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Rescatado tras pasar seis días en el fondo de un barranco

"¿Puedo tomar un batido de chocolate?". Esta frase tan cotidiana fue música para los oídos de la familia de David Lavau.Este californiano de 67 años llevaba seis días en paradero desconocido y, pese a que tenía todas las papeletas para haber muerto (eso pensaba la policía), recibió con esas seis palabras a los tres hijos que, empeñados en encontrarlo pese a las escasas esperanzas, habían dado con él.

Hacía poco menos de una semana que había perdido el control de su coche en una zona poco poblada de California, a 80 kilómetros de Los Ángeles. Cayó por un barranco de unos 150 metros. Fue un milagro que sobreviviera, ya que  su coche no tuvo tanta suerte. Pasó la primera noche en el vehículo; a la mañana siguiente, reparó en que había otro turismo al lado del suyo. Frente al volante, el cadáver de un conductor; parecía llevar ahí mucho tiempo.

Mostrando un loable instinto de supervivencia, el sexagenario improvisó un campamento en un arbusto y empezó a alimentarse de hierbas y a beber agua de un arroyo aledaño mientras esperaba el milagro. No podría sobrevivir así mucho tiempo, pero no tenía otra alternativa. Por fortuna, sus tres hijos (adultos ya, llamados Chardonnay, Sean y Lisa) repararon en que hacía días que no sabían de él; informaron a la policía de allí les llegó una pista clave: la última vez que su padre había usado su tarjeta de débito había sido en un supermercado de la zona. Lisa convocó a sus hermanos y, juntos, iniciaron la búsqueda por su cuenta.

"Paramos en cada barranco y en cada colina", recuerda Lisa. "Entonces mi hermano salió del coche y empezamos a gritar. Lo siguiente que oímos fue la voz de papá gritando, 'ayuda, ayuda' y ahí estaba". Ahí era el bosque nacional Angeles, un área de 2.500 kilómetros cuadrados al norte de la capital californiana.

Poco después, llegaron los bomberos. El rescate fue digno de la historia de Lavau: se desplazó un helicóptero para que un médico accediera a la zona y le reconociera. Tras darle el visto bueno, fue elevado y llevado al hospital. También tuvieron que ayudar a subir a los tres hijos. Es de suponer que, una vez reunidos, no tardarían en tomarse ese batido de chocolate.