabe, en un ambiente más realista.

-¡Ah! Vale. Y ya si eso guardarán sus armas bien guardadas.

- ¿Perdón? - Sí, sus armas, las que tienen dentro de la bragueta. ¿No? Dejarán de contratar a prostitutas y montar escándalos internacionales, o de emborracharse y estrellar sus coches contra las barreras de seguridad. O de ir a puticlubs.

- (...)

Y es que el cuerpo de élite de entre los cuerpos de élite -el Servicio Secreto de Estados Unidos- ya no es lo que era. Ya no tienen esa imagen pública intachable de fornidos hombres que recibirían una bala por su jefe. Su popularidad cae en picado. Los escándalos de los últimos años los han convertido en carnaza. Por eso, la petición, esta semana, de ocho millones de dólares para construir una réplica de la Casa Blanca, ha sido acogida con una mezcla de broma e incredulidad.

 

Una vista general muestra la Casa Blanca durante un discurso del presidente estadounidense, Barack Obama, en honor de los campeones de la Serie Mundial de 2012, los Gigantes de San Francisco, el 29 de julio de 2013 en Washington
Una vista general muestra la Casa Blanca durante un discurso del presidente estadounidense, Barack Obama, en honor de los campeones de la Serie Mundial de 2012, los Gigantes de San Francisco, el 29 de julio de 2013 en Washington

 

El último gran escándalo –que haya trascendido a la opinión pública- ocurrió a mediados de marzo: dos agentes ebrios empotraron un coche oficial contra las barreras de la Casa Blanca después de una noche de fiesta, y se negaron a someterse a la prueba de alcoholemia que les solicitaron dos policías que presenciaron el choque.

 

A Secret Service agent keeps watch as U.S. President Barack Obama arrives to speak to the City Club of Cleveland about middle class economics in Ohio March 18, 2015. REUTERS/Kevin Lamarque (UNITED STATES - Tags: POLITICS BUSINESS EDUCATION)
A Secret Service agent keeps watch as U.S. President Barack Obama arrives to speak to the City Club of Cleveland about middle class economics in Ohio March 18, 2015. REUTERS/Kevin Lamarque (UNITED STATES - Tags: POLITICS BUSINESS EDUCATION)

 

Antes, los atraparon con prostitutas en un viaje de trabajo. Lo habían hecho muchas veces –contratar servicios sexuales- pero esa vez fueron menos discretos. Uno de ellos se negó a pagar a la mujer, y ella salió a los pasillos del hotel, en Colombia, y montó un escándalo. Sus compañeras, que “trabajaban” en otras habitaciones con otros miembros del Servicio Secreto, salieron también a apoyarla. Imaginen el incidente diplomático internacional.

Otro de los agentes fue encontrado en coma etílico en los pasillos de un hotel de Amsterdam, cuando se suponía que estaba preparando el dispositivo de seguridad para la visita de Obama.

Varias investigaciones periodísticas han revelado que las visitas a clubes de striptease y el uso de prostitutas han sido habituales en los viajes del Servicio Secreto, un cuerpo que no admitió a mujeres en sus filas hasta 1970, medio siglo después de que las estadounidenses pudieran votar. Hoy, de los 3.500 agentes especiales sólo 350 son mujeres, un porcentaje muy inferior al de otras agencias y cuerpos de seguridad. ¡Ah! Pero no se crean que es cosa de los americanos.

En España, por ejemplo, ha habido alguna que otra sorpresa en forma de sospechosas facturas de “servicio de lavandería”. Igual sí que estaban lavando, pero otra cosa.