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Los 'makers', el movimiento que reta a los productos “made in China”

El próximo Steve Jobs o Bill Gates podría surgir del movimiento maker (Science Gallery Dublin - Flickr)
El próximo Steve Jobs o Bill Gates podría surgir del movimiento maker (Science Gallery Dublin - Flickr)

Érase una vez en un garaje… Así comienza la leyenda de grandes compañías tecnológicas como Apple y Microsoft. Esa historia de entusiastas inventores se repite hoy en millones de hogares en el mundo, donde los 'makers' protagonizan un cambio que tal vez ponga fin a la era de la producción masiva y barata.

Los líderes del movimiento auguran nada menos que una nueva revolución industrial. Sin embargo, otros expertos prefieren la cautela pues no está claro cómo la innovación a pequeña escala remplazará a la gran manufactura. Más allá de este debate técnico, los 'makers' ha elevado el valor de hacer en lugar de, simplemente, consumir.

¿Quiénes son los makers?

Según el concepto extenso, usted probablemente sea uno de ellos. Cualquier persona capaz de producir objetos con sus propias manos clasifica: el variado universo de los artesanos, el sastre, la abuela tejedora… y los ingenieros autodidactas, creadores de gadgets, innovadores en el campo de la tecnología.

Las impresoras en 3D prometen importantes innovaciones también en la medicina (AFP/Archivos | Luis Robayo)
Las impresoras en 3D prometen importantes innovaciones también en la medicina (AFP/Archivos | Luis Robayo)

La Techopedia define al movimiento 'maker' como “una tendencia en la cual personas o grupos crean y comercializan productos conformados y ensamblados a partir de componentes electrónicos, plásticos, de silicona o de cualquier otra materia prima proveniente de dispositivos informáticos.”  Son los representantes actuales del “hágalo usted mismo”.

La renovada fiebre por hacer uno mismo lo que encontraría en el mercado –fabricado en China u otro país en desarrollo—surge con el abaratamiento de herramientas como las impresoras 3D, las fresadoras CNC y en general el equipamiento informático. Además, Internet ofrece infinitos tutoriales sobre cómo elaborar en casa desde una manta tejida hasta un trípode para iPhone.

En EEUU se calcula que 135 millones de personas participan en el movimiento 'maker'. Esa cifra representa más de la mitad de la población adulta. El impacto de semejante marejada de innovadores se siente en negocios valorados en alrededor de 30.000 millones de dólares al año (datos de 2013).

¿Revolución u oportunidad?

El movimiento 'maker' permitirá a las otrora potencias industriales recuperar su capacidad manufacturera, mediante la proliferación de miles de pequeñas empresas. La producción personalizada remplazará a la uniformidad de las mercancías que inundan hoy el mercado. Y aunque más dispendiosos para el consumidor, este preferirá objetos de alta calidad, individualizados, vendidos no por compañías transnacionales, sino por emprendimientos con nombre y apellidos, tan reconocibles como la cortadora de césped del vecino.

Ese es el sueño de los 'makers'. Algunos datos sustentan el ideal: los consumidores estadounidenses confían más en las personas que en las corporaciones, las pequeñas empresas crean dos de cada tres empleos en EEUU… Sin embargo, la revolución industrial parece una meta demasiado ambiciosa.

A juicio de David Rotman, editor de MIT Technology Review, si los 'makers' aspiran a transformar el mundo de la manufactura tendrán que conocer al detalle cómo se construyen los productos a escala industrial. Los avances en la impresión 3D y otras tecnologías permiten producir partes, mas no máquinas o dispositivos, señala el periodista especializado en ciencia y negocios.

No obstante, el sector público y las empresas privadas han comenzado a extraer frutos del entusiasmo de los hacedores. El Departamento de Defensa de EEUU, mediante la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzados de Defensa (DARPA), ha invertido millones de dólares en el financiamiento de talleres para los 'makers' –conocidos como 'makerspaces'—donde estudiantes a partir de la secundaria aprenderán a trabajar con equipos de alta tecnología.

El interés de los gobiernos y las compañías abre interrogantes sobre el futuro del movimiento 'maker'. ¿Acaso el espíritu colaborativo, democrático, 'open source'… resistirá la presión externa por controlar el ingenio de los creadores? ¿Qué sucederá cuando la libertad de inventar tropiece contra la barrera de los derechos de autor?

Por el momento y ajenos a esas cuestiones más bien políticas, millones de personas alrededor del planeta aprovechan las oportunidades de la ola 'maker'. En los países desarrollados esta avidez creativa puede ser novedad para muchos; en el sur, en cambio, la innovación casera ha sido siempre el único modo de paliar la precariedad material.