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Los hombres que temen a las mujeres

Esta guerra enfrenta militantes radicales del feminismo y activistas por los derechos de los hombres.
Esta guerra enfrenta militantes radicales del feminismo y activistas por los derechos de los hombres.

Una guerra no declarada enfrenta a los hombres y las mujeres. En esa contienda se han enlistado grupos extremistas que se acusan mutuamente de querer exterminar al sexo opuesto. El odio contra el bando contrario no duda en utilizar palabras temidas por el resto de la sociedad: “terroristas”, dicen algunos militantes antifeministas, mientras voceras radicales del feminismo llaman a modificar genéticamente a sus compañeros para erradicar la violencia de los machos.

La disputa transcurre básicamente en medios académicos, páginas web especializadas, blogs donde unos y otras publican sus ideas. Lejos de ese bullicio casi virtual, pareciera que el tema apenas concierne a la mayoría de las personas, cuyas vidas corren por otros cauces menos “filosóficos”. Pero en el enfrentamiento entre la misoginia y la misandria (odio a los hombres) también se decide cuál será el papel de mujeres y hombres en sociedades donde la equidad aún tarda.

Los activistas por los derechos de los hombres temen a las tendencias radicales del feminismo (AFP/Archivos | Sergei Supinsky)
Los activistas por los derechos de los hombres temen a las tendencias radicales del feminismo (AFP/Archivos | Sergei Supinsky)

¿Hombres amenazados?

A finales de junio el grupo de defensa de los derechos de hombres y muchachos, A Voice for Men, se reunirá en un hotel de Detroit para discutir sobre los peligros que se ciernen sobre la población masculina en Estados Unidos. La organización ha generado cierta polémica por la denuncia de presuntas amenazas que recibió el personal de la instalación y la convocatoria a una marcha feminista en la zona, semanas antes del evento.

Para garantizar la seguridad de los participantes, A Voice for Men recaudó más de 25.000 dólares, que servirán para pagar por un seguro contra daños al hotel y a siete policías, cuya remuneración extra también será asumida por los organizadores. Un bloguero del grupo, Dean Esmay, ha reiterado en los medios que enfrentan el acoso del “establishment” feminista, “una multimillonaria industria del odio”.

El activismo por los derechos de los hombres sostiene que en Estados Unidos ellos sufren las consecuencias de una cultura dominada por las mujeres. Los argumentos a favor de esta idea destacan la desproporcionada representación masculina en las cárceles, entre las víctimas de asesinatos, las violaciones (incluyendo las perpetradas en prisión), los condenados a muerte, las bajas civiles y militares en los conflictos armados y otras situaciones violentas.

“Considerando todo lo anterior, ¿qué inquieta a ustedes feministas?”, se preguntó el activista Christopher Cantwell en el blog de A voice for Men. “De hecho ustedes están más seguras que nunca y mucho más seguras de lo que un hombre jamás se sentirá”, afirmó.

Sin embargo, el movimiento, integrado por representantes de un amplio espectro ideológico, ha sido acusado de promover también la misoginia. El Southern Poverty Law Center, un organismo reconocido por su denuncia de tendencias extremistas, no ha incluido a Voice for Men en su lista de grupos de odio, pero ha criticado los llamados de algunos de sus representantes a ejercer la violencia contra las mujeres.

“Esta forma de odio contra las mujeres emerge de manera creciente en las sociedades occidentales, donde suele aliarse con otras emociones anti-modernas como el rechazo al matrimonio homosexual, la emigración no cristiana, la presencias de las mujeres en el mercado de trabajo y, en algunos casos, el avance de los afronorteamericanos”, señala un reporte del centro publicado en 2012.

La aversión contra la supuesta hegemonía femenina puede transformarse en tragedia, como sucedió en 1989 en la Escuela Politécnica de Montreal, cuando un estudiante asesinó a 14 de sus compañeras porque odiaba a las feministas. Más recientemente, el joven estadounidense Elliot Rodger perpetró una matanza en Isla Vista, California, entre otras razones porque despreciaba a las mujeres que lo habían rechazado.

La misoginia considera a las mujeres culpables por las agresiones sexuales que ellas mismas sufren (AP)
La misoginia considera a las mujeres culpables por las agresiones sexuales que ellas mismas sufren (AP)

Feminismo, una causa no solo de mujeres

Ciertamente dentro del feminismo sobreviven corrientes extremistas, que consideran la mera presencia de los hombres como el origen de todos sus problemas. “La existencia de odio en un extremo del color, la política o el género difícilmente justifica su aparición en el otro lado y las feministas radicales sí se expresan de manera hiriente sobre los hombres”, ha reconocido el Southern Poverty Law Center. Ejemplos de esos textos agresivos pueden leerse en el sitio Radfem HUB.

Pero la pelea contra la misoginia –el rechazo a todo lo considerado femenino—debería movilizar a todas las personas que defiendan su derecho al libre ejercicio de la individualidad. Incluso los hombres blancos y heterosexuales, el ideal del machismo norteamericano, sufren la presión de un modelo de masculinidad que les exige determinados comportamientos.

Las agresiones sexuales contra las mujeres y la implicación de jóvenes en organizaciones criminales, por ejemplo, responden en cierta medida a la violencia inculcada a los niños y adolescentes varones como manifestación inequívoca de su virilidad. Si la abrumadora mayoría de las víctimas de homicidios y la población carcelaria son hombres, no debemos culpar al avance y la protección de las mujeres en la sociedad, sino a una cultura de machos violentos.

¿Los hombres deberían entonces militar en las filas del feminismo? Según Noah Berlatsky, corresponsal de The Atlantic, la misoginia “es una forma de manipular, avergonzar y controlar no solo a las mujeres, sino también a los hombres”. Si entendemos que el desprecio hacia lo femenino nos afecta a todos, la respuesta será sin dudas positiva. “Creo que es importante para los hombres reconocer que, mientras las mujeres no sean libres, nosotros tampoco lo seremos”, afirma el editor.

¿Hombres feministas? Quizás no haya mejores soldados para terminar de una vez esta vieja guerra.


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