Los dilemas de la carne de laboratorio

El proceso para llegar hasta la primera hamburguesa de carne cultivada, que esperan que sea una revolución alimenticia. (HO/AFP | )
El proceso para llegar hasta la primera hamburguesa de carne cultivada, que esperan que sea una revolución alimenticia. (HO/AFP | )

En una placa de Petri, en un laboratorio de la Universidad de Maastricht, en los Países Bajos, crecen las células que podrían erradicar las hambrunas y detener el cambio climático. Diminutas tiras de músculo vacuno casi listas para ser devoradas. La gran diferencia con respecto a la carne convencional, además del origen, es que ninguna res murió para saciar el apetito humano.

Los experimentos comenzaron en Europa y Estados Unidos a principios de la década pasada. Desde entonces grupos de científicos han tratado de sintetizar carne de vaca a partir de células madres extraídas de un animal vivo. Aunque la producción a nivel industrial tardará aún, las investigaciones en este campo prometen una transformación radical en la producción de proteína animal, cuyas consecuencias abarcan desde la salud hasta el ambiente.

La hamburguesa del futuro

Mark Post, un fisiólogo holandés, encabeza el equipo de la Universidad de Maastricht que presentó la primera muestra comestible de la carne de laboratorio. Ciertamente la hamburguesa no recibió demasiados elogios de los gourmets invitados a su estreno –faltaba sabor, grasa, jugosidad—, pero sin dudas se trataba de carne, esencialmente idéntica a la producida en un matadero.

A la mayoría de los estadounidenses no entusiasma la idea de comer carne de laboratorio. (AP foto/Alan Diaz)
A la mayoría de los estadounidenses no entusiasma la idea de comer carne de laboratorio. (AP foto/Alan Diaz)

Las hamburguesas no llegarán probablemente a los supermercados antes de la próxima década. Generar millones de células en un laboratorio parece una tarea sencilla frente a la complejidad de la industria de alimentos. En ese camino hacia la comercialización el costo también deberá reducirse. La primera torta de carne molida absorbió 332.000 dólares.

Pero Post considera que ha llegado el momento de modificar el sistema de aprovisionamiento y el acceso a la principal fuente de proteína consumida por la humanidad en los últimos dos millones de años.

Según cálculos de la Organización Mundial de la Salud, la producción mundial de carne ascenderá a 376 millones de toneladas en 2030, casi el doble de lo reportado a finales del pasado siglo. Y si bien la anunciada “meat revolution” (revolución de la carne) no se consumará a la escala pronosticada, el planeta necesita otras fuentes para sostener a su creciente población y conservar los recursos naturales.

Carne contra el hambre y el cambio climático

La carne de laboratorio, producida a escala masiva, podría facilitar el acceso a ese alimento. En rigor la humanidad produce comida suficiente para todos. De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) en 2007 el per cápita de alimentos alcanzaba las 2.770 calorías por día. Sin embargo, 500 millones de personas consumían menos de 2.000 calorías, mientras 1.900 millones residían en países donde el promedio superaba las 3.000 calorías.

La ganadería emite grandes volúmenes de gases de efecto invernadero (DYN/Luciano Thieberger)
La ganadería emite grandes volúmenes de gases de efecto invernadero (DYN/Luciano Thieberger)

Por otra parte, al prescindir de la matanza de animales, reduciría la huella de la ganadería sobre el ambiente. Se estima que el sector agropecuario industrial es el culpable del 18 por ciento de las emisiones de gases de efecto invernadero, además de acelerar la deforestación, la degradación de los suelos y el declive de la biodiversidad.

No obstante, algunas voces críticas han alertado sobre la excesiva confianza en una solución tecnológica a problemas tan complejos.

La desigual distribución de los alimentos se justifica en gran medida por la pobreza, el manejo ineficiente de la agricultura y la ganadería, las crisis sociales, la corrupción y los desastres naturales. Ninguna de estas realidades, frecuentes en los países en desarrollo, desaparecería por la posibilidad de consumir una carne más ecológica.

Los cuestionamientos apuntan también a la necesidad de abandonar un patrón de consumo dependiente de la producción industrial de alimentos. Ese sistema abarrota los supermercados, mientras disimula el sacrificio constante de miles de millones de reses, cerdos y aves, criados solo para morir. Los efectos sobre la salud humana emergen con frecuencia: epidemias de gripe aviar, enfermedades respiratorias agudas, mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares y diabetes, brotes de salmonella…

El tema de la carne abre, en fin, más interrogantes éticas que dudas sobre la capacidad humana de remplazar, un día no muy lejano, un bistec natural por otro cultivado en un impecable laboratorio.